La vista, uno de los cuatro sentidos que se encuentra en la cabeza, zona fundamental de nuestra expresión y punto de contacto con el medio ambiente.
A los ojos se les llama «el espejo del alma» por considerarlos la puerta a través de la que manifestamos una parte profunda de nuestro ser interno, con ellos realizamos y compartimos infinidad de actividades (observar, leer, mirar) y emociones (ira, tristeza, miedo).
Para la filosofía china la vista está relacionada con el hígado, órgano vital donde se encuentra la energía del enojo y la bondad. Una lectura de las líneas y marcas de los ojos permite al médico naturista, mediante sus conocimientos en iridología, saber qué nos pasa en el cuerpo físico o en los órganos internos.
Además de comunicarnos con los ojos aprehendemos la realidad. Varios de los problemas que padecemos en esta parte de nuestro «yo soy» están relacionados a la forma o las maneras como nos relacionamos con la vida. Cerrar los ojos nos permite ignorar lo que sucede alrededor o entrar en contacto más fácilmente con nuestro ser interno. Un ejemplo son varias de las enfermedades que padecemos.
Las cataratas –se forman en el cristalino y distorsionan progresivamente la visión– pueden ser una manifestación del deseo de no querer ver lo que está sucediendo. Es probable que la conjuntivitis –inflamación de la membrana que cubre el ojo y el interior de los párpados— sea un indicador de irritación y frustración. El glaucoma –bloqueo del canal de drenaje del ojo– puede mostrar que las cosas que vemos después de los sesenta años ya no son agradables para nosotros (Shapiro Debbie, Cuerpo Mente. La Conexión Curativa, 1991).
Vivir en estrés afecta a la vista. Nos tensamos desde esta parte del cuerpo distorsionando nuestra visión de cómo son las cosas en la realidad. Sobre este aspecto hablaremos en la próxima entrega.
2004/CV/LR
