Inicio María Antonieta Flores, periodista, feminista y ganadora

María Antonieta Flores, periodista, feminista y ganadora

Por Alicia Yolanda Reyes

Aguas que matan, un reportaje sobre la muerte del niño Miguel Ángel López Rocha, en las orillas del Río Santiago, en el municipio del Salto, Jalisco, fue el trabajo televisivo que le valió a la periodista María Antonieta Flores Astorga recibir el Premio Nacional de Periodismo 2008.

La distinción se otorga cada año, a nivel nacional, a los mejores trabajos de investigación periodística.

María Antonieta, una de las fundadoras de La Red Nacional de Periodistas que surgió bajo el cobijo de Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC), nació en la fronteriza ciudad de Obregón, Sonora, pero desde muy joven su familia se trasladó a Guadalajara, en el occidente del país, donde ella realizó sus estudios.

Después de titularse como técnica en turismo por la Universidad de Guadalajara, Antonieta —como es más conocida— marchó a Europa por unos años e ingresó a La Sorbona de París, donde estudió periodismo.

Hace casi 20 años, a su regreso a Guadalajara, se metió de lleno al periodismo, mostrando su interés por problemas sociales y aquellos que aquejan a las mujeres, principalmente a las de menos recursos económicos. Incursionó en la televisión comercial y en radio, al mismo tiempo que trabajaba para un diario local.

De boca en Boca, Ellas hablan y Las que viven para contarlo fueron algunos de los programas radiofónicos en los que sus protagonistas siempre fueron mujeres.

Fue de las primeras profesionales de la comunicación que se interesó por la violencia familiar y, desde el micrófono, instaba a las mujeres a abrir la mente, a no permitir que las siguieran humillando, a hacer valer sus derechos.

Gracias a ese espacio, muchas de ellas pudieron compartir de viva voz los problemas que estaban enfrentando, recibieron apoyo psicológico y legal y se formaron grupos femeninos que acudían al programa a exponer su situación.

Sin embargo, la periodista comprendió que eso no era suficiente y buscó apoyo en el Instituto Jalisciense de las Mujeres, en la Dirección de Atención a Delitos Sexuales, entre otras, pero los resultados eran menores a los esperados.

Antonieta recuerda que, desde los inicios de su carrera periodística, decidió investigar la violencia de género. Por muchos años, dice, ha sido mi tema de agenda.

Presume con orgullo de que, gracias a su tesón por mantener el tema en los medios, logró que quedaran libres dos mujeres que habían sido acusadas y condenadas a 25 años de cárcel por matar a sus esposos.

En ambos casos, Antonieta pudo ver que existía mucha corrupción y poco interés por parte del resto de los comunicadores y comunicadoras que, con algunas excepciones, se van por el lado oficialista y no investigan qué hay más allá.

Durante los cuatro años que ambas estuvieron en la cárcel, nadie, con excepción de Antonieta, las entrevistaron y la mayoría de las periodistas y comunicadores se fueron siempre con la versión oficial, o la de los acusadores.

Eso me enseño que, en cuestión de mujeres, hay mucha injusticia, no hay gente que se dedique a este tipo de temas, señala la galardonada. Por eso desde el año pasado estudia la carrera de derecho.

No le interesa ejercer como abogada, pero está convencida de que sí le dará armas para hacer mejor su trabajo y entender los expedientes judiciales, ya que una de las trampas que detectó en los dos casos mencionados —y de otras causas que ha defendido— es que los secretarios de los juzgados cambian los nombres de los testigos o los acusados, por lo cual no se logra emitir orden de aprehensión, debido a que la persona señalada no existe.

Eso permite que los juicios duren años, mientras seres inocentes permanecen en prisión.

EL PREMIO

Respecto al trabajo que le dio el premio, señala que en la zona del Salto ya había estado en varias ocasiones e incluso hace tres años ganó el Premio Estatal de Periodismo por un reportaje titulado Casas de papel, donde denunciaba la mala calidad de las viviendas que las constructoras venden a los trabajadores de escasos recursos, a través del Infonavit, un fondo creado por el gobierno federal.

Durante sus visitas a esa zona, a escasos 15 kilómetros de la ciudad de Guadalajara, comprobó que la pobreza y la carencia que enfrentan sus habitantes son similares a las de países como Etiopía.

Haz de cuenta que estás en el desierto, describe la periodista. Casas de una sola recámara, construidas a unos metros del cauce de Río Santiago, hacia donde las grandes empresas de la zona industrial del Salto envían todos sus desechos. El cáncer de piel y de mama en esa zona es muy alto, pese a que las autoridades no lo quieran reconocer abiertamente, enfatiza.

Por eso decidió escribir la historia de Miguel Ángel, un pequeño que falleció por intoxicación de arsénico a las pocas horas de haber caído al río, donde jugaba con unos amigos.

Las autoridades de salud intentaron por todos los medios deslindarse de ese problema y declararon que el niño había fallecido por violencia familiar. Afortunadamente, hubo médicos que reconocieron que la muerte se debía a intoxicación por arsénico y metales pesados que se encuentran en las aguas del Río Santiago.

El premio fue entregado ayer en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris del Centro Histórico de la Ciudad de México y consiste en una escultura de Juan Soriano, un diploma y 50 mil pesos (5 mil dólares), que la galardonada invertirá en seguir conociendo otros países y culturas.

09/AYR/GG

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