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Martina Barros Borgoño

Por Erika Cervantes

Pensar el día de hoy en que una mujer pueda decidir por si misma qué desea hacer con su vida es cosa de todos los día, pero para las mujeres de Chile a mediados del siglo XIX era un hecho extraordinario.

Así se califico en su época a Martina Barros Borgoño al ser conocida por publicar la traducción del libro de John Stuart Mill The Subjection of Women, con el título La Esclavitud de la Mujer (1873), en La Revista Chilena, fundada y dirigida por quien sería su esposo, Augusto Orrego Luco.

Lo más polémico del caso fue que se atrevió no solo a traducir un libro que contenía ideas subversivas para las buenas costumbres de la sociedad chilena de fines del siglo XIX, sino que agregó ideas como el papel de la educación liberal para las jóvenes, eso la marginaría del circulo conservador chileno, y la acercaría a los liberales de su país.

La igualdad de la mujer se convertiría desde entonces en su más caro objetivo.

Martina Barros Borgoño nace en Santiago de Chile el 6 de julio de 1850, y fue la hija mayor de Manuel Barros Arana y Eugenia Borgoño Vergara. Creció junto a sus cuatro hermanos en la casa de su abuelo paterno, hasta la muerte de su padre.

Entonces, se trasladó al hogar de su tío, el historiador Diego Barros Arana, donde adquirió una educación acorde con el ambiente culto y refinado de su tutor.

La activa vida social e intelectual de Martina la puso en contacto con otras mujeres con similares inquietudes. Invitada por Delia Matte, presidenta del Club de Señoras, como conferencista, en la primera reunión, el grupo trató el sufragio femenino, tema casi inédito.

En esa ocasión señaló al respecto: «Se ha dicho y se repite mucho que no estamos preparadas para esto. Sin preparación alguna se nos entrega al matrimonio para ser madres, que es el más grande de nuestros deberes, y para eso ni la iglesia, ni la ley, ni los padres, ni el marido, nos exige otra cosa que la voluntad de aceptarlo».

Si bien la obra de Martina no es extensa, su vida relatada en sus Memorias está llena de alusiones a esta necesidad de independencia de la mujer, no con un ánimo separatista o, incluso, igualitario, sino para contribuir al progreso del país.

Martina muere en 1941, y nos hereda su enseñanza y lucha por la igualdad de las mujeres frente a los varones como un rasgo de progreso para su nación que se refleja en sus Memorias (1939) que serían publicadas en 1942.

2004/BJ/SM

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