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La UABJO debe adoptar visión de género en la enseñanza

La llegada masiva de las mujeres a la Universidad ocurrió en México de manera paulatina entre el Porfiriato y la mitad del siglo XX, pero todavía hay muchos retos por resolver para las universitarias, plantea la investigadora Gloria Zafra, quien sostiene que la universidad debe adoptar la visión de género en la enseñanza.

En muchos campos existe un rezago en educación, así como en el ámbito del trabajo y las mujeres «son mantenidas en estado de indefensión ante conductas machistas que ejercen violencia contra ellas, conductas patriarcales que les niegan los derechos a ser consideradas sujetas de representación política».

De acuerdo con la responsable del proyecto de investigación «Género y Educación. Las Mujeres del Magisterio», del Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), hoy más que nunca se necesita adoptar la visión de género en la enseñanza, para enfrentar los problemas de muerte materna, violencia o embarazo adolescente, por citar algunos casos.

Zafra, primera mujer en obtener un título de Maestría en la UABJO, recordó que la Universidad no es una entidad abstracta sino una institución viva y actuante.

Así en la víspera del proceso de elección de un nuevo rector, Zafra sostiene que es necesario defender el proyecto de universidad pública, autónoma y gratuita que dé a las y los jóvenes la oportunidad de una educación laica, científica y humanística, donde las mujeres-estudiantes-académicas sean sujetas activas del cambio en la UABJO, pero también del estado en lo social, político y cultural.

UN POCO DE HISTORIA

«La invasión de las mujeres a la universidad», como la calificó el profesor de la Facultad de Letras de París, Gustave Cohen, ocurrió en México de manera paulatina entre el Porfiriato y la mitad del siglo XX.

Martha Córdova Osnaya, profesora titular de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), sostiene que las mujeres que se atrevieron a emprender estudios profesionales destinados al género masculino fueron mal vistas y criticadas, incluso por algunas mujeres de la clase media que consideraban que tratar de romper con la dependencia económica al padre, esposo o hermano y la vida del hogar era sinónimo de «feminismo».

En su artículo La Mujer Mexicana como Estudiante de Educación Superior, la investigadora de la UNAM cita que pese a ello, en 1887 se recibió la primera médica. Se trató de Matilde Montoya.

En una serie de semblanzas escritas por María Luisa León Portilla, en la página Web de la Federación Mexicana de Universitarias AC (FEMU), refiere que Montoya «ejerció su profesión de partera (en Puebla y Cuernavaca) pero obtuvo una fuerte oposición de los médicos locales que la calumniaron y difamaron. Tuvo que mudarse a Veracruz y finalmente, regresó a Puebla. Allí se matriculó en 1880 en la Escuela de Medicina. En 1887 se recibió de «médico cirujano».

Como Matilde Montoya muchas mexicanas sufrieron por la osadía de emprender una carrera universitaria. En ese sentido, Córdova Osnaya sostiene que tanto las mujeres que lograron terminar estudios universitarios durante la época del Porfiriato como aquellas que participaron en foros políticos y movilizaciones entre 1920 y 1940, iban en contra de toda la ideología hegemónica prevaleciente en esa época respecto de lo que debería hacer y ser una mujer, por consiguiente sólo fueron algunas.

Con el transcurrir de los años estas algunas, se han convertido en muchas. Habría que decir que la primera mujer en recibirse en una carrera distinta a las «tradicionales» en México fue la odontóloga Margarita Chorné y Salazar. Ella –de acuerdo a las semblanzas de FEMU– se inscribió en la Escuela Nacional de Odontología y se recibió en 1886, es decir un año antes que Matilde Montoya en la de Medicina.

Y entre sus logros destacan que fue también la primera dentista que utilizó el éter como anestesia general. Por lo que fue condecorada con la Cruz al Mérito por el Institut du Midi, en Tolouse, Francia.

Entre estas «primeras mujeres tituladas» destaca Helia Bravo Hollis, hija de un maderista asesinado por Victoriano Huerta, en 1913. Desde pequeña le interesó la biología y la naturaleza en general. En 1922 se tituló como bióloga en la ahora Universidad Nacional Autónoma de México.

En tanto que la primera Física por la UNAM fue la veracruzana Alejandra Jáidar (1937-1988). Mientras que la primera mujer en inscribirse a la carrera de Arquitectura fue Ruth Rivera Marín, egresada de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional.

LAS OAXAQUEÑAS DEL INSTITUTO

A la par que en la Ciudad de México, en otras entidades del país las mujeres incursionaban en carreras universitarias distintas a las que tradicionalmente eran «asignadas» o «propias» para las mujeres, como la carrera de Maestra y Taquimecanógrafa.

María del Carmen Cid Velasco, en el artículo La Mujer en el Instituto de Ciencias y Artes del Estado, publicado el libro Testimonios del Cincuentenario por la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), señala que la primera médica por el Instituto fue Elia Olivera Benavides en el año de 1942 y «algún tiempo después» en la carrera de Leyes lo haría Celia Ramírez. Mientras que la primera mujer en titularse como Enfermera en Oaxaca fue Lourdes Aguilar Pacheco.

