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México no debe legalizar el dolor y el daño

Por Teresa C. Ulloa Ziáurriz*
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Como dijo Taina Bien Aimé en su artículo publicado en el Portal de We News del pasado 8 de mayo pasado, la ganadora del Premio Nobel de la Paz Toni Morrison en su discurso al recibir el galardón, habló de una mujer esclavizada que estaba embarazada y que su amo decidió castigarla. Él decidió cavar un hoyo en la tierra, lo suficientemente grande para que cupiera su vientre embarazado. De esa manera, él podía golpearla en la espalda, hacerla que tragara tierra, sin poner en riesgo sus ganancias financieras futuras.

En la obscura historia de la confusión de la 4T, que generalmente sucede cuando se mezclan en un solo proyecto político los de derecha, los de pseudoizquierda, la derecha y los “liberales”, encontramos quienes promueven la legalización de los vientres de alquiler, desde el centro del poder, en Bucareli, como la legislación de la prostitución, desde San Lázaro y por otro lado nos hablan de valores, principios, Derechos Humanos y de Dios.

Nos hablan de paridad y transversalizar la perspectiva de género, pero al mismo tiempo están proponiendo dos leyes para preservar el legado del patriarcado que permite perpetuar la definición de las mujeres como vasijas para producir ganancias económicas. No puedo creer que la 4T sean promotores del turismo reproductivo y del turismo sexual, la trata y la prostitución, promotores de la muerte, del dolor y del daño de las mujeres y niñas pobres y más necesitadas. ¿No decían que “por el bien de todos primero los pobres?”.

La primera de estas leyes, la que intenta legalizar los vientres de alquiler, ni siquiera toma en cuenta que para este comercio, cualquiera puede contratar un vientre de alquiler o adquirir un óvulo, porque la poderosa industria de los vientres de alquiler usa dos mujeres, a la primera que es la donadora de óvulos, se le sobre estimula con grandes cantidades de hormonas, típicamente una estudiante de preparatoria que busca poder pagar sus estudios universitarios, para producir suficientes óvulos, en una proporción que puede generar cuatro años de producción de óvulos en un mes, ocasionándole daños en su sistema reproductivo y la segunda que es a la que se le implantan los óvulos fecundados, tantas veces como lo resista, mal nutrida, con poca atención médica y además teniendo que asumir las consecuencias de un producto defectuoso o doble, recibiendo una mínima porción de las ganancias en proporción con las que se lleva la industria de la reproducción, una modalidad más de trata y explotación, ahora la explotación reproductiva de las mujeres.

La otra ley perversa, como cada seis años, es la que intenta, otra vez, legalizar la prostitución con la venia del Coordinador de la Fracción Parlamentaria de Morena en la Cámara de Diputados, Mario Delgado. Nuestros representantes populares no dejan de sorprenderme por su ignorancia y su machismo, como dicen ahora, “se tenía que decir y se dijo”. El Artículo 6 de la CEDAW claramente establece que:

“Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, para suprimir todas las formas de trata de mujeres y explotación de la prostitución de la mujer…”

Nuestros políticos y políticas liberales de la 4T, bajo la premisa de que son políticos progresistas, están impulsando leyes profundamente regresivas que ponen en peligro los derechos de las mujeres, derecho a la salud, a la seguridad, la integridad corporal, a la dignidad, los derechos sexuales y reproductivos y cualquier esfuerzo para alcanzar la igualdad sustantiva, abusando de la necesidad de las mujeres más pobres.

Se ha presumido a nivel nacional e internacional nuestro congreso y nuestro gobierno paritario, pero eso no ha logrado que se erradiquen las concepciones machistas y misóginas, por un lado se reivindican los derechos sexuales y reproductivos, se habla de hacer leyes contra el acoso callejero y en el lugar de trabajo y para el trato igualitario a las mujeres. Y ambas iniciativas de ley son antiéticas y contradictorias a esos postulados.

En primer lugar, el alquiler de vientres no ofrece ninguna protección de los abusos de la salvaje y ambiciosa industria de la “reproducción asistida”, como le dice a la iniciativa para legalizarla, no ofrece ninguna garantía para las mujeres, lo que permitiría a cualquiera, incluso a los tratantes, reclutar mujeres de cualquier parte del mundo y traerlas a México para implantarles embriones y rentar sus vientres para embarazarlas. En la industria de la “Reproducción Asistida” o de los vientres de alquiler, así como a la mujer esclavizada y contrario a lo que establece la propuesta de Ley, que propicia comercio clandestino, ni el feto, ni el bebé pertenece a la madre que da a luz.

