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Migración: ¿Seguridad nacional?

Por Karina Arias

El mes pasado los Congresos de Estados Unidos y de México lanzaron iniciativas en las que se daba como solución al fenómeno migratorio la extensión de una barda o el «cierre» de los puntos peligrosos de la frontera. Sorprendentemente, después de eso llegó a Congreso estadounidense una nueva iniciativa, «la más completa» según han dicho varios periódicos. A esto, ¿cómo reaccionó el gobierno mexicano?

De una forma sorprendente en realidad, el Ejecutivo tomó la decisión de incorporar al Instituto Nacional de Migración al Sistema de Seguridad Nacional de México, lo cual implica que sus bases de datos y sistemas de información deberán formar parte de la Red Nacional de Información prevista en la Ley de Seguridad Nacional.

Esta noticia nos sorprendió a muchos, especialmente a quienes hemos estado escuchando desde que el Presidente Fox estaba en campaña que la migración es un tema que debe abordarse de manera integral, que él está en favor de luchar por los derechos de los migrantes.

Una vez más, sorprende la falta de congruencia entre el discurso y la práctica. ¿Cómo un gobierno puede asistir a Ginebra y declarar ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU su enojo por que se violentan los derechos de los mexicanos en Estados Unidos y, luego, regresar y declarar que la migración en México es un asunto de Seguridad Nacional ligado al combate al terrorismo?

Esta medida evidentemente está lanzando un discurso contrario al gran activismo que ha distinguido la política exterior de México en este sexenio, caracterizada por la defensa de los derechos humanos de los migrantes.

Hemos retrocedido varios pasos al construir un paralelismo de los migrantes a una amenaza a la seguridad nacional. Esto, en la práctica, puede traer muchas más violaciones a los derechos humanos de esta población.

Los coloca en una situación de mayor vulnerabilidad e indefensión ante un sistema que ya de por sí no podía garantizar el acceso a la justicia de esta población. Ante un sistema que privilegia la condición migratoria de las personas y no sus derechos humanos. Derechos que no pierden por estar fuera de su país y que México está obligado a garantizar.

Hemos regresado también a los días llamados post 11 de septiembre, en los que la migración se ligaba al tema de la seguridad y en los que sólo se hablaba del tema ligado a un mayor control de las fronteras. Ya los países americanos en la Conferencia de Seguridad Hemisférica habían acordado que la migración no es una amenaza. Entonces, ¿por qué regresar a este discurso?

Si la migración se ha de ligar al tema de la seguridad, entonces debe de abordarse desde una concepción de seguridad humana en la que el ser humano es el centro de las políticas y lo que se persigue es su seguridad y bienestar.

En este caso, si se habla de seguridad se debe de hablar de la seguridad de los migrantes en su paso y estancia por nuestro territorio. De las medidas del Gobierno mexicano para evitar que sean extorsionados, que tengan acceso a la salud, que no sufran de abusos en sus trabajos, en fin, de cómo garantizar el pleno respeto a sus derechos humanos.

2005/SJ

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