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Las mujeres que faltan

Por Carmen Torres

El fenómeno de las «mujeres ausentes» hace referencia a aquellas que se cree han muerto debido a la discriminación en el acceso a la salud y a la nutrición.

El problema no es nuevo. El investigador indio Amartya Sen, Premio Nobel de Economía 1998, ya lo había planteado a inicios de los años noventa, en el artículo Faltan Más de 100 Millones de Mujeres, que marcó un hito para la argumentación sobre los derechos humanos de las mujeres. En él señalaba:

«Las cantidades de ‘mujeres que faltan’, en relación a las cantidades que podrían esperarse si los hombres y las mujeres recibiesen igual cuidado en salud, medicina y nutrición, son considerablemente grandes. Más de 100 millones de mujeres simplemente no están allí, porque las mujeres están abandonadas en comparación con los hombres».

Los datos recogidos para el Informe de Desarrollo Humano 2003 indican que el número de mujeres ausentes ha aumentado, pero ha disminuido en proporción a la cantidad de mujeres vivas en la actualidad. Se han producido avances en Bangladesh, Pakistán y en la mayor parte de los Estados árabes, pero ha habido sólo una leve mejora en India y un deterioro en China.

A la inversa, en algunos países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) occidental (antiguas repúblicas soviéticas), los hombres están muriendo hasta 15 años antes que las mujeres.

El Informe de Desarrollo Humano 2003 hace reiteradas referencias a la Declaración del Milenio, suscrita por 189 países en la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas de septiembre de 2000 que, en lo sustantivo, establece ocho objetivos para reducir los índices de pobreza en el 2015 a la mitad de los que existían en 1990.

La Declaración del Milenio incluye un llamado a potenciar a las mujeres desde un punto de vista político, social y económico. Con dicho fin, el tercer Objetivo de Desarrollo del Milenio tiene por meta reducir la brecha entre hombres y mujeres en la educación primaria, secundaria y, finalmente, en la educación superior.

Pero la brecha entre géneros en la educación es sólo una pequeña parte de la desigualdad entre los géneros, señala el Informe. En la mayoría de los casos, la discriminación de género va acompañada de sesgos frente a otras características personales como la localización (zonas rurales), el origen étnico (minorías indígenas) y la condición socioeconómica (los hogares más pobres).

La brecha entre géneros en la salud y particularmente en la educación son causas importantes de discriminación de género. En muchos países en desarrollo, la brecha entre géneros en la enseñanza primaria y secundaria es mucho más profunda entre la quinta parte más pobre de la población.

Además, en la mayoría de estos países la situación no cambió significativamente en la década de los 90, lo que apoya la evidencia de discriminación frente a las niñas en el espacio del hogar, sobre todo en los hogares pobres.

El Informe destaca que la igualdad entre los géneros es un elemento esencial para determinar si muchos de los objetivos de desarrollo del milenio se alcanzarán o no.

Desde la mejora de la salud y la lucha contra la enfermedad, a la reducción de la pobreza y el hambre; desde la difusión de la educación y la disminución de la mortalidad infantil, al aumento del acceso al agua potable y a la garantía de la sustentabilidad ambiental.

Por otra parte, el informe indica que, globalmente, las mujeres representan algo menos de la mitad de los adultos afectados por el VIH/SIDA. Pero en el África Subsahariana, donde el virus se ha expandido principalmente a través de la actividad heterosexual, más del 55 por ciento de los adultos infectados son mujeres.

Allí, las mujeres jóvenes tienen entre dos y cuatro veces más probabilidades que los hombres de contraer la enfermedad. En Asia Meridional y Asia Sudoriental, el 60 por ciento de los jóvenes infectados por el VIH/SIDA son mujeres.

El Informe de Desarrollo Humano 2003 clasifica a 175 países según diversos índices económicos, de salud y de educación de 2001, año más reciente del que se tienen datos disponibles. En el primer y el último puesto del Índice de Desarrollo Humano (IDH) se mantienen los mismos países que el año pasado: Noruega y Sierra Leona, respectivamente.

El Índice, creado en 1990, es una medida que evalúa los aspectos fundamentales del desarrollo humano en países ricos y pobres, basándose en la esperanza de vida, el nivel de educación y los ingresos por habitante.

• Casi todos los países de «desarrollo humano bajo» están en África Subsahariana: 30 de un total de 34. Haití también está entre ellos.

• Aproximadamente la mitad de los países de América Latina y el Caribe experimentaron un retroceso o un estancamiento en ingresos durante la década de los 90.

En el África Subsahariana, la devastación causada por la pandemia de VIH/SIDA es la responsable de los retrocesos en el Índice del Desarrollo Humano 2003.

La esperanza de vida ha descendido marcadamente a causa de la incidencia del VIH/SIDA, que afecta a una de cada cinco personas en algunos países. Sudáfrica, por ejemplo, ha descendido 28 puestos desde 1990, debido a la mayor mortalidad de personas jóvenes por enfermedades asociadas al SIDA.

Sin embargo, el Índice del Desarrollo Humano 2003 también tiene algunas noticias positivas:

• Brasil ha dado un salto significativo en el Índice del Desarrollo Humano, gracias, principalmente, a sus esfuerzos en materia de educación. Bolivia y Perú también han mejorado su clasificación, como resultado de las reformas de política social que han emprendido.

El Informe sobre el Desarrollo Humano 2003 también presenta otro índice que ilustra un aspecto importante del desarrollo:

• El Índice de Potenciación de Género (IPG), que mide la participación de la mujer en los ámbitos políticos y económicos. Los datos del IPG de este año revelan que la discriminación contra las mujeres se mantiene a pesar de una alta clasificación en el Índice del Desarrollo Humano.

Muchos países pobres obtienen mejores resultados que otros mucho más ricos. En términos de participación e inclusión, las mujeres figuran mejor en Botswana, Costa Rica y Namibia que en Grecia, Italia y Japón.

«En los países muy desarrollados, el IPG y el IPH (Índice de Pobreza Humana) son medidas mucho más significativas del desarrollo humano que el Índice general del Desarrollo Humano en sí», comentó la principal autora del informe, Sakiko Fukuda-Parr.

«Estos índices ponen de manifiesto que dos países pueden tener una clasificación similar en cuanto al desarrollo humano, pero enormes diferencias en la proporción de ciudadanos excluidos y sin oportunidades».

* Feminista chilena, integrante de ISIS Internacional, y editora de Mujeres Hoy

       
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