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La Sociedad Incivil

Por Lucero Saldaña

Hace algún tiempo, durante una de las visitas del Secretario General de las Naciones Unidas a México, Kofi Annan, se refirió a los crímenes de la que llamó «la sociedad incivil», en su discurso decía que la Guerra Fría había alumbrado problemas que no pensábamos jamás ver como fenómenos globales.

El abuso de los y las menores y adolescentes es hoy uno de los más preocupantes y dolorosos, no imaginando que iba a llegar a tener los alcances que vemos ahora. La infancia robada, no únicamente por los problemas que tienen que ver con la desnutrición, la escasa o nula escolaridad, el trabajo obligatorio que los separa de su niñez, sino que nunca pensamos en el hecho de verlos convertidos en mercancía. Mercancía para la oferta y demanda del turismo y abuso sexual, pero también para el secuestro y asesinato en manos de grupos terroristas. Según cifras proporcionadas por la UNICEF cada año mueren cerca de 11 millones de niños y niñas menores de 5 años, lo que equivale a 30 mil cada día.

Los recientes asesinatos de menores en Beslán, Rusia, nos alertan a defender y proteger el presente, y el futuro de la población infantil. Aunque este tema no debe ser considerado, promovido y garantizado sólo por las mujeres, porque se requiere de una cooperación mundial con estrategias locales y regionales que articulen mejor el combate ante los ataques a la humanidad perpetuados a través de sus seres en potencia.

Resulta paradójico que ahora que se habla más que antes de la necesidad de proteger los derechos humanos, cuando proliferan las convenciones, cuando se ven cada vez más movimientos sociales que luchan por la reivindicación y respeto de grupos específicos, así como la presentación de leyes marco de protección a los derechos del individuo, son cada vez más el número de niños y niñas convertidos en rehenes a una edad cada vez más temprana.

Así como que se celebre una 1ª. Conferencia Mundial para la protección de los derechos de la Infancia y la Adolescencia con 300 mujeres parlamentarias de 111 países y se pondere que por el rol tradicional de las mujeres, sean las que les corresponda no sólo dar cauce a estas demandas sino garantizar esencialmente los derechos de los menores. Está bien que abanderemos estas causas, que coloquemos el tema en las agendas mundiales y nacionales, pero es conveniente que nos corresponsabilicemos hombres y mujeres en este frente de lucha.

Las y los jóvenes conforman el bloque poblacional con el potencial económico más activo, el 50 % de los 6,250 millones de habitantes en el mundo se encuentra bajo los 25 años de edad, de estos, un billón está entre los 10 y 19 años. Sin embargo, las políticas públicas para los niños y jóvenes permanecen invisibles entre las prioridades de la mayoría de los gobiernos, y los recursos no se calculan en términos de inversión sino de gasto.

Se requiere un trabajo con mucho peso para sensibilizar a los diferentes niveles de gobierno y a la sociedad, sobre la importancia de este gran sector poblacional. De la población Latinoamericana con 500 millones de habitantes, 100 millones son jóvenes de 15 a 24 años. De ellos más del 50 % viven en pobreza o están en estado de exclusión, a pesar de la legislación y derechos que los protegen.

La tasa de desempleo y el deterioro del empleo están creciendo cada vez más. La tasa de desempleo de estas personas jóvenes es mayor que en los adultos. Así mismo es preocupante que 560 mil jóvenes de Latinoamérica, entre 15 y 24 años sean víctimas del VIH SIDA, y de que la tasa juvenil de asesinatos sea el 36%, la más alta del mundo.

Las grandes ciudades presentan fenómenos crecientes de delincuencia infantil y juvenil, de bandas de las calles, de consumo de drogas y de la prostitución infantil. En materia del cuidado y educación desde los primeros años y de profesionalizar la formación de docentes en educación sexual he presentado iniciativas que están en estudio para su dictamen en las comisiones esperando superar las ideas conservadoras y economistas.

Podríamos también pensar en la necesidad de promover los derechos políticos de menores y jóvenes lo cual, no significa que voten en las elecciones para los cargos públicos, sino que tengan voz para expresar sus ideas sobre los asuntos que les conciernan, además de educar en el civismo que tanta falta nos hace. Así no tendrían la calidad de sociedad incivil.

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*Senadora e integrante de la Comisión de Equidad y Género y de la Comisión Especial que dará seguimiento a los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez.

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