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Marisela Escobedo Ortiz

Por Erika Cervantes*

Impotencia e impunidad son dos palabras con que las autoridades han lacerado la vida diaria del pueblo mexicano. Basta abrir los periódicos, ver los noticiarios o dialogar con las personas para darnos cuenta de que en este país no hay justicia.

Marisela Escobedo Ortiz no calló, la silenciaron; ella exigió durante dos años para que apresaran al asesino confeso de su hija Rubí Marisol.

El 10 de mayo de 2010 Marisela Escobedo, madre de Rubí Marisol Frayre, marchó desnuda y sólo se cubría con un cartel con la fotografía de su hija asesinada, para exigir se detuviera a su asesino confeso.

Me privaron de mis garantías como víctima, se pusieron en el papel de abogados defensores para el homicida, mientras a mí me dejaron sin ninguna garantía y con el dolor en la piel, por ello vengo el día de hoy desnuda únicamente con las fotografías de mi hija, esto representa que en Ciudad Juárez las mujeres estamos olvidadas, como el tema de las jovencitas desaparecidas, decía Marisela.

A diferencia de las Madres de la Plaza de Mayo, Marisela, a la par de otras madres de niñas y mujeres desaparecidas o asesinadas en Chihuahua, vivió en carne propia la represión por exigir justicia. En más de una ocasión, la fuerza pública ha impedido a las madres manifestarse.

Marisela era enfermera y empresaria, jubilada del Instituto Mexicano del Seguro Social y atendía una fábrica de muebles en Ciudad Juárez. Tras su divorcio luchó para sacar adelante a sus cinco hijas e hijos: Alejandro, Juan Manuel, Yésica, Paul y Rubí.

Convencida de que tendrían mejor vida en Estados Unidos, decidió llevarlos a El Paso, Texas. Durante años cruzó continuamente a Ciudad Juárez para trabajar en el IMSS. Cuando sus hijos mayores crecieron regresó a vivir a Juárez acompañada de Rubí Marisol.

En la fábrica de la que es propietaria Marisela, su hija Rubí conoce a Sergio Rafael Barraza Bocanegra, de quien se enamora, escapa de su hogar y procrea una niña, este mismo hombre la asesina.

Ante la desaparición de su hija, Marisela da aviso a las autoridades, las cuales no hacen nada; ella por su cuenta investiga y logra ubicar a la familia de Sergio y con ellos a su nieta.

Acude a verla y la encuentra en estado lamentable, le da dinero al padre para pañales y leche, y sigue visitándoles para asegurarse de que la niña está bien aun cuando sabía que Rubí no abandonaría a su hija.

En enero de 2009 Sergio desaparece con la niña y Marisela inicia su búsqueda. Ella logra ubicarlo junto con la niña en Zacatecas. Durante la detención por sustracción de menor, Sergio confiesa el asesinato de Rubí Marisol y dice a los policías dónde quemó y tiró el cuerpo de la joven.

La confesión de Sergio no tuvo validez porque cuando la hizo no estuvo presente un defensor. El Ministerio Público sólo pudo presentarla como entrevista. Y durante el juicio oral es absuelto del homicidio.

Marisela se dobla de dolor al conocer el veredicto y continúa con su búsqueda de justicia. Ante la indignación de la sociedad chihuahuense por el fallo, el gobierno del estado instala una mesa interinstitucional para revisar el caso. El resultado de tal instancia nunca fue dado a conocer.

Es entonces cuando el Ministerio Público interpuso el recurso de casación. Como coadyuvante de la víctima participó la abogada Luz Estela Castro, directora del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres.

El Tribunal de Casación anuló la sentencia absolutoria, emitió un fallo condenatorio contra Sergio Rafael Barraza Bocanegra y ordenó que un nuevo Tribunal de Juicio Oral realizara la audiencia de individualización de la pena. Los magistrados determinaron que Sergio cometió el delito de homicidio agravado y ordenaron que la pena fuera de 30 a 60 años de cárcel.

Los jueces impusieron al sentenciado 50 años de prisión y lo condenaron a pagar una indemnización de 38 mil 390 pesos a su pequeña hija. Pero Sergio continúa libre. La Procuraduría de Justicia del Estado ofreció una recompensa de 100 mil pesos para quien brindara información que llevara a su captura.

Marisela inició entonces otra cruzada para dar con el paradero de Sergio. Encabezó marchas, colgó mantas en eventos gubernamentales, hizo plantones, se reunió con integrantes de organizaciones de la sociedad civil, hablaba con periodistas. Su solicitud siempre era la misma: «Que la autoridad localice y encierre al asesino de mi hija».

Acudió a las autoridades estatales, pidió entrevistarse con el gobernador Cesar Duarte, solicitó audiencia con Felipe Calderón, con el ex procurador Arturo Chávez y las puertas nunca se abrieron.

Se plantó frente a la cruz de clavos que recuerda la impunidad e injusticia de los asesinatos de mujeres en Chihuahua. Después se instaló frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua.

Por su activismo recibió amenazas de muerte y pese a la protección brindada por el estado fue asesinada el 16 de diciembre de 2010 de un balazo en la cabeza sin obtener la ansiada justicia por la que clamó durante dos años.

Marisela Escobedo Ortiz nació en 1958 en Chihuahua, Chihuahua. Nos hereda el coraje y la inteligencia para buscar la justicia y la paz; hoy una placa en el suelo frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua nos recuerda la impunidad y la injusticia por las mujeres desaparecidas y asesinadas en Chihuahua.

* Periodista y fotógrafa mexicana.

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