Pero no todas tuvieron la suerte de concluir sus estudios en Oaxaca. Dea Esperanza Velasco Jiménez, era 1936 una estudiante de la carrera de Leyes en el entonces Instituto de Ciencias y Artes del Estado de Oaxaca. «Para maestros y algunos compañeros la presencia de una mujer en el aula, era un asunto que no se concebía», dice en entrevista la abogada con especialidad en Derecho Laboral.

Recuerda en especial la actitud de su maestro Joaquín Acevedo, entonces dirigente del Partido Acción Nacional (PAN), como el hombre de quien más hostigamiento recibió, por lo que tomó la determinación de concluir su carrera en la Universidad Nacional de México más tarde UNAM, cuya tesis fue nombrada como el mejor trabajo del año, cuenta a la postre la que fuera secretaria de Lombardo Toledano en la CTM, cuando realizaba sus estudios en la Universidad Nacional de México.

Sobre esta abogada laborista, Cid Velasco apunta que «fue a partir de 1929 que un grupo de jóvenes, entre las que se encontraban Estela Aguilar, María de la Luz Flores, Dolores y Concepción Garcés, Elia Olivera y Dea Velasco, abrieron un puente para el ingreso de las mujeres al instituto, al formar en 1930 la Sociedad Femenina Estudiantil».

«Cuando en 1936 estalló la primera huelga de estudiantes, el Comité estaba formado por José Manuel Santibáñez, como presidente Jorge Pérez Guerrero, de medicina; Mario Pérez Ramírez, de preparatoria; Jorge Candiani Bedian, Leopoldo Gatica y Gerardo Robles, entre algunos. El sector femenino del instituto se adhirió al movimiento y Dea Velasco fue representante en el comité de huelga».

Otra destacada abogada oaxaqueña fue María Cristina Salmorán de Tamayo. Ella fue Ministra de la Suprema Corte de Justicia, nombrada por el entonces presidente Adolfo López Mateos en 1961, antes fue la primera presidenta de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje.

NUEVA GENERACIÓN

Con el tiempo, en la UABJO la participación de las mujeres como estudiantes se ha incrementado de manera notoria. Cid Velasco señala que en 1952 de 42 alumnos inscritos en todos los años de la carrera de Medicina, sólo hubo dos mujeres, mientras que en Leyes de 23 alumnos hubo una sola. En 2006, en la ahora Facultad de Medicina la matricula femenina alcanzó el 52 por ciento.

Así como en la UNAM de «algunas» se pasó a «muchas», en la UABJO el fenómeno también se reprodujo con la incursión masiva de mujeres en el nivel de educación superior y media superior. Para el periodo 2007-2008, las estadísticas de la UABJO indican que la matricula del alumnado es 28 mil 708, de los cuales 13 mil 841 son mujeres y 14 mil 867 son hombres.

Porcentualmente, significa que existe casi una paridad hombres-mujeres, sólo superada por 3.5 por ciento de varones. De las y los cuales un 70 por ciento están inscritos en alguna de las 23 licenciaturas; poco menos del 30 por ciento está en niveles técnicos y de preparatoria y menos del 0.3 en posgrados.

RETOS

La investigadora Gloria Zafra –por cierto la primera mujer de la UABJO en obtener un título de Maestría en 1987– advierte que la máxima casa de estudios de Oaxaca tiene importantes retos frente a la inminente sucesión de rector.

Señala que desde el pasado proceso de elección, las académicas hicieron un permanente cuestionamiento a las prácticas porriles, los controles verticales de manera discrecional de concebir el manejo de la universidad, sin rendición de cuentas y un plan de desarrollo a largo plazo, «algo poco usual».

Luego añade que las académicas de la UABJO han acompañado a esta administración (de Francisco Martínez Neri, todavía rector) en los trabajos para transformar a la universidad desde distintas trincheras como la atención de estudiantes, la planeación educativa y en la dirección de algunas escuelas, entre ellas recuerda la Escuela de Economía, el Centro de Educación Virtual, el Proyecto de Acreditación, el Modelo Académico, así como el Instituto de Investigaciones Sociológicas o el Programa de Equidad de Género, por citar algunas.

Es decir, plantea la maestra en Sociología, hay un importante movimiento de las mujeres en la academia, una contribución destacada en la construcción de alianzas y el despliegue del conocimiento, fundamentales en la vida universitaria.

Sin embargo, ahora tenemos que evaluar hasta dónde llegaron esas transformaciones y, al mismo tiempo, tenemos que volver a demandar a quienes busquen la rectoría, «lo que queremos de nuestra universidad, en nuestro beneficio como maestras-investigadoras y para las y los estudiantes que tienen cifradas sus esperanzas en la universidad pública y donde se hace necesaria una mayor participación de mujeres».

08/SJ/GG/CV

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