Inicio «Me amenazan de muerte»: locutora de APPO

«Me amenazan de muerte»: locutora de APPO

En Oaxaca «no podemos seguir viviendo como si estuviéramos en el Porfiriato, donde si alguien no está a favor del cacique del pueblo o está en contra de él, lo mandan matar y tranquilamente se componen las cosas», afirma la doctora Berta Elena Muñoz, una de las voces que se escucharon a través de Radio Universidad en los momentos más turbulentos del conflicto político-social en Oaxaca.

Escondida desde el 29 de noviembre, la médica de profesión sostiene que viven en Oaxaca hoy, ni siquiera lo vio durante el movimiento de 1968.

Ella se sumó al movimiento popular del 14 de junio, fecha en que policías estatales y ministeriales pretendieron desalojar el plantón magisterial en el zócalo de esta capital.

En entrevista con integrantes de la Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos (CCIODH), que difunde el texto integro de esta conversación sostenida fuera de Oaxaca, la doctora Berta afirma que no ha cometido delito alguno.

Exige por eso garantías al gobierno federal y estatal, pues «hay una amenaza de muerte sobre mi cabeza» y, sin que sea de manera «oficial», también le han dicho que podría ser detenida.

La delgada figura de Berta se dio a conocer en el movimiento, cuando poco después de la siete de la mañana del 14 de junio decidió dejar su salón de clases en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca para acudir hasta el zócalo a auxiliar a los heridos e intoxicados por gas lacrimógeno.

Fue ella, relata a la CCIODH, la primera en instalar un puesto de socorro para atender a quienes resultaban heridos por las balaceras que provocaban los «convoyes de la muerte». Y, así, un día llegó a Radio Universidad, donde combinó la actividad de locutora con la de médica.

«Pero ahorita no puedo llegar a Oaxaca, porque tengo la amenaza de que me van a meter un balazo. Y a mis hijos igual», relata la catedrática de la UABJO, quien cuestiona la existencia del «Estado de Derecho».

A lo mejor no tengo orden de aprehensión, eso no lo sé, pero de que está amenazada mi vida, está amenazada. Me lo hicieron saber un montón de veces por el celular, lo dijeron un montón de veces ahí en la «Radio Alcantarilla», dice refiriéndose a la estación radiofónica clandestina denominada Radio Ciudadana, que surgió en los últimos meses del año y cuyas transmisiones fueron concluidas en noviembre pasado.

TEMOR A LAS PALABRAS

También cuestiona el hecho de que no haya órdenes de aprehensión para los «locutores» de Radio Ciudadana, quienes -afirma- promovían la violencia.

La médica oaxaqueña, que en años anteriores se había distinguido por su actitud solidaria como rechazar un estímulo financiero porque otra compañera catedrática había recibido menos que los hombres, sostiene que sus dichos pueden ser comprobados «tranquilamente» a través de la Internet.

Yo si quiero regresar a Oaxaca, agrega, «quiero y exijo garantías al gobierno federal y al gobierno estatal porque yo no he cometido ningún delito, yo no he asesinado a nadie, no he robado, no he secuestrado».

No es posible que, por la simple manifestación de mis ideas, tenga una amenaza de muerte sobre mi cabeza y sobre las de mis hijos. Y no soy la única, está también la maestra Carmen Vásquez, quien también fue conductora de Radio Universidad, conductora en Canal 9 y conductora en esetación La Ley. ¿Tanto terror le tienen a las palabras?

COMO CHILE CON PINOCHET

Berta recuerda que infinidad de veces trasladó heridos a diferentes hospitales. Era «gente baleada por los convoyes de la muerte» que disparaban contra quienes resguardaban las barricadas, las estaciones de radio, que participaban en marchas pacíficas».

Hasta compañeros que andaban en la calle «eran agredidos por sicarios del gobierno del estado, la Policía Federal Preventiva y por la AFI». Eso fue una violación a los derechos humanos».

