En América Latina el proceso de superación de la pobreza se encuentra estancado en la región desde 1997, y afecta más a las mujeres que los hombres. Sin embargo, la pobreza aumentaría si no se contará con su aporte económico.
Asimismo, los hogares monoparentales –hijas o hijos viven con su padre o madre- encabezados en su mayoría por mujeres, se ven afectados también por otras desventajas vinculadas a la falta de valoración del trabajo doméstico no remunerado, que no recibe reconocimiento social.
El informe Panorama Social de América Latina 2002-2003, de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), refiere que las mujeres ha alcanzando niveles de escolaridad superiores a hombres, así como las que forman parte de la población económicamente activa tienen en promedio más años de estudio.
No obstante son las principales víctimas del desempleo y más vulnerables a la discriminación salarial.
APOYO INDISPENSABLE
El estudio de CEPAL resalta que las mujeres que cuentan con ingresos propios contribuyen de manera significativa a la disminución de la pobreza de los hogares.
En sentido, datos disponibles de 1999, de 17 países, muestran que la pobreza se incrementaría en más de 10 puntos porcentuales en ocho naciones, sin el aporte femenino, entre ellos: Bolivia, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Paraguay.
Para CEPAL son varios los desafíos que se desprenden del análisis de la pobreza desde la perspectiva de género. Por ejemplo, destaca que las políticas deben fomentar la conjunción de las tareas domésticas y reproductivas con la vida laboral de mujeres y hombres.
Es decir, servicios de cuidado infantil hasta permisos parentales que favorezcan la participación masculina en la vida familiar.
Además, las medidas de acción positiva para el acceso a activos y particularmente a la propiedad de la tierra por parte de las mujeres de las zonas rurales, deben formar parte integral del combate a la pobreza.
El organismo regional hace hincapié en que es necesario facilitar la recolección de información desagregada por sexo para el diseño y evaluación de políticas y programas y permitir el monitoreo de los programas de transferencias e inversión social donde se verifica una amplia participación de mujeres como intermediarias de políticas sociales.
LOS HOGARES EN MÉXICO
Información del Consejo Nacional de Población (CONAPO), establece que en tres décadas el número de hogares creció de 6.8 a 22.7 millones y se prevé para que el 2010 se necesitarán servicios para 33 millones de familias, de los cuales una quinta parte estará jefaturada por una mujer.
Se da cuenta que la proporción de familia nuclear conyugal –una pareja con sus hijos solteros- disminuyó en las pasadas dos décadas. En tanto, aumentaron los hogares donde una pareja vive sin hijos y los hogares parentales.
Actualmente en cada casa viven menos de dos personas con 15 años o menos, al tiempo que la tendencia apunta a que en promedio uno de cada cinco hogares tendrá pronto por los menos una persona mayor de 65 años.
En América Latina, según la CEPAL, el trabajo doméstico no remunerado y de reproducción imprescindibles para la sobrevivencia de los hogares se encuentra casi totalmente en manos de las mujeres, tanto en las áreas rurales como urbanas.
Asimismo, los análisis de uso del tiempo muestran que las desigualdades de género en la distribución del trabajo al interior del hogar, indican que las mujeres destinan más tiempo a actividades no remuneradas que los varones.
Es decir, tienen jornadas de trabajo más largas que van en detrimento de sus niveles de salud, nutrición, participación ciudadana y recreación.
03/RGL/GMT
