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Las mujeres en el nuevo espacio político de Latinoamérica

Por Mirta Rodríguez Calderón

El último año y medio de elecciones en el continente ha dejado un saldo a favor de gobiernos de tendencia progresista.

Para bien o para mal, las mujeres tienen en el continente una imagen de participación que las proyecta como protagonistas en los procesos electorales, por varias razones: a pesar de los sufrimientos que les han acarreado los gobiernos neoliberales, porque en todo el continente tienen derecho al voto y porque constituyen la mitad de la población, si bien no existen cifras segregadas por sexos en todos los países.

Los proyectos de gobierno más alejados de la opresión reaccionaria, con voluntad de combatir la pobreza y la corrupción, están contando con las mujeres, en seis de los 10 países que tuvieron elecciones. Las peruanas y salvadoreñas, electoras de primeros mandatarios en este lapso, pugnan ahora con gobiernos con mayor compromiso y presupuestos para ellas.

Un caso particularmente esperanzador es el del presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien ha logrado el apoyo mayoritario de su pueblo en una nación donde ellas son más del 50 por ciento de los más de 11 millones de habitantes.

Jenny Londoño, una poeta feminista colombiano-ecuatoriana, dirigenta nacional de la Coordinadora Política de Mujeres del Ecuador, refirió a SEMlac que esta organización está impulsando la Asamblea Constituyente propuesta por Correa.

Este economista, que estuvo opuesto a la dolarización del país en 1999, es el único primer mandatario que hasta ahora se ha pronunciado explícitamente por la equidad de géneros.

Y, efectivamente, designó a ocho ministras, una de ellas la de Defensa, fallecida hace pocas semanas en un accidente de oscuros perfiles que está siendo investigado. Guadalupe Larriva era, al decir de la propia Londoño, «una extraña mezcla de mujer adorable, sensible, alegre e inteligente, pero sobre todo rebelde, contestataria, luchadora tenaz».

Muy conmovida, Londoño sólo pudo agregar: «prefiero que hable el corazón». Y adelantó a SEMlac estos versos: «Nunca perdón ni olvido, nunca más llanto y lágrima, /tejeremos sus sueños uniendo cada mano /compañeros, amigas, hermano con hermana, /y blancos con sus grises y pardos y rosadas.// Ya nunca más mentiras, ya nunca más infamias,/ ya no más miedo al miedo, hoy empieza el mañana».

Desde su surgimiento, más de 20 años atrás, la Coordinadora Política de Mujeres del Ecuador ha estado muy vinculada a audaces acciones del movimiento femenino, entre ellas, haber conseguido en 1997 reformas a la Carta Magna que consagran la igualdad de los derechos humanos y de ciudadanía para las mujeres, y respeto y equidad para las personas de diversas opciones sexuales. Para esa fecha, sólo Sudáfrica tenía una Constitución con tal postulado.

MIRADA ATENTA SOBRE BOLIVIA Y NICARAGUA

Desde el punto de vista de las mujeres, Bolivia y Nicaragua presentan situaciones que dejan que desear. El presidente boliviano Evo Morales, a quien, entre otras fuerzas femeninas, lo apoyó la Federación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia «Bartolina Sisa», no se ha dirigido todavía a ellas, ni a otras mujeres, para compartir el poder.

En un artículo de María Galindo, de «Mujeres Creando», circulado por Internet, las activistas de ese grupo afirman que «no saldrá Eva de la costilla de Evo». Recuerdan que hace algo más de un año, cuando Morales tomó posesión, a las mujeres cocaleras que lo elevaron se las dedicó a cocer los alimentos y lavar en el río los pescados para los visitantes.

En un análisis más a fondo, la articulista escribe: «Salta a los ojos sin disimulo, no la exclusión de las mujeres, sino el uso servil de cientos de nosotras en las tareas históricas que las izquierdas nos han reconocido por siempre y hoy los indigenismos perpetúan: lavar, cocinar, servir y organizarlo todo con silencio de mudas, con emoción de sumisas, con paciencia de esclavas y, por supuesto, con devoción de amantes que aportan con placer las noches del caudillo y sus comitivas de turno».

No obstante el ríspido lenguaje, lo cierto es que no descuellan las mujeres en el gabinete ni en otros espacios bolivianos.

