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Libro rescata memoria de mujeres que resistieron a la dictadura

Por Karina Thove
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Un equipo de investigadoras de la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República, encabezado por la historiadora Graciela Sapriza, fue al rescate de la memoria local de la sureña ciudad de Las Piedras, con perspectiva de género y focalizado en el periodo de la última dictadura cívico militar que tuvo Uruguay.
 
El Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos Quica Salvia-Casa de las Mujeres de esa urbe fue el epicentro desde el cual se llevó adelante la tarea.
 
El proyecto contó con los testimonios de varias mujeres que, fundamentalmente, evocaron sus vivencias, sus memorias, sus registros del periodo dictatorial.
 
Aclara expresamente que no se pretende seguir una secuencia cronológica “sino una de emociones y verdades internas”, donde la subjetividad y la construcción de los relatos intergeneracionales tienen su espacio.
 
El libro “Otra historia. Memorias de resistencia. Mujeres de Las Piedras 1968-1985” comienza rescatando las historias personales  de las entrevistadas y las formas en que se integraron a la militancia política, sindical o social en momentos históricos complicados del país sudamericano, donde ya podía verse todo el accionar del aparato estatal represivo previo al golpe de Estado.
 
Están también los testimonios de quienes fueron presas políticas como parte de las numerosas detenciones y redadas que se llevaron a cabo, no sólo en Las Piedras sino en otras poblaciones aledañas del departamento (estado) de Canelones.
 
DE LOS VAGONES A PUNTA DE RIELES
 
La gran mayoría de quienes fueron detenidas y detenidos entre 1974 y 1976 estuvieron alojadas en vagones de tren instalados en el parque de la ciudad de Canelones (capital homónima del estado), donde sufrieron torturas.
 
Como no había cárcel de mujeres en la capital canaria, trasladaban a las prisioneras de los vagones al piso superior del cine Sala Lumiére, donde estuvieron en condiciones totalmente precarias –el local tenía goteras, no había instalaciones sanitarias adecuadas– hasta que en 1978 fueron nuevamente trasladadas a una casa devenida en cárcel en la que había cerca de 40 presas políticas y sociales.
 
En septiembre de 1979, siete de ellas fueron trasladadas al penal de Punta de Rieles, cárcel especialmente acondicionada para recibir a las mujeres militantes de izquierda de todo el país durante la dictadura.
 
Se rescatan anécdotas y situaciones de esa época de encierro y prisión. Destacamos el humor con que relatan la obligatoriedad de asistir a clases de catecismo –las monjas eran quienes se ocupaban de la organización cotidiana de la cárcel de mujeres en Canelones–, y cómo las presas políticas lograron quedar eximidas de esa tarea.
 
EDUCACIÓN ACORRALADA
 
Muchas de las mujeres que participaron en la investigación provienen del mundo educativo. Fueron o aún son maestras, docentes, adscriptas o eran estudiantes en los años 70.
 
La decidida intervención en la enseñanza que hicieron los gobiernos previos al golpe de Estado –la Ley Sanguinetti que creó el Conae, suprimiendo a los entes autónomos de la enseñanza, por ejemplo– fue acorralando cada vez más a la educación, al punto de que muchos fueron destituidos o, si permanecieron en sus cargos docentes, fueron estrictamente vigilados y controlados.
 
Se relatan ataques del grupo derechista Juventud Uruguaya de Pie (JUP) al liceo de Las Piedras, el desarme total de la escuela  experimental de la ciudad que venía funcionando desde la década del 20 con una propuesta pedagógica diferente donde se criaban animales y se cultivaba la tierra, detenciones y secuestros en la  escuela Artigas, así como formas de resistencia grupales o individuales cuando la dictadura fue una dura realidad cotidiana que enfrentar.
 
PROYECTO SOCIAL
 
Otro espacio importante para las y los pedrenses (habitantes de las Piedras) de la resistencia y también esperanzador por toda la obra y el trabajo comunitario que allí se desarrollaba, fue el proyecto impulsado por los jesuitas en La Huella (1975), donde la figura del sacerdote Luis Pérez Aguirre (Perico) se vuelve omnipresente en cada relato.
 
El proyecto comunitario, la integración de niñas y niños a esa vida comunitaria, donde todos hacían todos los trabajos intentando no reproducir la división de tareas por sexo, los llevó a unir lazos con la población local y, en el caso de Perico, su figura también se asocia con la creación de la revista “La Plaza”, junto a los  hermanos Carámbula (Marcos y Gonzalo).
 
Esa revista nace en 1979 y su último número sale en abril de 1982, cuando fue definitivamente clausurada por la dictadura, con un tiraje de 20 mil ejemplares.
 
El libro cierra con una mención biográfica de quien da nombre a la Casa de las Mujeres de Las Piedras, la maestra María Magdalena “Quica” Salvia, madre de Juan Pablo Errandonea Salvia, militante  del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), detenido desaparecido el 26 de septiembre de 1976 en Buenos Aires, Argentina.
 
La  investigación y la publicación se realizaron mediante un convenio entre la Intendencia de Canelones y la Universidad de la República, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
 
Cuenta con un prólogo de Marcos Carámbula, ex intendente de Canelones y habitante de Las Piedras, y una presentación del decano de la facultad, Álvaro Rico.
 
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