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La sospecha de la resolución

Por Lucía Lagunes Huerta*
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El pasado martes la Procuraduría General de Justicia del Estado de Veracruz y el gobierno de la entidad dieron por resuelto el feminicidio de la periodista Regina Martínez.
 
Lejos de dar certeza de la justicia veracruzana, la sospecha, por decir lo menos, está sembrada. Se duda de los supuestos asesinos y que los motivos por los cuales le quitaron la vida a la periodista sean los reales.
 
Seis meses tardó la autoridad estatal para concluir que el asesinato de la periodista Regina Martínez se debió a una mala decisión de la reportera de investigación, quien, según la autoridad, dejó entrar en su domicilio particular a unos “mal vivientes”.
 
La supuesta falta de precaución de la periodista no coincide con la actitud de reserva y cuidado que guardaba Regina en vida. Quienes la conocieron reconocen como una cualidad de la reportera el hermetismo sobre su vida personal, quien difícilmente permitía a sus amigas y amigos más cercanos acudir a su domicilio particular, máxime a alguien distante.
 
Tal como señala el informe diagnóstico “Violencia contra mujeres periodistas México 2010-2011”, el estereotipo de género que culpabiliza a las mujeres por su muerte ha estado presente desde el primer momento del hallazgo del cadáver de Regina Martínez hasta la supuesta resolución del crimen.
 
Recordemos la filtración de la propia autoridad sobre un posible “crimen pasional” debido a una huella en el cuello de Regina. Nada más sexista que calificar un feminicidio como “crimen pasional”, pues todo feminicidio ocurre por odio hacia las mujeres.
 
La supuesta resolución deja más sospechas no sólo por el sexismo que la reviste sino porque la autoridad jamás ha demostrado contundentemente que la línea de libertad de expresión no es la razón de su muerte.
 
Desde el inicio la autoridad desechó esta línea inclinándose por la vía de lo personal, disminuyendo con ello la labor de investigación de la periodista.
 
Reacciones encontradas generó la noticia de la supuesta conclusión del caso de Regina Martínez: el rechazo y la duda dentro de las redes sociales y la aceptación a secas de las empresas periodísticas.
 
Lo grave de aceptar la resolución sobre el crimen de Regina producto de la delincuencia común, sienta un precedente para las siguientes investigaciones sobre las mujeres periodistas.
Precedente basado en el estereotipo de género de la responsabilidad de las mujeres en sus crímenes y atentados, y el desdén de la línea de investigación de la libertad de expresión.
 
La sospecha sobre el crimen de Martínez sigue ahí, y crece cuando miramos la homogeneidad de las empresas periodísticas para aceptar la resolución de la autoridad.
 
Para una parte de la sociedad, de las y los periodistas, sigue bajo reserva lo concluido por el gobierno veracruzano sobre el asesinato de Regina Martínez, hasta en tanto no se despeje por completo la línea de libertad de expresión que hasta ahora, 180 días después de su muerte, nada se ha dicho.
 
Twitter: @lagunes28
 
*Directora general de CIMAC.
 
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