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La violación, estrategia de guerra para el ejército mexicano

Por Miriam Ruiz

Las cortes militares en México reconocen que la violación a mujeres es una estrategia de guerra, en tanto que el fuero castrense solamente puede acoger y juzgar violaciones a la disciplina militar, que incluyen necesariamente un militar en activo, un superior y una situación de conflicto.

Lo anterior se desprende del análisis del fiscal especial para movimientos sociales y políticos del pasado, Ignacio Carrillo Prieto, sobre el fuero especial del ejército en México presentado hoy en el foro «Justicia militar y derechos humanos».

Para que un acto se considere como delito del fuero de guerra, «deberá constituir necesariamente una infracción propiamente militar prevista por el Código de Justicia Militar, o cuando constituyendo una infracción común, se hayan cometido durante el servicio o con motivo del mismo», indica la disertación.

Quedarían amparados por el fuero militar, según el análisis de Carrillo Prieto, los delitos que siendo del fuero común, pudieran entenderse como necesarios para el cumplimiento de su misión, o considerarse cometidos con motivo del servicio cuando se realicen bajo la autoridad directa de sus instancias superiores o se realizan en comisión dentro de la estructura militar.

En toda otra circunstancia, los delitos comunes cometidos por un integrante de las fuerzas armadas deben ser juzgados por una corte civil.

En México, por lo menos cinco casos de mujeres indígenas violadas por soldados están en cortes militares. Incluye a tres hermanas tzeltales agredidas de forma tumultuaria en un retén militar en Chiapas, caso actualmente en la CIDH, y el de dos indígenas tlapanecas violadas en el primer trimestre de 2002 por integrantes del 41 Batallón en la Montaña de Guerrero.

En otros casos las agraviadas, ante la presión de la Secretaría de la Defensa Nacional, deciden retirar su denuncia como ocurrió con las mixtecas Francisca Evarista Santos Pablo y Victoriana Vázquez Sánchez, quienes el 21 de abril de 1999 fueron agredidas en Barrio Nuevo de San José, también en la zona de la Montaña.

Igual decisión tomó hace un año una adolescente en Tonalá, Chiapas, quien durante cuatro horas fue violada por ocho militares pertenecientes a la Séptima Zona Militar.

       
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