Suele suceder que dejamos para el último minuto del año el recuento de los 365 días pasados y los propósitos para el que está por llegar.
Por una vez deseo dejar a un lado los reclamos al gobierno y, también a la sociedad y dedicar este espacio a la vida cotidiana, personal, privada. Las metas que nos habíamos planteado eran, seguramente muchas, pero pocas hemos cumplido. Por esa razón, tememos hacernos nuevas promesas que sabemos no vamos a cumplir.
Les propongo que en la primera semana del año que inicia hagamos un frente común, cada mujer y cada hombre, en todo rincón de nuestro mapa territorial demos una oportunidad de vida a la esperanza; ese sentimiento inigualable que nos permite desear, soñar y anhelar lo que de otra manera no alcanzamos.
Tengamos esperanza en nuestro amor por los demás, en nuestra capacidad de trabajo y la de los otros. Tengamos esperanza en el orden y la paz, en que en todos los hogares de México habrá que comer, donde dormir y un familiar o amigo que nos reciba y nos haga sentir que pertenecemos a la humanidad, que alguien se preocupa por nosotros y que la calle no es el lugar ideal para conseguir de mala manera lo que nos priva un bajo salario o la ausencia de trabajo.
Hagamos un trato de justicia, igualdad y libertad, demos lo mejor de cada quien para reconstruir la esperanza y el país al que amamos. Un pacto donde todas las fuerzas políticas, sociales, culturales, es decir, todos, demos esa oportunidad pacífica por nuestra nación.
El que entra es un año de esfuerzo y duro trabajo, dejemos de buscar culpables y responsabilicémonos por lo que nos toca. Nunca como ahora debemos encontrar el consenso y la voluntad de que nuestra incipiente democracia funcione.
Les deseo lo mejor, ser justos y ser felices, decía Borges. También deseo paz, seguridad, verdadera hermandad y el milagro de poder recuperar la confianza de ese 2 de julio. En pocas palabras, deseo que todos recuperemos lo que poco a poco nos han ido escatimando, mermando, escondiendo y vejando: la esperanza.
Feliz año y que todos tengamos México, el nuestro, el querido, el presentable y el de nuestros nietos.
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