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México, hoyo negro para migrantes centroamericanos

Huyendo de la miseria, miles de personas centroamericanas arriesgan sus vidas, con tal de alcanzar el «sueño americano», en un camino de mil 500 millas que intentarán recorrer dentro del territorio mexicano, tras haber cruzado el río Suchiate, que divide México y Guatemala.

Pero llegarán a su destino sólo si logran trasponer los peligros de la deportación, los asaltos, los fraudes de los «polleros», los accidentes, las caídas del tren y toda clase de abusos a los que están expuestos las y los centroamericanos para quienes México es el único camino rumbo a una vida mejor.

Lo arriesgan todo en la aventura. Y con el dinero a duras penas reunido, arreglan su cruce con los «polleros» o «coyotes», que les llegan a cobrar de seis mil a diez mil dólares, precio que incluye una segunda oportunidad en caso de que sean atrapados/as o deportados/as.

Con todo, la migración no cesa, como tampoco el intento de las autoridades estadounidenses por frenarla: Estados Unidos deportó el año pasado 14 mil 328 salvadoreños indocumentados.

En este país residen 2.5 millones de los 2.8 millones de salvadoreños que se encuentran en el extranjero y que durante el 2006 enviaron cifras record de 3.315 millones de dólares en remesas.

Según estimaciones, diariamente vía terrestre 700 salvadoreños emigran ilegalmente a los Estados Unidos, pero en esa ruta 200 son detenidos principalmente en México, informa Carecen, organización no gubernamental salvadoreña.

Respecto a Guatemala, las acciones de control estadounidense han generado un crecimiento, tan sólo en enero, del 40 por ciento de deportaciones a esa nación, comparado con los primeros meses de los últimos tres años, truncando el sueño de por lo menos mil 463 guatemaltecas y guatemaltecos, según datos oficiales.

Así, 18 mil 305 guatemaltecos fueron expulsados durante el 2006 vía aérea desde Estados Unidos, cifra histórica que esperan superar este 2007.

MÉXICO, HOYO NEGRO

Para los centroamericanos, reportó el New York Times, es mayor la persecución y los riesgos, pues la policía federal los detiene y les quita todo el dinero que traen a pocas horas de haber llegado a México.

Cuatro salvadoreños entrevistados dijeron que intentarían de todas formas llegar, aunque les faltara agua, comida, mil 500 millas, y a pesar de que contaran con escasos nueve dólares.

Las y los salvadoreños intentan caminar por la costa de Chiapas sus primeras 250 millas, atravesando más de una docena de pueblos, donde por lo general son robados y/o violados, hasta llegar al tren en Arriaga, donde muchos son atrapados por las ruedas de las locomotoras.

«Es peligros, sí, uno arriesga la vida, dice Noé Hernández, es un gran riesgo, uno no lo hace por divertirse».

LAS MEDIDAS DE CALDERÓN

En diciembre del año pasado, Felipe Calderón anunció medidas para disminuir el flujo de indocumentados en México en la frontera sur y así, reducir el crimen en la región.

Ordenó la presencia de soldados y de elementos de la Policía Federal Preventiva, habló de un programa de trabajadores huéspedes y prometió implementar una operación federal que ayude al estado a atrapar inmigrantes indocumentados.

«Pero le falta mucho por hacer para detener a los inmigrantes, por el momento sus esfuerzos han tenido muy poco efecto», afirma el diario New York Times.

Cada tercer día, de 300 a 500 centroamericanos abordan el tren de Arriaga, deteniéndose, colgándose con sus ropas o cinturones a los vagones o metiéndose entre los carros.

«La corrupción es desenfrenada, soldados y oficiales de la policía del lado mexicano extorsionan a los inmigrantes y rara vez nos dejan en paz», denuncian trabajadores e inmigrantes.

Francisco Aceves Verdugo, del Grupo Beta, que se dedica a dar comida, agua y medicina a inmigrantes, dice: «es una frontera abierta». Estamos confrontando a un monstruo muy grande que es la corrupción, en el que no estamos haciendo nada, afirma.

Por otra parte, las autoridades mexicanas deportaron el año pasado, 170 mil indocumentados, informa Leticia Rodríguez, vocera del Instituto Nacional de Migración.

Apenas el 19 de enero pasado, cerca de 400 oficiales de la policía federal en Arriaga arrestaron a más de cien inmigrantes.

Misael Mejía, hondureño, de 27 años, espera el tren junto con otros siete. Narra que caminó por el Suchiate durante 11 días. Se encuentra sin dinero porque, junto con otros, fue asaltado en Huehuetan por tres enmascarados que portaban machetes y una pistola.

«Nos hicieron desvestirnos completamente, perdí mi reloj, 500 lempiras hondureñas, 40 pesos mexicanos y 31 dólares».

Pero no se regresará a su país, pues tiene la ilusión de que, cuando cruce la frontera con Estados Unidos, mandará por su hermano que trabaja como carpintero en Arizona y gana 700 dólares a la semana.

Eso hará, si no le ocurre algo parecido a lo que sufrió Donar Antonio Ramírez Espinosa, quien se cayó del tren y perdió sus dos piernas. Está ahora en una casa en Tapachula, donde lo ayudan a su rehabilitación.

Pero al guatemalteco Minor Estuardo Cortes, de 33 años, no se le ocurre desistir en su camino, a pesar de que perdió una pierna. Dice que insistirá en llegar a Houston, Texas, tan pronto y logre caminar con una pierna postiza?

07/LPB/GT/GG

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