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Las mujeres también tenemos molinos de viento

Por la Redacción

Escritoras, periodistas, comentaristas y actrices, hicieron acto de presencia en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, para participar en las diversas actividades y presentaciones de libros. En una proporción desigual, dada su notoria minoría, las autoras alegraron con sus comentarios las reuniones diarias que durante el día y parte de la noche concentraron a miles de visitantes.

Las más admiradas: Anabel Ochoa, con su tema de la sexualidad; Rosa Montero e Inmaculada de la Cruz, especialistas en El Quijote; Paloma Villegas a quien se le adjudicó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2005, entre otras, sin olvidar que en los conciertos gratuitos que diariamente dieron el cerrojazo a las actividades la única mujer que se presentó fue Tania Libertad, de origen peruano, cuyo país fue invitado de honor.

En este contexto, hubo un espacio particular para recordar El Quijote, de Miguel de Cervantes, en su 400 aniversario. La serie de mesas redondas de análisis de la obra consistió en abordar temas que se desprenden de la obra y en la lectura de fragmentos coordinada por la española Inmaculada de la Cruz, maestra de literatura y periodismo.

El soldado de Lepanto (valor, milicia e historia en El Quijote) fue la conferencia magistral impartida por Arturo Pérez Reverte; Sexo y amor en El Quijote, la de Andrés de Luna y Rosa Montero, con Jesús Ochoa como lector, y Mujeres imaginarias y reales en El Quijote fue la de la escritora Carmen Boullosa, la astrónoma y divulgadora científica Julieta Fierro y la actriz Ana Colchero como lectora.

Las participantes revisaron el romanticismo infinitamente cursi con que el Quijote se refiere a su intocable Dulcinea. Pero también analizaron la personalidad de otras mujeres (algunas de las que contiene la obra). Inmaculada de la Cruz ubicó esta galería de mujeres a finales del siglo XVI y principios del XVII en España, donde las mujeres podían heredar bienes y títulos nobiliarios, pero los hombres estaban por encima de ellas en importancia. Ellas eran igual de analfabetas o ilustradas que ellos. Las actividades se repartían, pero las tareas domésticas seguían a cargo de las mujeres.

La especialista destacó que en caso de violación, acto que aparece recurrente en El Quijote, éste se arreglaba con obligar a la víctima a casarse con su violador. La prostitución estaba regulada. El convento era una buena opción, ya que traía consigo mayores posibilidades de cultura para las mujeres.

Se refirió a las dos primeras mujeres que aparecen en la obra de Cervantes como dos prostitutas a quienes el autor convierte en princesas. La primera, doña Molinera, despertó las opiniones de las invitadas. Julieta Fierro destacó que los hombres siempre convierten en princesas a sus prostitutas. De Dorotea opinó que sí tiene voz, «cosa rarísima en el libro».

Julieta Fierro recordó que durante la historia las mujeres se van porque no pueden hacer lo que quieren, pero Dorotea decide hacerlo, a pesar de los riesgos. Considera que es un gran personaje porque tiene una vida polifacética. Habló también de los libros «devotos» que leían las mujeres, lo cual considera «tremebundo» pues aún en la actualidad seguimos padeciendo esa cultura «a y las que somos audaces como Dorotea la sociedad las obliga a que, si quieren hacer algo más, primero deben atender su casa».

En cuanto a Dulcinea, no le cabe duda de que es un invento, que no existe. «Esto indica que siempre tendemos a inventar a las personas; nos enamoramos y después nos asombramos de que la persona no corresponde a nuestro ideal. Eso es Dulcinea: una mujer que no abre la boca jamás.

Asimismo, el Quijote cree que el sadismo da gusto a las mujeres y perpetúa el mito de que el sacrificio humano da gusto a los dioses. «La violencia es inadmisible; perpetuar el mito de que la violencia da gusto a otros me parece terrorífico. Dulcinea es la idea falsa de mujer».

Al referirse a Teresa Panza, esposa de Sancho Panza, la ve como una mujer hosca, tosca, trabajadora, a la cual no le importa que el esposo se vaya por ahí; es independiente, no le dan celos. «Es una gran mujer, la admiro».

En cuanto a Claudia Jerónima, última mujer analizada, acotó que los celos son su problema porque son alucinatorios. «Yo me puedo imaginar lo que quiera; lo que necesitamos en nuestra cultura es aprender a resolver de otra forma la vida. A las mujeres nos deben dar más herramientas; me parece terrible que esa chica permanezca prisionera en un convento: uno debe ser libre como las mariposas».

Finalmente Julieta Fierro arrancó nutrido y largo aplauso cuando concluyó: «Pienso que Cervantes se pudo haber imaginado a las mujeres interesadas en leerlo, pero lo que estoy segura es que Cervantes no se imaginó que 400 años después lo leeríamos nosotras con otra lectura. Lo importante es que estas mujeres que estamos aquí también tenemos molinos de viento como ideales y salimos a buscarlos, aunque parezcamos unas locas».

*Periodista mexicana

05/SN/YT

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