El mundo no se divide en hombres y mujeres, se divide en explotados y explotadores y hay que acabar con los explotadores, sostuvo la candidata de la coalición Por el Bien de todos, Rosario Ibarra de Piedra, quien calificó el gobierno de Vicente Fox como una vacilada.
Luego de destacar que la falta de respeto a los derechos humanos en el país sigue siendo una constante y una muestra fue lo que sucedió en San Salvador Atenco, la dirigente y fundadora de Eureka llamó a crear un ejército de ciudadanos que luche contra la violencia hacia las mujeres.
Con las huellas del tiempo sobre su rostro, pero no en el ímpetu, Rosario Ibarra de 79 años de vida, se consideró una «venerable octogenaria» y trajo a su memoria los recuerdos de la construcción de su vida donde hubo pilares fundamentales como su padre, su abuela materna, su esposo y la desaparición de su hijo Jesús acusado de pertenecer a la Liga Comunista 23 de Septiembre, un 18 de abril de 1975.
Tras advertir que ella no da conferencias magistrales, «porque mi padre decía que a cualquier cosa le dicen chocolate en casa de huéspedes», habló directo, sencillo, ante un salón repleto de mujeres y hombres que le aplaudieron en más de seis ocasiones.
No es que las mujeres seamos las «meras, meras petateras», apuntó quien fuera la primera mujer candidata a la presidencia de México, «yo siento que las mujeres tenemos que ocupar el lugar que nos corresponde en la lucha» por cambiar las condiciones de la vida de la humanidad.
Sostuvo que el rol de madres, «está en las manos de las mujeres moldear los cerebros de nuestros hijos e hijas, para que sean gente de valía, con dignidad, gente honrada capaces de luchar por su país y por el mundo».
Ibarra de Piedra, quien planteó que nunca concluirá su búsqueda por los desaparecidos de la llamada «guerra sucia», recordó a su padre quien señalaba que las mujeres podían hacer todo lo que quisieran, incluso «podían hacer más que los hombres, como parir».
El hombre que le enseñó a leer a los cuatro años de edad, sostiene la luchadora social coahuilense, convenció a su madre de inscribir a la niña Rosario en una escuela mixta, para que no se case con «el primero que le mueva el agua», pero la joven Rosario determinó casarse con su profesor de biología, a lo que su madre decía «te casaste con el más viejo, ateo y comunista».
La candidata por el desaparecido Partido Revolucionario de los Trabajadores en 1982 a la presidencia de México, se define como anarquista, porque de lo contrario no hubiera hecho lo que tenía que hacer.
Acusó al gobierno mexicano de querer meter en el cajón de las leyes los problemas que hubiera resuelto haciendo a un lado la Ley «cuando partió de un ilícito debió resolverlo con la ley a un lado, debió decir abran las cárceles para dejar salir a los desaparecidos», dijo en un tono de voz que tres décadas después sigue denotando angustia.
Fui candidata, recuerda, para que se asentara en la historia que sería la primera mujer candidata y esa sería la madre de un desaparecido.
Así, vino a su memoria su abuela materna, Adelaida, quien siendo viuda con ocho hijos, instaló en Monterrey Nuevo León una panadería: «La voz del pueblo» y no dejó ser la mantenida de sus hermanos porque eran generales porfiristas.
Esa mujer, madura, envió al primer congreso de Nuevo León una carta pidiéndole el voto para las mujeres de aquel estado, «la respuesta que tengo guardada decía: ‘se rechaza por improcedente porque las mujeres no están preparadas para ello’, nunca había visto llorar a mi abuela», dice y reitera por eso acepté entonces ser candidata al gobierno de México.
La hoy candidata al Senado de la República, sostiene que Andrés Manuel López Obrador, sí cumplirá los compromisos con las mujeres, que sí habrá un gabinete donde la mitad sean mujeres.
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