Las orejas de cada persona son únicas, no hay dos iguales, sostiene Wataru Ohashi (Cómo Leer el Cuerpo. Manual de Diagnosis Oriental, 1991), incluso las dos orejas son distintas y tienen características –al igual que el rostro– que pueden revelar la naturaleza interior de una persona.
La medicina oriental relaciona las orejas con los riñones, semejantes ambos en tamaño y forma, «el arca del tesoro de la herencia ancestral» del ser humano ya que, según Ohashi, «distribuyen la energía o ki por todo el cuerpo, reparten los dones de la herencia de una persona en forma de talentos (música, arte, enseñanza, construcción) y oportunidades en la vida» dándole orientación.
¿Cuáles deben de ser las características de las orejas según el método de diagnosis oriental que practica este autor de origen japonés? Deben ser grandes y bien formadas, la parte superior redondeada, la región media bastante ancha para ir estrechándose al llegar al lóbulo (que también debe ser grande).
Para Ohashi, en el caso de las orejas lo micro revela lo macro. Así la diagnosis oriental hace un dibujo en la oreja semejante a la posición de un bebé encorvado hacia abajo, explica:
«Durante su etapa de gestación el bebé está en posición invertida en el vientre de la madre. La cabeza es la parte más desarrollada del cuerpo. el resto está encorvado, presentando una imagen bastante similar a la de una oreja: la cabeza está representada por el lóbulo y los sistemas circulatorio y nervioso por los dos estratos del borde exterior de la oreja. La parte más externa parece un neumático que se extiende a lo largo del borde; este borde saliente representa el sistema circulatorio, cuando es grueso y ancho, revela un sistema circulatorio fuerte y bien desarrollado».
Desde esta perspectiva, alguien con el borde de la oreja grueso tendrá las siguientes características: una temperatura corporal bien regulada, las extremidades calientes y bien nutridas con sangre y una personalidad fuerte, estable y centrada. La medicina oriental relaciona, además, al sistema circulatorio con la forma cómo nos entendemos con los demás, comprendemos a los/as otros/as y de nuestra capacidad para hacer amistades.
Así, la ausencia de borde exterior puede indicar un sistema circulatorio débil, las personas que tienen poco o nada de borde grueso pueden tener tendencia a recelar a los demás, quien tiene orejas puntiagudas podría ser desconfiado/a, crítico/a y agresivo/a.
Observa frente a un espejo, obsérvate, quien eres desde esta parte de tu «yo soy». Anota lo que encuentres en tu Diario del Cuerpo. Continuaremos sobre este tema en las siguientes entregas.
*Periodista mexicana
2004/CV/LR