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México Mutilado

Por Marta Guerrero González

En la experiencia humana sólo puede haber dos asuntos, o sufrimos para entender o entendemos para no sufrir. Esto reza para todo, pero especialmente para la historia y en el caso de nuestro país con mayor razón.

De eso se trata el último libro de Francisco Martín Moreno quien no sólo estuvo quince años investigando entre los pliegues bien guardados de nuestros registros sino que sufrió y pataleó para entender como era posible que una nación tan inmensamente rica pudiera dar hijos tan nefastos y traidores como el vende patria de Santa Anna.

En esta novela editada por Alfaguara, Francisco nos revela una historia que debiéramos conocer todos y cada uno de los mexicanos por la sencilla razón de así, conociéndola, no repetirla jamás. Francisco es el autor mexicano más leído y más vendido dentro de nuestro país, México Mutilado lleva cien mil copias y, me atrevo a decir que después de García Márquez y Pérez Reverte ocupa el siguiente lugar en la lista a nivel latino-americano.

¡Medio país vendido! Y por treinta millones de pesos, desde California hasta Nuevo México y Texas. EL traidor jarocho fue urdiendo poco a poco su plan.

¿Cómo es posible que aclamáramos su regreso a la presidencia de la República una vez tras otra hasta llegar a once, aunque hay historiadores que opinan que constitucionalmente sólo fueron siete?

El Quinceuñas planeó la venta de Tejas -con jota- desde su exilio en Cuba y los depredadores yanquis no se quedaron con más porque en el resto del país había seis millones de indígenas a los que habría que aniquilar, como con los apaches, cherokees y todas tribus de pieles rojas.

La Unión Americana nos invadió en el nombre de Dios y por esa misma gracia concedida de manera expresa, cometió el hurto más grande la historia y nosotros los mexicanos, fuimos víctimas de una cadena sin fin de traiciones, empezando por la de la iglesia católica que decía en sus misas dominicales que quien matara o hiriera a un gringo se condenaría sin remedio, «pasará la eternidad en el infierno…» así la Iglesia garantizaba sus cuantiosas posesiones, nos traicionaron los políticos corruptos, los vendedores de armamento (balas con pólvora deficiente o de otro calibre los cartuchos, o mosquetes sin detonadores, etcétera), militares cobardes y fuimos traicionados por la sociedad de entonces, que vitoreo la entrada del ejército americano hasta el zócalo como la verbena y la fiesta más esperada del pueblo, y ahí mismo al general Winfield Scout se le ofreció la presidencia de México, que despreció como si se tratara de una pelusa porque sus miras estaban pues en la Casa Blanca.

Aunque hubo sus excepciones cuyas estatuas deberían ser exhibidas en el Paseo de la Reforma, los mexicanos nos quedamos impasibles. Por eso es cierto aquello que dijo Antonio López de Santa Anna «Mientras tengamos Congreso, no esperemos progreso…» aplicable a nuestros días, ¿Fox y San Lázaro? ¿El presidente Polk y Bush quines tiene en sus manos el mandato otorgado, nada menos que directamente, por Dios y por eso disponen de las naciones de la tierra?

La novela es fascinante y aleccionadora. No podemos permitir que vuelva a suceder. México no tiene que cambiar, los que tenemos que cambiar somos nosotros los mexicanos y hacernos de verdad, patriotas, querernos y respetarnos e impedir a toda costa que otros léperos, vende patrias, rateros y traidores nos vuelvan a vejar.

*Periodista y escritora

2005/MG/SJ

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