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Mentiras y sandeces

Por Teresa Mollá Castells*
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En el año electoral en el que estamos alguna gente experta nos avisan sobre el uso de las fake news o noticias falsas que se pueden utilizar para falsear los resultados electorales. La gente que dirige algunas de las mayores redes sociales ya han hablado de poner medios para evitar que las fake news circulen o se propaguen por esas redes que dirigen. Como vemos y, al parecer, se están tomando medidas para la protección de las personas que las utilizamos.

Contra lo que nadie nos protege es contra la rapacidad y las mentiras que ya han comenzado a contarnos los dirigentes de la Plaza de Colón.

Suárez Illana, rescatado del silencio, no ha podido volver haciendo más estruendo con el tema del aborto. Quedó claro que no es partidario de que las mujeres tengamos libertad para elegir sobre nuestras propias vidas y nuestros propios cuerpos, ni para elegir si queremos o no ser madres. Quedó claro, también, su desconocimiento de la situación en los Estados Unidos. Pero con tal de hacerse notar, soltó las barbaridades que soltó y se quedó tan ancho. Y no pasa nada.

Pero como la derecha más rancia no iba a estar sola, Abascal también anuncia que luchará por prohibir el aborto porque representa «La cultura de la muerte». Y se queda tan ancho, oiga…

Y yo me pregunto ¿si no habrá alguna manera de protegernos ante tales atrocidades que duelen solo al escucharlas?

Que la derecha de Colón quiere devolver a las mujeres a realizar solo los trabajos domésticos y reproductivos, como lo hizo el dictador, no es ninguna novedad. Y precisamente ahí radica la necesidad de pararles los pies con nuestro voto en las próximas elecciones.

Hemos de convertir nuestras militancias feministas y sociales en nuestro mejor argumento para convencer a la gente de que no les vote. Porque cuando gobierna la derecha (y si gobiernan los de Colón será la ultraderecha) a las mujeres nunca nos van bien las cosas.

El feminismo no gusta a esta gente de la Plaza de Colón. Y les gusta porque les planta cara y cuestiona su autoridad. Porque ellos, nunca hablan para nosotras, nunca nos tienen en cuenta, no nos representan, porque nunca buscan nuestro bienestar. Solo buscan en el de ellos y el mantenimiento de sus privilegios. Y para mantenerlos, no dudan en arrebatarnos derechos, como ya lo intentó Ruíz Gallardón y le costó el puesto de ministro.

No podemos permitir que nos arrebaten ni uno solo de los derechos adquiridos para nosotras y para las que vienen detrás. Más bien al contrario. Y mucho más después de la lección de civismo contundente que dimos el pasado ocho de marzo con la huelga feminista y todas las marchas y concentraciones que organizamos.

La vida no es en blanco y negro como pretenden hacernos ver. La vida tiene colores. Y muchos. El rojo, por la pasión de ver cómo cambian las cosas. El blanco por el civismo que demuestra el feminismo. El verde por la esperanza y la ilusión de concebir nuevos proyectos transformadores. Y el morado siempre porque el feminismo está en el centro de todo ese movimiento, se ha convertido en el motor. Al menos en mi caso y en mi vida.

El aborto se ha convertido en una especie de boomerang que se utiliza según el momento por parte de la derecha rancia y de la caverna mediática. Pero, nunca se habla de él como avance y como expresión de derechos conseguidos por las mujeres sobre sus propios cuerpos y sus vidas. No, se hace desde la cultura de asemejarlo o compararlo con los asesinatos y la muerte. Nunca desde la vertiente de la vida y las libertades.

Pero cuando se nos asesina a las mujeres por ser mujeres se mira hacia otro lado. O cuando se compran y venden mujeres como esclavas sexuales tampoco se denuncia ni se actúa con contundencia. Sencillamente «son cosas que pasan».

La hipocresía de esta gentuza y sus mentiras es algo que va en aumento y que solo conseguiremos parar no votándoles en las próximas elecciones y, de ese modo, impedirles que estén en las instituciones democráticas.

Me asusta imaginar la cantidad de mentiras y sandeces que vamos a tener que escuchar hasta las elecciones. Y es que no tienen medida. Compiten por decir la más gorda sin que pase nada. Es tremendo.

Supongo que la arrogancia que demuestran es directamente proporcional al miedo que sienten por las demostraciones de «poderío» que el movimiento feminista demostró el pasado 8 de marzo y, que por eso mismo, pretenden esconder sus miedos tras las mentiras y burradas que sueltan.

Por si acaso en las próximas elecciones seamos muy conscientes de a quien no debemos votar si no queremos involucionar en derechos y oportunidades.

Yo lo tengo clarísimo. ¿Y tú?

*Corresponsal, España. Comunicadora de Ontinyent

[email protected]

19/TMC/LGL

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