El rezago económico del estado de Oaxaca, la falta de oportunidades laborales, la discriminación y el deseo de contribuir a la economía del hogar, son los factores que contribuyen al incremento de mujeres migrantes en la entidad, quienes apoyan económicamente a sus comunidades.
Las y los migrantes oaxaqueños encuentran una forma de mantener la cohesión en los usos y costumbres, vigentes en 418 de los 570 municipios que conforman la entidad, indicó Aída Ruiz García, titular de la Coordinación Estatal de Atención al Migrante Oaxaqueño (CEAMO).
«Los usos y costumbres comprometen a los migrantes a mantener un vínculo permanente con sus localidades, aportando sus cuotas de cooperación para construir obras sociales y a cumplir con los cargos que la asamblea determina», precisó en un comunicado.
Aunque la población migrante oaxaqueña es la más discriminada de México, por sus rasgos indígenas, son uno de los grupos que más contribuyen a la economía del país. Además con sus donativos, coadyuvan a que el gobierno del estado construya las obras que la comunidad requiere.
Un ejemplo de ello, dijo, es Santa María Jaltianguis donde la conjunción de esfuerzos hizo posible construir la explanada municipal, o el equipamiento del centro de salud en San Pablo Macuiltianguis.
En San Juan Quiotepec el dinero de la población migrante sirvió para poner en funcionamiento la infraestructura básica, como el servicio de agua potable, así como la adquisición de una ambulancia.
Por otra parte, Felipe Zamora Cruz, presidente de San Juan Lajarcia –municipio que se rige por usos y costumbres– dijo que la población de este lugar que trabaja en Estados Unidos apoya fuertemente al municipio, especialmente para la fiesta patronal del 24 de junio.
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