Casi increíble, por otra parte, es la situación de las tan valientes nicaragüenses, llenas de historia, que optaron por colocar otra vez a Daniel Ortega en la silla presidencial, a pesar del episodio de incesto reiterado de que lo acusó su hijastra Zoilamérica Narváez, y de que su actual alianza con la Iglesia ha significado que su primer acto de complacencia haya sido criminalizar el aborto.

María Suárez, codirectora de Radio FIRE Internacional, desde Costa Rica, elaboró un contundente artículo editorial, «El incesto de un país», en el que devela las para nadie ocultas alianzas del «sandinista» con la peor zaga del impugnado ex presidente Arnoldo Alemán. Y no sólo con ése:

«La misma campaña electoral que le dio el triunfo a Ortega estuvo caracterizada por una jornada que afirmaba constantemente el carácter del pacto», señala Suárez.

Se refiere también a «la imagen mesiánica de un arrepentido que entre mea culpa y otros actos similares, como ir a misa, casarse por la Iglesia Católica y confesarse, todo en un corto período preelectoral, prometía la reconciliación sin tener que rendir cuentas por la vía de los mecanismos jurídicos del Estado».

«Lo duro de la vida en Nicaragua es que Ortega, su actual presidente electo, tiene una denuncia en la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el abuso de su hija cuando era una menor de edad. ¡Un Presidente acusado por abuso de una niña! ?», se espanta María Suárez.

Hay que admitir que la anterior administración agudizó la extrema precariedad en que vive la población. La gente consideró que, durante su primer gobierno, Ortega introdujo medidas populares que buscaban la justicia social. Y debe repetirlas.

Chile es punto y aparte: Michelle Bachelet tiene ya evidencias, además de la declarada voluntad de cumplir con su palabra empeñada a favor de la equidad de géneros. Su gabinete, formado mitad a mitad, fue la primera prueba. Luego no permitió que se elevara la edad para la jubilación de las mujeres. Su mantenida ideología izquierdista no deja lugar a dudas.

Izquierdista también Hugo Chávez, ha contado con el apoyo sin cortapisas de las mujeres que formaron legión entre quienes lo sacaron de la cárcel y lo devolvieron al poder, cuando el golpe de Estado de 2002, o que en las últimas elecciones preservaron para él la primera magistratura de la nación.

EL ESPACIO DE LAS CUBANAS

Las cubanas fueron, después de las ecuatorianas y las brasileñas, quienes primero conquistaron el derecho al sufragio en 1929, 1932 y 1934, respectivamente.

Justo el 3 de febrero de 1934, el presidente Carlos Mendieta firmó la ley que otorgaba el sufragio a las mujeres. Fue en 1936 que las cubanas ejercieron el voto por primera vez en la República: como electoras y como elegibles: 8 fueron Representantes a la Cámara y una, concejala.

Este año, en esa fecha, cubanas que viven en la Florida se reunieron para conmemorar la ocasión e inaugurar un mural fotográfico con gráficas del patriotismo y los empeños ciudadanos de ellas.

Interrogada por SEMLac sobre la presencia femenina en los espacios decisorios del poder en Cuba, la historiadora Sonnia Moro ve el panorama actual así: «Los avances de las cubanas, a partir de la instauración del Poder Popular en 1976 ?con algunos retrocesos en la década del ochenta?, tienden a ocultar lo que les falta por andar en ese ámbito».

Y agrega: «Un análisis de género de nuestra sociedad revela que existe una profunda brecha entre la condición de ellas ?envidiable en muchos aspectos, con 36 por ciento en el Parlamento? y su muy menguada posición en las altas esferas de poder, lo cual contradice su potencial protagonismo político. Ello refleja las inequidades genéricas que persisten en la cotidianidad y en el ámbito económico, social y cultural».

En los últimos 16 meses, también fueron elegidos Alan García (Perú), Antonio Saca (El Salvador) y René Preval (Haití), y fue reelecto Lula en Brasil. Todos, con una importante participación del electorado femenino.

Análisis particulares merecerían las posiciones con respecto a las mujeres del continente, a las electoras recientes y a las otras, a quienes les queda por trillar mucho camino.

07/MRC/GG

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