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La virginidad: una historia de violencia contra las mujeres

Por Katja Reim

A consecuencia del mito de la virginidad, el día de la boda que se espera como uno de los más hermosos en la vida de la cónyuge, se convierte en una pesadilla para millones de mujeres en el planeta.

Suline joven libanesa, es una de las mujeres cuyo corazón se aceleró por la angustia que le provocó la fecha de su matrimonio. Ella estudió hasta que un primo la secuestró, violó y la forzó a casarse con él.

El secuestro y la violación en Líbano es una forma común de obligar a las mujeres a casarse contra su voluntad, porque en general el abuso asegura que la víctima contraiga matrimonio para disminuir la vergüenza, señala la organización Mujeres Libanesas.

En Costa Rica, Etiopía, Guatemala, Rumania y Uruguay, existen leyes que legalizan la unión entre violador y víctima permitiendo que el agresor eluda su responsabilidad penal, destaca el Centro Legal para los Derechos Reproductivos y Políticas Públicas (CRLP, por sus siglas en inglés) en Líbano, en su informe del 2000.

Las leyes que legalizan este tipo de uniones se basan en la noción cultural de que una mujer que pierde su virginidad antes del matrimonio, aún por violación, deja de ser una persona honorable y se convierte en una mujer sucia, sin valor.

Cabe destacar que durante largo tiempo la virginidad fue adorada e incluso en varias civilizaciones antiguas las diosas y sacerdotisas debían ser vírgenes, y la ofrenda más valiosa a los dioses era la sangre de mujeres vírgenes.

En México, para consagrar el templo de Huitzilopochtli en Tenochtitlán, el pan que se ofrendaba en sacrificio iba mezclado con la sangre de niños y vírgenes. Hasta el año 14 a.C., en la antigua Roma se ejecutó a vírgenes para conciliar a los dioses.

En el transcurso de la historia el himen se convirtió en un sello del honor femenino, lo cual se estableció en los libros sagrados. Las Leyes de Manu, uno de los textos del hinduismo del siglo mil a.C., establecen que un hombre puede abandonar a su mujer cuando ella llegue «desflorada» al matrimonio.

En el Viejo Testamento el Quinto Libro de Moisés (700 a.C. aprox.), que contiene la legislación judaica, tiene un reglamento parecido a las leyes que permite el matrimonio entre violador y víctima.

El capítulo 22 indica que «cuando alguno hallare moza virgen, que no fuere desposada, y la tomare, y yació con ella, y fueren hallados; entonces el hombre que yació con ella dará al padre de la moza cincuenta piezas de plata, y ella será su mujer, por cuanto la humilló: no la podrá despedir en todos sus días».

Además este libro sangrado afirma que «le han de penar en cien piezas de plata, las cuales darán al padre de la moza, por cuanto esparció mala fama sobre virgen de Israel: y la ha de tener por mujer, y no podrá despedirla en todos sus días». Por lo tanto se recomendó guardar la ropa manchada de la «desfloración» como testimonio de honor.

Con la Santa María inmaculada madre de Jesús, el culto a la virginidad encontró su camino en los libros sagrados más recientes. Con el Nuevo Testamento la religión católica mitificó a María por su virginidad como la mujer perfecta.

Los textos del Corán (650 d.C. aprox.) rebosan de homenajes a la virginidad y recomiendan el matrimonio solamente con una mujer honorable que, por supuesto, significa que ésta sea virgen.

Así durante los siglos el himen se convirtió en un valor fundamental no sólo de la mujer sino de toda su familia. Durante el siglo XX, hasta los años 70, en muchos pueblos de España sólo las novias vírgenes podían casarse de blanco, símbolo de pureza. Las otras tenían que casarse de negro y a escondidas.

Este tipo de matrimonio clandestino parece inofensivo comparado con los hechos que se reportan por ejemplo en India: Seema de 10 años, fue secuestrada y violada por dos desconocidos. Cuando sus familiares supieron de la violación, la abandonaron y salieron de la ciudad para huir de la vergüenza.

Sin embargo ella tuvo suerte porque sus familiares no la mataron por manchar el honor de la familia. El Fondo de Población de Naciones Unidas (FNUAP) calcula que en el mundo cada año unas cinco mil mujeres y niñas son asesinadas por cuestiones de honor.

Estos asesinatos, llamados «crímenes de honor», se reportan en Bangladesh, Brasil, Ecuador, Egipto, India, Israel, Italia, Jordania, Marruecos, Pakistán, Suecia, Turquía, Uganda y Reino Unido.

En muchos países islámicos, los asesinatos de honor tienen la aprobación social y los homicidas reciben una pena mínima. En algunas naciones los «crímenes de honor» tienen además la aprobación legal, advierte el CRLP.

En Jordania la sentencia puede ser reducida a un año si el asesino asegura haber actuado en defensa de su honor.

En las regiones musulmanas la «deshonra» de la mujer también puede ser castigada por un tribunal de la Sharia, ley islámica. Tal es el caso de la nigeriana Bariya Magazu, quien fue condenada a 180 latigazos por mantener relaciones sexuales antes del matrimonio.

Para asegurar que la novia llegó pura al matrimonio, varias familias exigen pruebas de virginidad realizadas por un médico, o simplemente la sábana de la cama de boda manchada de sangre. Estas tradiciones se reportan en Sri Lanka, India, Turquía, Kurdistán, Sudáfrica y Kiribati.

Las pruebas de virginidad, consideradas por la organización Human Rights Watch como violaciones a los derechos humanos de las mujeres, han llegado al extremo de provocar suicidios entre la población joven de países como Turquía.

Una manera de proteger a la futura esposa ante el peligro de una relación prematrimonial es casarla muy joven, afirma el Fondo de Desarrollo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el cual documenta matrimonios de menores de edad en Africa, América Latina y Asia. Algunas de las cónyuges tienen apenas 10 años.

El método más doloroso de conservar la virginidad hasta el matrimonio es la mutilación genital femenina (MGF), que en el siglo XIX fue practicada por algunos médicos en Inglaterra, Estados Unidos y Alemania para curar a sus pacientes de la histeria y masturbación.

Todavía se practica la MGF en más de 28 países africanos. En algunos se sutura la vagina después de la circuncisión para que su futuro marido pueda «abrirla» en la noche de bodas.

       
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