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«Mitch , fue clave para incluir el género en la gestión de riesgos

Por Anayeli García Martínez

El huracán «Mitch» que en 1998 golpeó Honduras con vientos destructivos y lluvias torrenciales durante cuatro días, reflejó que el liderazgo de las mujeres y la fortaleza de las comunidades, es imprescindible para reconstruir un país devastado por los desastres causados por el cambio climático.

Ana Lucy Bengochea, directora del «Comité de Emergencia de Garifuna» en Honduras, dijo a Cimacnoticias que este fenómeno meteorológico, considerado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), como uno de los huracanes más violentos del siglo, hizo que las mujeres se convirtieran en protagonistas en el proceso de reconstrucción del país.

En octubre de 1998, «Mitch» provocó el desborde masivo de los ríos, provocando inundaciones en los 18 departamentos de Honduras; destruyó casas, carreteras, puentes, caminos; afectó cultivos y ganado; pero además dejó muertos, desaparecidos, heridos y personas que perdieron sus viviendas y todo su patrimonio, recordó.

Ante un escenario desolador como este –afirma Ana Lucy Bengochea– mujeres y hombres se organizaron para que la ayuda internacional pudiera llegar a las comunidades indígenas y rurales, quienes padecieron graves consecuencias y que además estaban incomunicadas.

«Debido a estas condiciones, se conformó un equipo para buscar estrategias que hicieran frente a las consecuencias de un momento tan crítico», afirmó.

El primer paso fue la organización, la segunda fase fue buscar herramientas para recuperar los medios de vida. Así por ejemplo, las mujeres utilizaron su creatividad y crearon un Banco de semillas para rescatar todas aquellas que se habían perdido, sólo así podían garantizar que después crecieran plantas nativas de las comunidades.

«Las necesidades eran muchas: asegurar los alimentos en el corto plazo, artículos para fortalecer la comunidad, como radios con los cuales coordinar el envío de cultivos, conseguir agua y atender a las personas enfermas», añadió.

La devastación ambiental provocada por «Mitch» fue más allá de las pérdidas materiales, «la muerte de personas y la pérdida de los medios de vida hicieron que, además de formular nuevos proyectos agrícolas o de vivienda, también se incluyera la atención psicológica y los temas de género y derechos humanos de las personas».

En el país hubo cerca de 1.5 millones de damnificados y las diferencias entre el papel de las mujeres y el de los hombres, pronto se dejó ver; «las mujeres estábamos pensando qué hacer con los niños, los ancianos, cómo mejorar las comunidades, cómo hacer equipo, cómo reconstruir de los escombros y cómo atender la salud de nuestras familias», destacó la activista.

«Los hombres se enfocaron en las pérdidas económicas, lo cual hizo que la organización Garifuna buscara que los políticos aprendieran que las mujeres también tenían que ser beneficiadas de la ayuda del gobierno aunque no tuvieran la titularidad de la tierra, o que los apoyos estuvieran dirigidos a los varones».

Para Honduras, éste fue un momento clave en la participación comunitaria y en la inclusión de la perspectiva de género en la gestión de riesgos, «el protagonismo de las mujeres para negociar la seguridad, el sustento alimentario y las reubicaciones fueron elementos importantes».

Ana Lucy Bengochea, precisó que esta experiencia no sólo fue un desastre pues también significó un desarrollo en las habilidades para afrontar adecuadamente situaciones adversas. Hasta el momento, esta organización sigue trabajando en la concientización sobre el medio ambiente y género.

A tres años de la tragedia, el Comité que dirige la activista comenzó a hacer incidencia en los espacios políticos, a participar en espacios globales para que las políticas públicas nacionales e internacionales integraran el género porque «en las grandes Secretarías de desastres no hay ni voz ni voto de las mujeres y es necesario que haya».

Consideró que la perspectiva de género en la fase de reconstrucción es fundamental, y que se debe tomar en cuenta junto con normas mínimas de vulnerabilidad, la reorganización de los servicios y la readecuación del modelo de atención al nuevo perfil de demanda.

Por último, agregó que a 12 años del paso de «Mitch», aún sigue un proceso colectivo para que todas y todos puedan mirar en una misma dirección, por eso considera que los tomadores de decisiones en el tema del cambio climático deben entender que el paradigma ya cambió.

«Ahora las organizaciones están en el centro, y son parte de la toma de decisiones con sus experiencias e iniciativas, esto es significativo porque todos juntos podemos buscar respuestas al cambio climático», concluyó.

10/AGM/LR/LGL

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