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Muerte materna en Oaxaca

Por la Redacción

En Oaxaca, un estado con muchas inequidades, es difícil salvar la vida a una madre indígena. Cómo si apenas en el 2004, 40 por ciento de la población tenía que viajar más de dos horas y hasta 16 para llegar a un hospital. .

PARA MUESTRA UN BOTÓN?

Rosa Magdalena quien se casó siendo una adolescente ha tenido nueve hijos en los últimos 19 años de su vida. Apenas cursó algunos estudios primarios. En busca de mejores horizonte, emigró con Lorenzo, su marido, y sus hijos al Distrito Federal, pero regresaron a Magdalena Peñasco porque no había ninguna oportunidad para ellos en la gran urbe mexicana.

Para Rosa tener hijos fue una obligación y no cuidar su salud fue parte de una vieja costumbre que señala que «los embarazos son naturales». Así que después de casarse con Lorenzo a los 15 años tuvo al primero y de ahí siguieron otros ocho, siete de los cuáles sobrevivieron.

En su matrimonio vivió rechazo y violencia permanente de Lorenzo quien bebía mucho y era un hombre violento, «acostumbrado en su casa y afuera que el hombre manda y la mujer obedece».

Un relato publicado en la investigación sobre Violencia y mortalidad materna en contextos indígenas de Oaxaca: una mirada etnográfica, habla así de su vida.

«Estaba acostumbrada a parir sola a sus hijos, porque así quería su marido. Él sostenía que la mujer da a luz sola porque así es la naturaleza de ser mujer y no necesita de presencia, apoyo o atención médica».

Rosa tuvo complicaciones al momento de parto que empezó a atender sola en su casa un jueves de abril. El viernes empezó a sangrar profusamente. Hasta la madrugada del sábado, Lorenzo mandó a las hijas mayores por la doctora de la clínica. La doctora no abrió la puerta, pues era costumbre que a esa hora los borrachos la molestaran.

A la mañana siguiente las niñas insistieron. La doctora acudió, la encontró demacrada, con dolor y muy grave. Decidió trasladar a la paciente a la clínica de Tlaxiaco que se ubica a 40 minutos en automóvil. Ahí se dieron cuenta que el bebé estaba muerto y que era necesario intervenir de urgencia con cesárea para salvarle la vida a Rosa, pero eso día ?sábado- no había médico cirujano para realizar la intervención.

Cuando la doctora de Magdalena Peñasco salió a buscar a Lorenzo para informarle que había que trasladar a Rosa a la ciudad de Oaxaca, éste había desaparecido. Lo rastrearon por radio y le ordenaron regresar. Rosa finalmente llegó al hospital general de Oaxaca, a 195 kilómetros de Tlaxiaco.

En el hospital fue intervenida, le sacaron el óbito fetal pero no resistió más y falleció. Según sus compadres ?a quienes se les entrevistó para obtener la autopsia verbal- «se le reventó el útero». El acta de defunción dice que falleció de shock hipovolémico.

MUERTE MATERNA, 70 VIDAS POR AÑO EN PROMEDIO

Las investigadoras identifican varios factores desencadenantes de la muerte materna en Oaxaca. Reconocen que con una buena atención al embarazo y al parto, los conocimientos y la tecnología en los sistemas de salud, el fenómeno que cobra en promedio 70 vidas por año, habría disminuido considerablemente.

Con poco más de 10 años de investigación en muerte materna en Oaxaca, Martha Castañeda Pérez, antropóloga física, considera que el principal problema está en la poca capacidad resolutiva en las clínicas rurales cuando hay una emergencia obstétrica, lo que pone en igualdad de circunstancias tanto al personal médico, si lo hubiera, como a la partera.

Da un ejemplo, algunos medicamentos en una emergencia obstétrica se aplican por vía intravenosa, pero estás clínicas rurales se consideran de primer nivel de atención y, por norma, no se pueden aplicar este tipo de inyecciones, entonces la paciente tiene que ser trasladada hasta el hospital más cercano.

Su propuesta es que haya servicios de atención obstétrica, en las clínicas de primer nivel, con atención de servicios básicos las 24 horas del día, los 365 días del año, añade.

En esas clínicas podrían controlar una hemorragia, estabilizar a la madre y ella pueda llegar a otro hospital, si fuera necesario, y no sólo ha morirse como ha sucedido hasta ahora. Se trata, incluso, de que tengan capacidad para sacar restos placentarios, que también producen hemorragia. Todo esto, además, tendría un costo más bajo que una atención hospitalaria.

Castañeda refiere que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dicho que no se ha probado científicamente que el control prenatal pueda disminuir las muertes maternas y lo que se necesita son servicios de atención de urgencias obstétricas, pero se pone más énfasis en atención la atención prenatal.