«No esperábamos esa respuesta tan violenta por parte del Estado, porque nuestro movimiento es pacífico? y cuando uno veía los convoyes de la muerte, no me lo explicaba, no lo creía, porque era como si estuviéramos en el Chile de Pinochet o en la Argentina de Videla o en la España de Franco».

Muñoz sostiene que los estudiantes que decidieron tomar Radio Universidad el 14 de junio lo hicieron porque horas antes había sido destruida Radio Plantón en el edificio de la Sección 22.

Se trataba de tener un espacio donde pudieran dar información, «porque los medios de comunicación informaban de manera tendenciosa, falsa, y había necesidad de informar a la gente de lo que realmente estaba sucediendo? lo mismo pasó cuando decidieron tomar las otras estaciones».

A pesar de las muertes y los heridos, Berta afirma que no hay investigaciones en contra de los agresores, incluso cuando mataron a Brad Will dijeron cosas absurdas, «todos estas muertes nunca fueron ni van a ser investigadas.

Y LA GENTE ECHÓ A CAMINAR

«El odio con el que fuimos atacados no se justificaba. Nosotros nunca actuamos a ese nivel, porque no nos está moviendo el odio, sino simple y sencillamente un deseo de justicia».

Apunta: «los últimos tres sexenios fueron espantosos y la gente ya estaba harta, cansada de la robadera, de los engaños, de la represión. Y la gente sola se levantó».

Para la activista, escondida en algún lugar del país, el movimiento político-social no ha sido detenido porque «no es un movimiento de partidos políticos, ni de líderes».

«El pueblo se levantó, dice, buscando un sueño por tener un gobierno justo, no represivo, no corrupto, donde el presupuesto se invierta en las prioridades», no en obras innecesarias como la remodelación del zócalo, que costó 800 millones de pesos, o la fuente de las Siete Regiones, mientras faltan «escuelas o cuando muchas son cabañas de piso de tierra, donde no hay ni sillas».

Así como yo llegué sola ?explica la doctora Berta- mucha gente también lo hizo, «porque estaba enojada con las acciones del gobierno». Reconoce también que llegaron algunos grupos organizados, pertenecientes a diferentes corrientes políticas, pero destaca que la mayoría de la gente que se unió al movimiento «no pertenecemos a nada, simplemente estamos hartos».

El movimiento «no se ha acabado ni se va a acabar. Pueden seguirnos reprimiendo y a lo mejor dentro de una semana en lugar de que seamos 10 personas escondidas, a lo mejor va a haber 50, a lo mejor pues vuelven a llenar las cárceles y vuelven a balacearnos, pero vuelvo a repetir: la gente decidió echarse a caminar y no la van a parar».

En la larga entrevista con integrantes de la CCIODH, transcrita en nueve hojas tamaño carta, Berta Muñoz descarta la posibilidad de que fueran integrantes de la APPO quienes incendiaron los edificios públicos y privados el pasado 25 de noviembre, lo que originó la detención de 139 personas.

Nosotros no estábamos en el área donde se ubica el Banamex dañado, era el área de los «pefepos», señala en referencia a los elementos de la Policía Federal Preventiva que mantenían tomado el centro histórico desde el 29 de octubre.

En el corredor turístico alcancé a ver a los pefepos arriba de azoteas fuera de su área, agrediéndonos con los canicazos y haciéndonos señas. Y también, desde la iglesia Sangre de Cristo, vi la enorme cantidad de provocadores, de gente infiltrada de ellos.

¿Cómo pudimos haber llegado hasta allá si nos vinieron empujando? ¿Qué interés íbamos a tener en quemar en ese momento Bancomer o Banamex o lo que fuera? Si en siete meses de lucha no saqueamos ningún comercio, no incendiamos nada, ¿en ese momento lo íbamos a hacer? Tontos no somos.

Los incendios, concluye Berta fueron preparados para justificar toda la represión indiscriminada que se vino: agarraron gente que no tenía nada que ver, que ni siquiera estaba en el movimiento.

07/SJ/GG

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