Mala paga y cada vez mayor trabajo en los propios hogares son las características que resaltan del trabajo femenino informal, bajo una recesión económica mundial donde siempre es preferible «tener trabajo en las condiciones que sean antes que no tener nada», asegura la economista e investigadora mexicana autora del libro Los mercados de trabajo femenino, María Luisa González Marín.
Conforme avanza la globalización y su modelo económico, las condiciones laborales van siendo más precarias; al grado de que ahora lo más preocupante es «que millones de seres humanos ya no sirven ni siquiera para ser explotados», considera la académica del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Entre las tendencias actuales destaca el aumento de la subcontratación y el trabajo a domicilio: el más nítido reflejo de la flexibilidad laboral donde se usa la mano de obra sin obligaciones contractuales para los empresarios.
Al mismo tiempo, por primera vez en la historia las mujeres indígenas se incorporan a un número indeterminado pero creciente de proyectos productivos, lo que tiende a modificar las visiones culturales de las comunidades.
En general, sostiene, se avizora una tendencia que en la medida en que las profesiones se feminizan, las remuneraciones salariales de las mujeres tienden a disminuir y sus actividades a subvaluarse.
El trabajo informal de las mujeres, aclara la autora del estudio Informalidad y desempleo, se ejerce en muchas esferas pero con características distintivas: la remuneración es complemento del ingreso familiar y forma parte de las profesiones tradicionalmente mal pagadas.
Además, las trabajadoras en mercados informales aceptan que no solamente tendrán que cumplir su doble jornada (trabajo remunerado y doméstica) sino que su labor estará por debajo de los estándares masculinos.
Destaca asimismo que en el mercado informal están incluidas las trabajadoras independientes , llamadas freelance, de alta calificación, sin prestaciones y sujetas a los vaivenes del mercado.
Con mayor frecuencia el mercado laboral recorta las prestaciones sociales: otro indicador del trabajo informal es que, en su caso, todavía son menores. Mientras que en 1991 el 61.2 por ciento de la población mexicana carecía de prestaciones, para 1995 había aumentado la cifra a 64.5 por ciento.
La también coordinadora del proyecto Integración económica México-Estados Unidos-Canadá y su impacto en la escolaridad y el mercado de trabajo femenino, explica que las cifras solamente miden tendencias y, cuando se trata de reflejar fenómenos sociales, éstas no pueden ser exactas.
El futuro de las condiciones laborales de las mujeres es una de las preocupaciones de las más de mil mujeres académicas, políticas y activistas que asistirán a Guadalajara, Jalisco, sede del noveno foro internacional de la AWID: Reinventando la Globalización, considerada como la cumbre más importante que sobre género y desarrollo se lleva a cabo en el mundo, fuera del sistema de Naciones Unidas.
El noveno Foro Internacional, es convocado por la Asociación para los Derechos de la Mujer y el Desarrollo (AWID), del 3 al 6 de octubre, cuya sede será el Hotel Fiesta Americana de Guadalajara.
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