Para la investigadora del Centro para los Derechos de la Mujer Nääxwiin, en el medio rural los partos son atendidos por una partera (23 por ciento), suegra o alguna parienta (siete por ciento) e, incluso, por nadie (3 por ciento), en estos últimos casos hay un peligro: la falta conocimientos para atender una emergencia.

Otra investigación de Martha Castañeda indica que el 20 por ciento de la población rural en Oaxaca no tiene acceso oportuno a un hospital. Llegar les lleva dos horas, pero hay regiones donde puede ser más el tiempo, como la Sierra Norte, donde el 64 por ciento de la población accede a un nosocomio tras dos horas de camino.

El mismo porcentaje de las habitantes de la Sierra Sur tiene acceso a estos servicios hasta después de tres horas, pero hay comunidades donde la distancia es de ocho horas. Demasiado tiempo para una urgencia obstétrica.

Además del acceso geográfico por lo escarpado del territorio, el otro gran problema en Oaxaca es la situación económica.

El 79 por ciento de la población no tiene seguro social ni seguros privados de salud, entonces sólo puede atenderse en servicios privados, los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) y el IMSS Oportunidades. Pero nunca son realmente gratuitos y se incrementan por los gastos indirectos.

Castañeda sostiene que las principales causas de muerte materna en la entidad son las complicaciones obstétricas, las hemorragias, la hipertensión arterial, que ocasiona eclampsia y preeclampsia, todas ellas podrían evitarse con intervenciones oportunas, así como con la dotación de servicios públicos.

EL MACHISMO, UN FACTOR DETERMINANTE

Además de los factores médicos, económicos y hasta geográficos, el machismo es determinante en la muerte materna.

Es el marido quien tiene el control del cuerpo de las mujeres, de ahí que no consientan el uso de anticonceptivos, refiere Paola Sesia Arcozzi Masino, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), Unidad Pacífico-Sur.

Al respecto, Ximena Avellaneda, directora del Grupo de Estudios de la Mujer «Rosario Castellanos», afirma.

«Los médicos relatan que muy frecuentemente las mujeres acceden a los métodos anticonceptivos a escondidas y hemos visto muchos casos de hombres que abandonan a las mujeres después de un tiempo de no concebir hijos, sea por causas naturales o porque esa mujer está usando un método anticonceptivo».

No obstante lo anterior para Sesia Arcozzi, en los últimos 10 años hay cambios importantes, como la reducción de la tasa de natalidad y la asistencia a consultas prenatales, obligadas claro está por los programas y para evitar perder los apoyos económicos que les brindan o las becas.

Ello sería indicativo que las mujeres tienen más información sobre el embarazo, sobre cómo deberían cuidarse y qué comer, tal vez incluso reconocer señales de alarma al momento del parto y de la atención médica durante el parto, aunque las mujeres indígenas prefieren atenderse en sus casas.

En el Oaxaca rural profundo encontramos que los embarazos son considerados como algo natural, por tanto no requieren atención médica en clínicas, apunta Sesia, quien añade que un estudió sobre la muerte materna en municipios indígenas encontró que hasta 70 por ciento de las mujeres que fueron atendidas por familiares al momento del parto habían fallecido.

Otro problema, indica la investigadora del CIESAS, es que las clínicas rurales ni siquiera son de primer nivel, ya que están atendidas por promotoras de salud de la comunidad, «todos saben que carecen de conocimientos y preparación», de igual forma descalifican al personal médico por ser muy jóvenes y no tienen experiencia.

En una investigación sobre violencia y mortalidad materna, Sesia encontró algunos dramáticos casos, como el de Rosa que muestran una relación más profunda de lo que pensaban entre machismo, patriarcado y muerte materna.

«Encontramos que Lorenzo no tuvo ninguna consideración, al grado de no permitirle que acudiera a las consultas prenatales, la violencia permanente aún embarazada y durante el día y medio que pasó sangrando y sufriendo por el dolor, lo cual me parece inimaginable e inexcusable».

Además, agrega Sesia, hubo otros factores como el no tener acceso inmediato a la atención médica, derivado de la violencia que se vive en la población, lo que impidió a la doctora de la clínica abrir la puerta en aquella madrugada. De igual forma cuestionó el hecho de que en el hospital de segundo nivel de Tlaxiaco no hubiera un cirujano, lo cual es responsabilidad del sector salud.

La atención materna, agrega Sesia, depende del nivel educativo de las personas, del dinero que tienen y la cultura. Las clases populares tienen seguro popular; otras acuden Seguro Social o el ISSSTE; las clases no tan populares van a las clínicas privadas y, finalmente, un sector muy pequeño busca modelos alternativos como la atención de parteras, donde las mujeres son las agentes activas y no el médico.

06/SJ/CV

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