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Mujeres al frente del «hospital» para animales salvajes

Por Andrea González

Son las anónimas «enfermeras» de un puñado de animales salvajes que llegan a sus manos en estado agónico o heridos para, tiempo después, ser liberados, sanos, tras un período en el Centro de Rehabilitación de Fauna Silvestre.

Ellas las anónimas enfermeras son la bióloga Loreto Mattews y la veterinaria Bárbara Zentilli, quienes en el Cajón del Maipo, zona rural a sólo 42 kilómetros al sur de la capital chilena, junto al río Colorado y en un pequeño terreno, han construido este centro de rehabilitación.

Matthews y Zentilli están a cargo de este centro del Comité Nacional Pro Defensa de la Fauna y Flora (Codeff), la organización no gubernamental ambientalista más antigua de Chile que trabaja en la rehabilitación de animales y, pese a los inconvenientes de financiamiento, sobrevive para cumplir esta labor.

El centro está enclavado en una zona de siete hectáreas, de las cuales sólo dos están ocupadas por dos casas de madera y las jaulas en las que se preservan los animales. Allí puede verse el proceso al que son sometidos los animales desde que llegan al sitio hasta que son liberados en algún punto del territorio nacional.

El trabajo no es fácil, porque también incluye una dura rutina que abarca la alimentación, la limpieza y el regadío de un terreno que seguramente «agradecen» estos animales. Y también se añade la labor de investigación acerca de enfermedades, medicinas, comportamientos o estudios como la distribución y abundancia del zorro en el medio silvestre.

«Tenemos un proyecto para levantar una clínica y otro de educación ambiental, pero no contamos con el financiamiento necesario. Recibimos la ayuda del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y de instituciones como la minera Escondida, aunque no es suficiente», comenta Matthews.

La historia de los animales que ellas atienden se puede resumir en una sola: la de aquel zorro que llegó al centro, a los cuatro meses de nacido, con heridas provocadas por el carbón prendido. Ahora el animal se ve recuperado, aunque perdió la vista y lleva siete años en el lugar.

Cuatro hermosos pumas también ocupan el tiempo de las profesionales. Todos llevan un buen tiempo en el centro, en espera de que algún zoológico se los lleve, porque ya no pueden volver a vivir en su hábitat natural.

2005/SEM/SJ

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