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La variable de género en los duelos

Por Alejandra Buggs Lomelí*
duelo01blogcasapiacom

“Aprende a morir y aprenderás a vivir”
Anónimo
 
A últimas fechas los duelos que han sufrido algunas y algunos consultantes y también personas cercanas a mí, me han hecho poner especial atención en el tema de los duelos y por tanto, decidirme a escribir acerca de las pérdidas sin tener como excusa, marco o pretexto la celebración del Día de Muertos.
 
Y aún más sabiendo que es un tema, el de la muerte, que siempre está implícito o explícitamente presente en el espacio psicoterapéutico.
 
En mis ya 27 años impartiendo terapia, he acompañado el proceso de duelos de varias personas, como el de aquella mujer que lloraba dolida e inconsolablemente por la pérdida de su perrito, o el de otra mujer que experimentaba el dolor más profundo, grande y terrible de este mundo que fue la pérdida de su única hija.
 
El duelo de otra mujer a quien tuvieron que realizarle una histerectomía por cáncer cérvico uterino, o el duelo de aquel hombre que perdió a su mascota compañero inseparable y de gran apoyo incondicional en la enfermedad auditiva que mi consultante padecía.
 
El duelo de otra mujer ante la pérdida tanto de su madre como de su padre, por cáncer, con sólo unos meses de distancia entre pérdida y pérdida.
 
Perder un espacio físico importante para una persona, por culpa del mal uso de las escrituras que uno de sus hijos hizo, haciendo que perdiera su único patrimonio resultado del trabajo de toda su vida…
 
La muerte violenta del hermano de una gran amiga y también la pérdida de la hermana de otra gran amiga resultado de un cáncer de estómago.
 
Y hace apenas un mes enterarme de la terrible y violenta muerte de la madre de una ex consultante (quien retomó su proceso como resultado de este tremendo episodio) en manos de la delincuencia y resultado de la gran inseguridad que vivimos.
 
Una mujer de 70 años que vivía tranquila en una ciudad del estado de Veracruz, que como todos los días abrió su negocio de papelería que atendía desde hace ya varios años junto con su esposo.
 
Esa mañana de junio entró un hombre joven a asaltar el negocio y brutalmente golpeó con una piedra la cabeza de la señora de 70 años, produciéndole una conmoción cerebral de la que ya no logró salir adelante falleciendo a las pocas horas…
 
Aquí y ahora, mientras escribo esto no puedo dejar de sentir un sinfín de emociones encontradas; al tiempo que escribo mi corazón se estruja igual que cuando se estrujó y se indignó al escuchar la narración de cada una de estas muertes que ocasionaron un gran y profundo dolor en mis consultantes y en mí.
 
Porque estoy convencida que una premisa importante de ser psicoterapeuta no implica negar mis emociones, sino al contrario sentirlas, reconocerlas y utilizarlas a favor del proceso de la persona que tengo frente a mi día con día, y no olvidar una de las sabias propuestas de Irvin Yalom: “ Haz una terapia para cada consultante”.
 
Cuando me doy la oportunidad de ver aunque no sea grato y sobre todo de aceptar las diferentes formas que toma la muerte: a veces suave, a veces violenta, otras sorpresiva, otras quizás esperada, reafirmo que aunque la muerte se presente de la forma que sea, los seres humanos no estamos preparados o listos para recibirla.
 
Aunque existen una cantidad de técnicas de meditación y de técnicas de tanatología que ayudan a aceptar las pérdidas, creo y es mi muy particular forma de pensar que podemos poco a poco llegar a comprender quizás la pérdida, pero no estar lista o listo para que llegue.
 
Independientemente de que cada persona cuenta con recursos diferentes para enfrentar los cambios que la vida nos presenta ante la muerte, me surge la pregunta de si viven de igual forma los duelos mujeres y hombres.
 
Me parece que generalmente por los roles de género asignados, de la mujer ante un duelo, se espera y se permite que pueda expresar sus sentimientos de tristeza con llanto y desesperación, ternura, compasión, temores y dudas.
 
Esta expresión emocional es aceptada y avalada por la sociedad y muchas veces con abiertas muestras de apoyo.
 
Mientras que del hombre la sociedad espera que reprima la expresión de sus sentimientos y sobre todo aquella que tenga que ver con sentimientos de tristeza, vulnerabilidad, inseguridad, debilidad, temores, dudas y ternura.
 
Como hemos revisado ya en otros de mis artículos, a mujeres y hombres se nos ha enseñado tradicionalmente a actuar y conducirnos de forma diferente por los mensajes recibidos (introyectos) desde nuestra infancia. Muchas veces hemos sido censuradas y censurados cuando expresamos conductas no consideradas propias de nuestro género.
 
Por tanto cuando nos enfrentamos ante un proceso de duelo y lo vivimos sin darnos cuenta desde lo esperado y ordenado por la sociedad, los hombres tienden a afrontar la pérdida por lo general de una forma más racional. Es como si su pensamiento dominara su sentimiento y la expresión emocional tiende a ser de baja intensidad.
 
Se involucran más en las tareas prácticas ante el fallecimiento como los preparativos del funeral, haciéndose cargo de la parte administrativa y a veces sienten la necesidad de ser más fuertes dejando a un lado sus sentimientos y mostrándose fríos ante las y los demás.
 
Las mujeres por lo general buscan apoyo en las demás personas y expresan de forma más fluida y “natural” sus sentimientos. Por supuesto que existen mujeres que responden de la forma en la que algunos hombres lo hacen y viceversa, sin embargo, la mayor tendencia es lo que les comparto.
 
Es importante mencionar que aunque estas diferencias de expresión ante los duelos tienden a ser reales, no podemos dejar de reconocer que son  descripciones de estereotipos  típicamente masculinos o femeninos de la forma en la que más que “elaborar el duelo”, logran lo que llamo yo “acomodar” estos sentimientos de dolor en un lugar donde poco a poco lastimen menos, dentro de lo que la cultura occidental a la que pertenecemos permite.
 
Con esto quiero decir que  una experiencia ante de la muerte de alguien o de algo nos afecta en varias dimensiones: física, emocional, cognitiva y existencialmente, y justamente ante un duelo todas y cada una de estas dimensiones deben ser atendidas.
 
Siempre será importante ante un duelo, tomar en cuenta los recursos que la persona tiene para enfrentarlo, las formas de apego y de vincularse afectivamente, su autoestima, sus redes de apoyo, sus creencias, valores y sobre todo los factores que rodearon la pérdida de ese ser querido.
 
Por lo que creo que el género al que pertenezcamos será una variable importante a tomar en cuenta en la forma de expresarse ante un proceso de pérdida, sin embargo no es el único determinante, especialmente cuando de duelos se trata.
 
*Psicoterapeuta humanista existencial, especialista en Estudios de Género, y directora del Centro de Salud Mental y Género.
 
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