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Muerte materna, embarazo adolescente, temas urgentes en AL

Por Mirta Rodríguez Calderón

América Latina es un continente que envejece en todos sentidos.

Pero ese no es el único problema que enfrenta: a la gente le falta trabajo, casi la mitad vive en pobreza y una cuarta parte en indigencia; 200 millones se han ido o se quieren ir de sus lugares de origen; tres mujeres mueren de parto cada día; el SIDA tiene enfermo a más de millón y medio; y el grueso de todas las perspectivas en materia de población están vinculadas a tasas de fecundidad disminuidas y de ancianidad aumentadas.

El panorama es desolador, ¿no lo cree usted?

La pregunta la hizo la agencia SEMlac a Alejandro Morlachetti, argentino, consultor para América Latina del Fondo de Población de Naciones Unidas. Y él mismo responde:

«El panorama es muy triste y nos debe llevar a preguntarnos qué está al alcance de cada uno de nosotros para poder cambiar esta situación. En mi ámbito de trabajo, es importante señalar que se ha logrado un importante progreso en lo que se refiere a la ratificación de los principales tratados de derechos humanos, la puesta en funcionamiento de varios mecanismos de exigibilidad como los Comités de Naciones Unidas: mujer, niñez, y otros, que reciben informes de los países en cuanto a las medidas que toman para cumplir los tratados.

«También, la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la Corte Penal Internacional creada por el Estatuto de Roma, los Tribunales Internacionales de Rwanda y Yugoslavia, y la misma creación del Alto Comisionado de Derechos Humanos en 1993», explica.

«Es claro que el gran desafío es cómo logramos que el principio de universalidad en el disfrute de esos derechos se haga realidad».

— Como la gente nunca se resigna ¿qué puede hacer la ciudadanía, y qué las instituciones, si ya sabemos que las Metas de Desarrollo del Milenio son, en buena medida, irrealizables?, se le preguntó.

— Las violaciones principales, en cuanto a pobreza, hambre y discriminación en los países de la región, son producto de políticas sin enfoque de derechos o, en la mayoría de los casos, de la falta de políticas a nivel gubernamental.

En este orden de cosas, creo que la sociedad civil puede cumplir un papel fundamental, utilizando los informes de los Comités de Naciones Unidas, así como los compromisos que los países asumieron en las conferencias de El Cairo, Beijing y los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Estos instrumentos pueden servir a la ciudadanía, a nivel local, para abogar por el cumplimiento de los compromisos que el país contrae en los foros internacionales.

— Dos siglos atrás, señor Morlachetti, millones de personas fueron traídas como esclavos y esclavas. Hoy, millones de personas emigran para sujetarse a otras formas de esclavitud. Las remesas representan ?según sus propias estadísticas como consultor? 150 mil millones de dólares. Sin embargo, esto no implica desarrollo para sus países de origen. ¿Qué pasa en ese contexto; en qué situación se hallan las mujeres?

— El tema de las migraciones por motivos económicos, obviamente, afecta la situación de la familia y de la mujer y en muchos casos tiene efectos nocivos al producir la separación del núcleo familiar.

Uno de los temas centrales es el del tratamiento y respeto de los derechos humanos de los llamados migrantes ilegales. El tratado de derechos humanos aplicable es la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares, que establece la obligatoriedad de todos los países de respetar los derechos humanos básicos de los migrantes, más allá de que hayan ratificado o no esa Convención.

— En su encuentro, señor Morlachetti, con la Red Dominicana de Periodistas con Perspectiva de Género, en el pasado mes de junio, usted se refirió a algunas realidades vinculadas con la promoción de la equidad de género. Parecería que la tal equidad se reduce a usar esa frase en el lenguaje político y de Naciones Unidas. ¿Es así? ¿Cómo lo ve usted?

— Creo que en el ámbito de la igualdad y equidad de género, si bien falta bastante, se ha avanzado mucho, si nos situamos desde un análisis histórico y lo comparamos con tres décadas atrás.

La visibilización que tiene la temática de género es hoy indiscutible. Ha habido crecimiento y fortalecimiento de la sociedad civil en defensa de los derechos de las mujeres, la vigencia de la Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación en contra de la Mujer , el Protocolo de la Cedaw y la Convención de Belén do Pará.

Asimismo, se han modificado los marcos legales de la mayoría de los países de la región, tanto en los códigos penales, de familia como en la equiparación de derechos en el matrimonio y el ejercicio de la paternidad y maternidad.

Se ha conseguido la adopción de leyes de salud sexual y reproductiva y para prevenir y sancionar la violencia contra la mujer, así como leyes de cupo o cuotas que han permitido el mayor acceso de la mujer a cargos electivos, como es el caso de algunos congresos o asambleas legislativas de los países de la región.

Por supuesto, seguimos teniendo muchísimos desafíos en términos de lograr igualdad y equidad, y en temas urgentes en la región, como es el de la mortalidad materna, embarazo adolescente, feminización del contagio de VIH/SIDA, entre otros. No podemos detenernos en los esfuerzos por hacer.

LA ESPERANZA DE GILKA

SEMlac conversó también con Gilka Meléndez, una de las representantes del Fondo de Población de Naciones Unidas más experimentadas en esta área. Cuando se produjo la conferencia de El Cairo, en 1994, ya estaba comprometida con el empeño de soñar y trabajar por un mundo mejor, en particular para la parte femenina de la humanidad.

De ahí que los avatares por los que ha transitado el tratamiento del tema poblacional tengan para ella numerosos referentes. Aunque el panorama continúa siendo sombrío, Gilka, esta mujer que observa al mundo desde una mirada clara, se concentra en ver los tonos más optimistas. Así lo dice y hay que pensar que lo cree.

«Es cierto que en la región subyacen desigualdades por razón de género que impiden un desarrollo integral de la sociedad en su conjunto, explica Gilka. También es cierto que la mujer continúa en franca desventaja ante el hombre, en cuanto al acceso a los sistemas de producción y de generación de ingresos, así como en otras áreas que son de vital importancia para el desarrollo humano.

«Pero, este año, el Informe Mundial de Población incorpora la perspectiva de género y coloca el foco, principalmente, en los rezagos y en las necesidades que enfrentan las mujeres en términos de acceso a servicios y cambios jurídicos reales que materialicen su derecho a la tierra y a la propiedad, la participación política y el papel que juegan en la redefinición de urbes sustentables.

«La urbanización ha incrementado la participación de la mujer en el mercado del trabajo. Esto es un hecho. Como también que ha mejorado su acceso a los servicios sociales. No obstante, en la mayoría de los países está pendiente que la mujer ejerza los mismos derechos que el hombre, y disponga de servicios y oportunidades de desarrollo equitativos.

«Doy un ejemplo: a nivel mundial, las mujeres son propietarias de menos de 15 por ciento de la tierra en las áreas urbanas. En algunos países, las leyes incluso prohíben que las mujeres sean legalmente propietarias y la mayoría ocupa empleos inestables y mal pagados en el sector informal.

«Hace falta, entonces, que los gobiernos y sus sociedades civiles sigan trabajando muy de cerca en los mecanismos reformadores nacionales, para que incluyan una perspectiva de género real en los programas y planes nacionales.

«Eso no es todo, ni es la solución. Pero es parte de ella. El Fondo de Población de Naciones Unidas es firme en la idea de seguir promoviendo una cultura de equidad y no discriminación. Estoy persuadida de que esas acciones anticipan un futuro mucho más esperanzador para la región».

07/MRC/CV/GG

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