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Lo peor, ser mujer

Por Juana Eugenia Olvera*

Si hay un lugar en el planeta en donde las mujeres ocupan el peor lugar, es en el Oriente, llámese Irak, Irán, Afganistán, India, Japón, etcétera. Se sabe que ellas únicamente cumplen la función de reproductoras y servidumbre para el hombre. Aunque en la India hubo una primera ministra, la posición de las mujeres dentro de la sociedad sigue siendo marginal.

En las principales ciudades, las encargadas de barrer las calles son mujeres. Las de sembrar: las mujeres; en los trabajos en carreteras los supervisores son hombres y las obreras mujeres; en las canteras, en todo trabajo pesado, ahí las mujeres desempeñan un papel. No daba crédito ver cómo ancianas encorvadas por los años de realizar una misma tarea, seguían en ella.

En la espera que realicé en el aeropuerto de Madrás (hoy Madurai), conocí a una chica que estudiaba medicina y vivía en un apartamento que le pagaba su familia en Bangalore. En realidad su mentalidad era muy diferente a la de las mujeres sumisas que caminan varios pasos atrás del esposo.

Una de las indicaciones recibidas por los habitantes de esos lugares, es la de vestir a la manera hindú. Si uno usa jeans, los hombres como que enloquecen y quieren tocarte, así que vistes el sari, más difícil de manejar o te engalanas con los famosos punjabis que te brindan cierta tranquilidad y comodidad.

Pero regreso a la experiencia en el aeropuerto de Madrás. El avión que me llevó a la India llegó como a las 2:30 de la madrugada de allá; en ese momento no sabía ni que día era, si 25 o 26 de noviembre. El caos para pasar aduana era como aquí en México, nadie sabía por qué entrada íbamos a pasar, en fin, salvo el idioma, todo era como acá. Finalmente revisaron mi maleta y me dieron la entrada.

Los taxistas, similares a los nuestros, se amontonaban ofreciendo sus servicios. Yo sabía que debía continuar mi vuelo en unas tres horas más hacia Bangalore, pero era en un aeropuerto secundario, el cual no me dijeron que solamente había que caminar el equivalente a unas tres cuadras, pero salió el taxista vivales que se ofreció a llevarme por «x» número de rupias.

Cuando vi que había dado una vuelta y casi casi me dejaba enfrente, le dije que si por esa vuelta me iba a cobrar lo que pedía; fingió no entender inglés.

Bajó mi maleta y el aeropuerto estaba cerrado, lo abrían hasta las 6 de la mañana. Entonces tocó con toda su fuerza, ya que adentro había dos guardias durmiendo en el suelo.

Uno de ellos somnoliento se levantó, abrió la puerta y le explicó al taxista que se abría hasta las 6, que faltaban poco más de dos horas. El taxista explicó que yo traía boleto para el primer vuelo a Bangalore. Comentó con su compañero que permanecía en el suelo y en esas condiciones me permitirían pasar para que por lo menos me pudiera sentar en la sala de espera.

Honestamente no sabía qué hacer, si pasar y esperar o quedarme en la calle. Los guardianes tenían más ganas de continuar con el sueño que pasé encomendándome a Dios.

Busqué un espacio cercano a una lámpara, acomodé mi maleta y me senté tranquilamente, repitiendo los mantras que había aprendido durante el tiempo que pasé en la Gnosis. Era como si estuviera haciendo una meditación.

Como a la media hora llegó una chica acompañada por un señor igualito a Mahatma Gandhi, que era su tío. La acompañaba para esperar la salida del avión a Bangalore. Pronto empezamos a platicar.

A este señor le extrañó ver a una mujer sola esperando en un pequeño aeropuerto cantando mantras, hablando acerca de la búsqueda de un gurú. Me dijo que había muchos auténticos, pero también muchos charlatanes.

Me recomendó ir a todos lados donde yo quisiera. Si no encontraba lo que buscaba, que regresara y él podría llevarme con algunos que él conocía y si no, que regresara a mi país con la seguridad de que algo habría encontrado.

Me encargó con su sobrina para que llegando a Bangalore me encaminara a la estación del autobús que debería tomar para ir a Puthaparthi, al Ashram de Sai Baba, lo cual se cumplió al pie de la letra.

* Narradora oral, astróloga y terapeuta.

11/JEO/RMB

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