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Medios discriminan temas sobre violación a DH de mujeres

Por Lourdes Godínez Leal

Los casos de la indígena nahua Ernestina Ascencio, violada por militares, y de la periodista Lydia Cacho, acosada por denunciar pederastia, son un ejemplo paradigmático de lo se hace con los temas femeninos en el «laberinto de la justicia y la información» en el país, señaló hoy la periodista Carmen Aristegui, durante la mesa de discusión Género, Medios de Comunicación y Derechos Humanos», realizada por el Programa Universitario de Estudios de Género de la UNAM.

En el marco del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer y ante un auditorio abarrotado de estudiantes, académicos y sociedad civil que se dieron cita en la Facultad de Economía, que tuvo que abrir salas alternas para escuchar la participación de una hora de la periodista Carmen Aristegui, ésta insistió en que no era «necedad» sino una necesidad y un compromiso reportar desde su espacio informativo el caso de Zongolica.

Ernestina, dijo Aristegui, era mujer, indígena y adulta mayor, pero el caso, pese a que era un referente obligado y emblemático para los medios no tuvo la trascendencia que merecía.

Nadie cuestionó la preocupante conducta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) que dejó muchos cabos sueltos en sus «investigaciones» y que se percibió un giro de la estructura institucional del país, dijo.

Más aún, lamentó la periodista, hubo necesidad de «empatar» las declaraciones institucionales con las presidenciales, luego de que Felipe Calderón «decretara» que Ernestina Ascencio murió por «una gastritis crónica».

Sobre el mismo tema, Sanjuana Martínez, quien dio cobertura al caso de Zongolica, refirió al respecto que se ha cumplido un año de la «ignominia para el gobierno de Felipe Calderón» porque fue él quien «sacrificó la certidumbre de la información para proteger al Ejército mexicano».

Para la periodista, bastó el «carpetazo oficial» para que los medios no siguieran el asunto y después de 8 meses de investigación periodística, sostuvo que Ernestina Ascencio no murió de gastritis crónica sino por lesiones internas y externas, consecuencia de una violación tumultuaria, «le guste a quien le guste, le guste a Soberanes o no», advirtió.

Como otro ejemplo de censura, la periodista informó que su participación con una columna en el Diario Milenio llegó a su fin la semana pasada, cuando se le «notificó» que su columna sobre Ernestina Ascencio, a un año de su muerte, «era su última colaboración».

Aristegui Flores cuestionó entonces, ¿qué hacer con esta información?, ¿qué se está dando a la ciudadanía informativamente hablando? «Si no somos capaces de saber qué pasó con ese caso, qué esperamos de los grandes temas», dijo la periodista.

Otro caso puesto en la mesa de discusión fue el de la también periodista Lydia Cacho, que «retrata la estructura de poder y de justicia en el país» y donde hubo no solamente un «avasallamiento» de los derechos de la periodista sino de los ciudadanos a recibir información sobre el asunto.

Y no es que los medios no lo hayan manejado, sino la forma en que fue tratado, aunado a la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, determinaron que no hubo violaciones graves a las garantías de Cacho Ribeiro y se descartó investigar las redes de pederastia y pornografía que existen en el país.

No se cuestionó, por ejemplo, por qué la SCJN no se pronunció y puso en entredicho al sistema institucional de este país, cuando había un informe del ministro Juan Silva Meza que fue «desnaturalizado» por sus propios compañeros.

Aristegui consideró necesario establecer un nuevo marco legal adecuado en materia de medios de comunicación que permita a la ciudadanía ejercer a plenitud sus derechos básicos de información y a quien comunica hacerlo de manera libre.

En la mesa de discusión también participaron Guadalupe Blanco, del Colectivo de Radios Comunitarias de Oaxaca, quien habló desde su experiencia sobre cómo ha sido todo un proceso hacer este tipo de radio ante la discriminación, hostigamiento y persecución de la que son víctimas, en primer lugar por hacerlo en su lengua materna, nahuatl, y en segundo porque son mujeres que promueven, difunden y defienden los derechos de las otras mujeres.

Durante su participación, la periodista Sanjuana Martínez, quien ha seguido muy de cerca el caso de la pederastia eclesial, hizo un recuento de las mujeres en los medios de comunicación que también, dijo, es un espacio masculino al que a las mujeres les ha costado trabajo llegar.

Las noticias que tienen que ver con género son escasas en los medios de comunicación, únicamente el 20 por ciento se refieren a mujeres, mientras que el 35 por ciento están hechas por mujeres.

Al referirse a las que tienen una columna en algún diario únicamente contabilizó cinco, contra 13 hombres, en tanto que hay cinco articulistas hombres y ninguna mujer.

08/LGL/GG

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