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Las mujeres y los medios

Por Sara Lovera

Siempre comenzar un nuevo año se hace con renovadas esperanzas de que aquello que nos preocupa, inspira, demanda y moviliza salga adelante.

Durante todos los años de mi vida profesional, 37, he creído que poner en el centro de la información a las mujeres, como parte de este quehacer público, ha sido lo estrictamente ético y correcto.

Este 2 de enero, la noticia que puede entristecernos y cimbrarnos es el anuncio de la desaparición del suplemento feminista mensual Triple Jornada, editado por la casa editorial de La Jornada y cuya primera época, de 11 años, llamándose Doble Jornada, me tocó dirigir.

Desde ese lugar, como bien dice el último editorial de esta publicación, se informó y reflexionó sobre cómo viven las mujeres: cuerpo, sexualidad, placer, salud, mente, organización de mujeres, proyectos, justicias e injusticias, guerras, realidades de otras latitudes, creaciones de todo tipo, acciones políticas, utopías, teorías, investigaciones, debates y denuncias.

El proyecto editorial feminista de La Jornada, no obstante, hizo escuela y se expandió por todo el país. Hoy existen al menos 40 publicaciones de edición regular en la nación, y una cantidad enorme e inasible de espacios informativos en la prensa local, nacional e internacional, en impresos, radios y televisión, que impulsó el grupo que dio vida original a Doble Jornada, cuya información se distribuye a través de Cimacnoticias.

A pesar de ello, es importante hacer notar que durante 18 años, mes a mes, ahí se pudo leer lo local, lo nacional y lo mundial. Se hizo todo en periodismo de, para y con las mujeres. Su desaparición nos revela cuán importante ha sido no elaborar proyectos aislados de la realidad. El diario La Jornada, al nacer, cubrió un espacio fundamental para una población lectora que anunciaba los cambios democráticos y electorales.

Ahí las mujeres hemos sido piedra de toque, a pesar de que se enseñorea la discriminación y la exclusión, pero tenemos un importante acumulado histórico en defensa de nuestros derechos humanos. Por ello tenemos que reconocer nuestros pasos previos, y uno de ellos, sin duda, ha sido esa orientación editorial en esa casa editorial.

En fin…se cierra una etapa que nos hizo mirar a las mujeres de otra forma. Es lamentable y, sin embargo, como también dicen sus editoras, otros medios, en otros momentos, ahora mismo, a través de cientos de espacios, documentan la condición social de las mujeres. Como se reprodujo el periodismo que enarboló La Jornada, igual se reprodujo la apuesta del suplemento feminista. Hoy sabemos que surgieron ya y surgirán nuevos espacios para seguir documentando la condición social de más de la mitad de la población.

Queremos aquí reconocer ese inmenso entramado que nació en 1987 con el apoyo señero y visionario del poeta y periodista Carlos Payán Velver, en el que cientos de mujeres nos hicimos oír y aportamos al continuo de nuestra vida, que ha cobrado lentamente un nuevo estatuto.

En 2005 también despareció la versión impresa de la revista Fem, la primera publicación feminista de la nueva ola del feminismo que comenzó en los años 70. También desde ahí abrevamos para crecer y reproducirnos.

Debemos reflexionar con esta parada en el camino. La información y la comunicación de lo que piensan, sienten, desean y luchan las mujeres, nosotras, no tiene como opción el enclaustramiento, y lo sabemos. Las redes de periodistas que hacen camino por el país y el mundo, con el compromiso de mirar y hacer oír a las mujeres, hoy, en estos tiempos, debe coronarse con una nueva legislación que garantice la democratización de los medios de comunicación. Esa nueva utopía, ahora en manos del Congreso, debemos hacerla nuestra.

El cierre de los espacios es lamentable, porque sucede también en un momento de reflujo del movimiento feminista, enredado en graves dificultades por aclarar el camino de hoy, cuando el feminismo parece cada vez más institucionalizado y con menos movilización. Que esto nos sirva para ampliar la mira.

El cierre de Triple Jornada, recordando el asesinato de las mujeres, sin nombrar el fenómeno como feminicidio, obliga a continuar trabajando por la ciudadanía plena de las mujeres para que nada justifique el horror de la violencia contra nosotras.

Por eso, es importante no olvidar que en 2006 nuestro reto es parar los asesinatos de mujeres que pueblan, por desgracia, el territorio nacional y el mundo; contribuir a que la sociedad reconozca que es inaceptable e intolerable la discriminación femenina, lo que sólo será posible gracias a los antiguos y nuevos espacios de expresión permanente, de creación de alternativas, de compromiso donde quiera que nos hallemos quienes pensamos que tiene que haber, como decía Rosario Castellanos, otra manera de ser, otra manera de ser libre y humana.

No podemos quedarnos calladas frente al infortunio; esperamos que la casa editorial de La Jornada siga informando y siga asumiendo que las mujeres no somos un grupo o un sector especial, sino parte de toda la humanidad que implica que los medios de comunicación e información reconozcan que tienen un compromiso y una responsabilidad fundamental con las mujeres de México y el mundo. Sería deseable hablar de renovación y cambio, y no de anulación y olvido.

*Periodista y feminista mexicana

06/SL/YT

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