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Martha, Margarita y Teresa, mujeres de la Liga 23 de Septiembre

Por Adriana Rodríguez González

En los años 70, integrantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC-23S) y sus familias sufrieron en México la tortura ejercida por policías y militares. Los cuerpos de inteligencia del gobierno buscaban con ello obtener información acerca de la operación de esta organización guerrillera.

La rudeza fue de tal magnitud que muchos de sus militantes fueron asesinados, jóvenes que tenían en promedio 25 años, varios de ellos mujeres.

Testimonios de quienes aún viven y formaron parte de los movimientos sociales en las décadas de los años sesenta y setenta en nuestro país, presentados en el libro Memoria del primer encuentro nacional de mujeres ex guerrilleras (2007), han denunciado cómo los cuerpos de las y los jóvenes victimados fueron exhibidos ante altos mandos de la policía como un trofeo.

Las historias son conmovedoras y hablan de la historia reciente de los intentos por un cambio en la estructura política, económica y social de nuestro país.

Sus voces transparentan cómo las y los integrantes de la Liga Comunista tenían la convicción de que alcanzar una sociedad más justa e incluyente en México era urgente y posible a través de la revolución, por ello fue que dieron importancia a un movimiento de corte político-militar.

MARTHA ALICIA

Su embarazo no fue impedimento para ejercer la violencia contra Martha Alicia Camacho Loaiza, quien se encontraba en su casa la noche del 19 de agosto de 1977 acompañada de Josefina Machado Torres cuando elementos de la Dirección Federal de Seguridad, así como policías judiciales del estado de Sinaloa irrumpieron violentamente.

Luego de que Josefina fuera vendada de los ojos y llevada a un vehículo, Martha fue golpeada en todo el cuerpo, incluyendo el vientre a pesar de sus súplicas para que no la dañaran.

Al mismo tiempo que la maltrataban los agentes, le exigían que revelara en dónde se encontraba su esposo. Ella respondió que aún estaba en el trabajo.

Dos horas después, llegó José Manuel Alapizco Lizárraga, esposo de Martha, y comenzó una balacera. Al poco rato, ambos fueron trasladados a la novena zona militar de Culiacán, donde militares la interrogaron, le tomaron fotos y huellas dactilares.

Al concluir el interrogatorio, ingresó Alapizco a la misma habitación donde se encontraba su esposa.

En ese momento, uno de los militares le dijo a Alicia: «Ahí está el perro de tu marido». Luego de castrarlo enfrente de ella, lo llevaron a una regadera para dejarlo desangrar.

A ella la llevaron a otra habitación donde se reencontró con Josefina, ambas vivieron más maltrato físico, psicológico e interrogatorios.

Bajo el cautiverio tuvo a su hijo en condiciones deplorables, en un ambiente de maltrato constante y falta de higiene que, luego del parto, provocó que sufriera temperatura, cuenta.

Cuando vio a su hijo por primera vez, los militares le apuntaron con una metralleta en la cabeza a la vez que le decían: «obsérvalo, míralo por única vez, esto es lo que pariste y lo vamos a bautizar con el nombre de Thompson porque eso es lo primero que siente al nacer, una metralleta Thompson».

Martha Alicia se sintió al borde de la muerte, eran tales las condiciones en las que se encontraba que la creyeron muerta, así que la arrojaron junto con su bebé a un lote baldío.

En esa casa de seguridad, de donde logró salir con vida, se encontraron también a varios compañeros que fueron asesinados o desaparecidos, como Francisco Javier Manríquez Pérez, quien iba en el mismo vehículo donde la trasladaron a la Zona Militar.

«Esta pinche chingadera que me pasó no me hunde más que pura madre. Esto da pie a que yo siga y continúe mi carrera, termine, forme un nuevo hogar, me case nuevamente», se dijo.

Actualmente es maestra e investigadora de tiempo completo en la Universidad Autónoma de Sinaloa en el área de historia. Y su hijo se graduó como licenciado en letras.

MARÍA MARGARITA

Así ocurrió con María Margarita Andrade Vallejo, una joven caída en combate el 14 de abril de 1977 durante un dispositivo de seguridad en la colonia Avante del Distrito Federal, realizado por elementos pertenecientes a la Brigada Blanca y de la División de Investigación para la Prevención de la Delincuencia.

Margarita, nacida en febrero de 1952, se casó con Francisco Pérez Rayón, de esa unión nacieron Andrés Alfonso y Andrea Margarita.

Su familia fue secuestrada por trece días, pero gracias al apoyo de José Pagés Llergo y otros periodistas que sacaron a la luz el caso en la revista Siempre!, así como en el periódico Ovaciones, fueron liberados.

Como resultado de un interrogatorio realizado el 12 de abril de 1977 a Francisco Pérez, considerado por los mandos policíacos como el líder de la Liga 23 de Septiembre, cien policías montaron un dispositivo a la casa de seguridad donde se encontraban Margarita y su hijo de dos años.

Entonces tomó la decisión de entregar a su hijo a una de las dos mujeres que también se encontraban en la casa. El niño fue entregado a los abuelos paternos.

Antes de que la policía la capturara con vida, tomó su arma para darse un disparo en la cabeza. Sus restos fueron recuperados por sus familiares y al realizar la autopsia correspondiente, confirmaron que ella misma terminó con su vida.

TERESA

En 1974 comenzó a disminuir la actividad de la Liga, los grupos se dispersaron y muchos de sus integrantes difícilmente se reencontraron. Para la década de los ochenta muchos la creían desaparecida.

A la caída de Miguel Ángel Barraza García, el 22 de enero de 1981 en Ciudad Universitaria, se reestructuraron las tareas de dirección, por lo que a edad temprana Teresa Gutiérrez asumió este cargo a nivel nacional convirtiéndose en una de las personas más buscadas por la policía del país.

A pesar de su juventud era una guerrillera experta y sabía manejar las armas a la perfección. Para ese entonces tenía cinco años de haberse unido a los movimientos sociales. Su familia también fue secuestrada y su casa permaneció ocupada por agentes de la Dirección Federal de Seguridad.

Fue detenida junto con Víctor Acosta Ramos en condiciones aún desconocidas. Desde entonces ningún otro miembro fue retenido ni asesinado.

LA 23

La Liga 23 de Septiembre –de la que formaron parte Martha Alicia, María Margarita y Teresa– inició formalmente sus actividades en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, en marzo de 1973.

La integraban organizaciones como el Movimiento de Acción Revolucionaria, Movimiento 23 de Septiembre, Lacandones, Guajiros, Macías, los Procesos de Monterrey, Federación de Estudiantes Revolucionarios, los Enfermos de Sinaloa, la Brigada Revolucionaria Emiliano Zapata, el Movimiento Estudiantil Profesional, el grupo de Oaxaca, entre otras.

Se conformó con una dirección nacional, un buró político, un buró militar, comités regionales, estatales y locales, brigadas, y comisiones del campo, estudiantil, universitaria y militar.

Al participar en la Liga Comunista 23 de Septiembre, sus integrantes renunciaron a la vida familiar y social. Vivieron en la clandestinidad, cambiando constantemente de identidad. Tenían la consigna de impedir que los militares les capturaran, incluso algunos de ellos prefirieron suicidarse antes de revelar los nombres de compañeros y amigos.

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