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Las diferencias entre el norte y el sur

Por Juana Eugenia Olvera Méndez*

Existe por ahí la creencia de que los países del Norte siempre tienen una influencia –no se dice si benéfica o maléfica- sobre los países del Sur y dado el reciente éxito en el rescate de los 33 mineros chilenos, qué bueno que ese dicho, no se efectuó.

El gobierno chileno cumplió con la responsabilidad que asumió cuando tomó posesión del cargo, y no se dejó llevar por la pésima influencia de Fox y Calderón, ante la tragedia nacional en la mina Pasta de Conchos, en donde fallecieron 63 mineros.

La diferencia de los enfoques, es que los chilenos vieron a los mineros como seres humanos, como hermanos y básicamente como padres, hijos, en una palabra como personas trabajadoras que enfrentaban un accidente laboral y que afortunadamente, pese a estar a 700 metros de profundidad, reinventaron la palabra de solidaridad, salvamento, rescate.

Por más que trato de recordar, si en algún momento cuando sucedió la misma tragedia en México, autoridades nacionales mostraron los rostros contritos, afligidos o preocupados por aquellos hombres sepultados en la mina, sólo recuerdo el silencio oficial como respuesta.

Y posteriormente, ante los embates de la naturaleza, en las diversas tragedias sucedidas a lo largo de estos 4 últimos años en Chiapas, Veracruz, Tabasco, Coahuila, Monterrey, etc., aunque vemos las visitas guiadas que realizan los responsables de enviar la ayuda gubernamental a las entidades afectadas, misma que nunca llega, inmediatamente salen las llamadas oficiales a la sociedad civil para que colabore y resuelva lo que ellos no pueden hacer.

«Señores, si ustedes no saben cómo solucionar los accidentes que suceden en su país, tengan la honestidad de reconocer su incapacidad para actuar ¡RENUNCIEN!, permitan que personas capaces, honestas, congruentes y con capacidad de servicio resuelvan lo que ustedes no pueden hacer.»

Me extrañó cuando se envió ayuda a Nueva Orleáns, cuando el huracán Katrina y vimos los millones de dólares que se enviaron a Haití y Chile, después de sus terremotos, y vemos como pasan meses y meses y los connacionales siguen con las casas destruidas, inundadas, las personas careciendo de lo indispensable, y los mensajes por los medios de comunicación solicitando la ayuda de la sociedad civil y entonces nos preguntamos «y los fondos para los desastres, ¿a dónde van?, porque a los necesitados, no se ve que lleguen.

Sí, es fabuloso que los que puedan ayudar lo hagan, pero en las circunstancias actuales, aunque la propaganda diga que hay nuevas fuentes de empleos, y que ya miles de personas han solucionado su problema de desocupación, la realidad es otra y por lógica no hay tanta capacidad para prestar ayuda.

Ante tantas mentiras que se nos dicen, deja una de creer en los supuestos logros. Tantos cambios en el gabinete y los abusos de los familiares de los nuevos miembros del sistema, nos convencen cada vez más de la incapacidad de los que nos gobiernan.

10/JEO/LR/LGL

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