Como las románticas falacias que nos presenta Hollywood en películas como “Mujer Bonita” o “The Girlfriend Experience,” el alquiler de vientres usa imágenes como las que usa Hallmark con frases como “baja una estrella del cielo” o agencias clandestinas que funcionan, aunque esto no sea legal. Quitémonos esos lentes color de rosa, y démonos cuenta de las oscuras realidades y veámoslas en toda su dimensión y con todas sus consecuencias.

Estas mujeres pueden sufrir dolor extremo y contraer enfermedades como el síndrome de la hiperestimulación ovárica, que puede provocar accidentes cerebrovasculares o ataques cardíacos. Aún no se han investigado todos los riesgos para la salud a largo plazo para las donantes de óvulos, incluidos los cánceres reproductivos e incluso la muerte. Una mujer tres veces madre sustituta comercial, Brooke Brown, murió a causa de una ruptura placentaria, al igual que los gemelos que llevaba en su vientre.

Ahora, por cuanto hace a la iniciativa para legalizar la prostitución, convertirá a los tratantes y proxenetas en hombres de negocio y propiciará el aumento de estos fenómenos y no permitirá que respondan ante la ley ni los burdeles, ni las casas de citas, así como las páginas web que promueven a las escorts para su comercialización, lo que los convertiría de inmediato en lugar de delincuentes en reconocidos empresarios al servicio del patriarcado y un estado proxeneta, que no tiene idea del gran número de mujeres que han sido víctimas de feminicidio en la industria del sexo de paga. Más aún, muchos delincuentes como el “Sony”, lograrían su libertad.

Tanto la explotación sexual como la reproductiva son industrias -impulsadas– una por las agencias de alquiler de vientres o “reproducción asistida” y el otro por una industria sexual multimillonaria y su lobby. Ambas se fundan en la explotación de las vulnerabilidades de las personas en mayor grado de pobreza y exclusión social, especialmente mujeres indígenas, rurales o en pobreza extrema. Ambos convierten sus beneficios en la creciente demanda de los cuerpos de las mujeres como mercancías, y ambos abren una puerta amplia para el sexo y la trata reproductiva.

El control de las mujeres sobre sus cuerpos, sobre su reproductividad y su sexualidad deben estar en el centro de sus derechos. Hay que entender que la voluntad individual nunca puede estar por encima del concepto de bien común y que en ambas actividades se perpetúan estereotipos que reducen a las mujeres en mercancía. En nuestra sociedad donde más de la mitad de la población vive en pobreza, En una sociedad donde las poblaciones marginadas viven sin oportunidades, el Estado no debe promover el argumento engañoso de la «elección personal», dictado por el patriarcado, el poder y el control de los consumidores de explotación sexual y reproductiva, y los especuladores de las empresas que comercializan los cuerpos de las mujeres, las niñas y niños.

El Parlamento Europeo y muchos países han condenado y prohibido la reproducción subrogada porque socava la dignidad humana de las mujeres. Después de miles de muertes y otros resultados devastadores derivados del turismo de la renta de vientres, la India, Tailandia, Nepal y Camboya lo han prohibido.

Paralelamente a estos esfuerzos que reconocen el daño, un número cada vez mayor de gobiernos en todo el mundo están promulgando legislaciones que reconocen la prostitución como violencia sistemática contra las mujeres, perpetrada por consumidores de sexo de paga y redes de delincuencia organizada. Estas leyes, conocidas como el Modelo Nórdico o Modelo de la Igualdad, solamente descriminalizan a las personas en situación de prostitución y les ofrecen opciones de salida digna.

México debe reconocer que la explotación sexual y reproductiva de las mujeres están unidos con ese mismo hilo perverso. Un campo donde los cuerpos indígenas y de mujeres más vulnerables son sembrados en la historia para el beneficio de los demás, desdeñando la idea de que las mujeres son humanas. ¿No nos merecemos las mexicanas algo mejor? 

*Directora de la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC por sus siglas en inglés).

Twitter: @CATWLACDIR

Facebook: @CATWLAC

19/TUZ/LGL

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