En la mayoría de los países en desarrollo las mujeres se ocupan en actividades económicas menos productivas que los hombres, y perciben ingresos inferiores debido a que ellas destinan más tiempo al cuidado de la familia y tienen menos acceso a propiedades y a créditos, asegura el Banco Mundial (BM)
En el «Informe sobre el desarrollo mundial 2012; panorama general de igualdad de género y desarrollo», el BM sostiene que además de esos factores, el trato discriminatorio que hay en los mercados e instituciones limitan las oportunidades de las mujeres.
El estudio refiere que el aumento en los ingresos de las trabajadoras influye para disminuir la disparidad, pero no la elimina porque persiste el resto de dificultades que ellas deben afrontar.
En la mayor parte del mundo, sin importar el nivel de ingresos de los países, las mujeres tienen una «responsabilidad desproporcionada» del cuidado de otras personas y de las labores domésticas, mientras que los hombres se dedican sobre todo en ocupaciones remuneradas fuera del hogar.
Ellas dedican entre una y tres horas más a las labores domésticas, y de dos a 10 veces de tiempo destinado al cuidado de sus hijas, hijos, personas adultas mayores, enfermas o con alguna discapacidad.
Su mayor ocupación en el cuidado impacta en su bienestar y resta entre una y cuatro horas al tiempo que dedican a actividades en el mercado laboral.
Aun cuando ellas dediquen más tiempo al trabajo remunerado fuera del ámbito familiar, todavía son las principales responsables de cuidar a otras personas y realizar las tareas domésticas.
Otro factor que limita las oportunidades de las mujeres es su menor acceso a bienes y al crédito, el cual continúa a pesar del aumento en el nivel educativo de las mujeres.
En la agricultura y la actividad empresarial, las brechas de productividad e ingresos se originan en las diferencias de género en cuanto a la propiedad de bienes y acceso a insumos productivos, como la tierra y el crédito.
Un estudio realizado en 16 países de cinco regiones en desarrollo reveló que «las mujeres raramente son propietarias de las tierras que trabajan». Por ejemplo, en Brasil las mujeres sólo son propietarias de 11 por ciento de las tierras.
En Kenya las mujeres representan 5 por ciento del total de personas propietarias de tierra registradas en el país. Y en Ghana, el valor medio de las propiedades de tierra de los hombres triplica el de las que poseen las mujeres.
Además de la disparidad en el acceso a la tierra, ellas enfrentan desventajas en el uso de fertilizantes, la variedad de semillas, así como el acceso a crédito.
La diferencia en el acceso a insumos se agrava por la menor disponibilidad de tiempo de las mujeres; esta circunstancia las orilla a desempeñar actividades menos rentables.
Al desfavorable panorama se suman las deficiencias en el mercado y las condiciones institucionales, ya que sobre todo cuando ellas son minoría en algún sector, «los empleadores pueden tener opiniones discriminatorias acerca de la productividad de las mujeres o de su idoneidad para el trabajo».
El informe señala que las empresas operadas en zonas rurales de Bangladesh, Etiopía, Indonesia y Sri Lanka, las diferencias de rentabilidad de los negocios dependen de que la persona propietaria sea mujer u hombre.
El apoyo para los ascensos y la promoción profesional se producen con frecuencia en redes de contactos basadas en el género, lo cual perjudica a las mujeres que intentan entrar en un ámbito dominado por los hombres.
El BM refiere que hay barreras jurídicas, presentadas como medidas de seguridad, que impiden a las mujeres ingresar a ciertas ocupaciones.
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