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Mujeres, crisis y agua

Por Ma. Guadalupe Gómez Quintana

Los expertos lo advirtieron hace años: «la crisis del agua generará conflictos en todo el mundo, es un factor de desestabilización social». Y hoy es una realidad.

En México ya inició esta guerra, que no se libra aún por medio de balas, sino de movilizaciones y protestas, porque quienes luchan por el líquido son, en principio, las mujeres.

En diciembre pasado, un numeroso grupo de mujeres indígenas mazahuas cerraron las válvulas de una planta del sistema de distribución que abastece la Ciudad de México, que forma parte del sistema hidráulico Cutzamala, del que se abastece la capital y parte del Estado de México, ubicado en la región donde ellas habitan, el municipio Villa Victoria.

Protestaron porque, pese a vivir junto a un enorme sistema que surte a una de las ciudades más grandes del mundo, que alimenta a una sedienta urbe con 300 mil litros por segundo, carecen de ella. Y no dudaron las mujeres mazahuas en asumir una posición radical.

Preferimos la cárcel a seguir sin agua, dijo a la prensa Beatriz Flores, una de las integrantes de la llamada Comandancia General del Ejército de Mujeres Mazahuas por la Defensa del Agua.

Aproximadamente 60 de ellas instalaron un campamento fuera de la planta potabilizadora Los Berros y cerraron sus válvulas.

Pedimos que se nos proporcione agua en nuestras casas, pero también un plan integral de desarrollo para salir de la pobreza. Por eso no levantaremos el plantón hasta que nos atiendan, señaló Flores a los medios de comunicación.

Felipe Calderón inició negociaciones con ellas, pero algunos funcionarios aclararon que parte de las demandas ya habían sido atendidas desde 2004.

El sistema Cutzamala, motivo de la protesta, pasa cerca de comunidades mazahuas, de alta marginación que en su mayoría carecen del líquido.

El Cutzamala no sólo les «roba» el agua que, en su opinión, les corresponde, sino que ha deteriorado las condiciones ambientales, sociales, culturales y económicas de las comunidades aledañas.

El problema se ha «globalizado» y el Tribunal Latinoamericano del Agua, organización no gubernamental con sede en Costa Rica, lo ha retomado.

Beatriz Flores narró al servicio Tierramérica (proyecto latinoamericano multinacional de información) que ella tiene que caminar dos kilómetros para conseguir un poco agua de uso diario, ayudada en las tardes por su hija de ocho años.

Sobre la supuesta solución que les dio el gobierno en 2004, Beatriz afirma que sólo consistió en «algunas ayudas» y que sus anteriores líderes se quedaron con parte de los beneficios y los recursos. «Todo quedó inconcluso, caminos a la mitad y hasta algunos baños secos (letrinas que funcionan sin agua) que nos dieron están tirados por ahí».

Ya habíamos advertido el cierre de válvulas y lo haremos definitivamente si no nos responden realmente. No nos importa que sea un delito federal y que nos lleven a la cárcel, lo preferimos, dijo retadora.

–¿Por qué son las mujeres las que lideran las protestas, dónde están los hombres?

— Aquí estamos las mujeres luchando porque somos las que más sufrimos el problema del agua en nuestras casas, somos las que mantenemos el hogar. Los hombres salen como jornaleros, pero nosotros acarreamos el agua. Pero ellos sí nos apoyan.

Las mujeres mazahuas de esta comunidad van por su agua a dos kilómetros de distancia del poblado, a lomo de burro y cargando varios garrafones de 20 litros.

NO SOMOS «GLOBALIFÓBICOS», QUEREMOS AGUA

El IV Foro Mundial del Agua, llevado a cabo en marzo del año pasado en la Ciudad de México, atrajo también la protesta de otros grupos organizados a partir de su demanda de líquido, como la Coalición de Organizaciones Mexicanas por el Derecho al Agua (Comda).

Durante la marcha que realizaron para demandar su derecho al agua, se enfrentaron con elementos de la policía local y fueron detenidos 25 activistas, un policía resultó herido y dañados vehículos de la policía.

El gobierno del DF argumentó que algunos participantes perdieron la calma y de ahí derivaron las mutuas agresiones. Dijo además que se habían instalado foros para que la ciudadanía emitiera sus opiniones, pero que en general actuaron los participantes con responsabilidad y legalidad.

En respuesta, la dirigencia de la Comda dijo que el gobierno había intentado «distorsionar nuestro movimiento» y que estaba haciendo una mala lectura del movimiento llamándolos equivocadamente «globalifóbicos».

No estamos, dijo Martín Vázquez, uno de los líderes, en la lógica de confrontación, queremos pasar libremente. Y una de las peticiones de los grupos de la sociedad civil es que los gobiernos eviten privatizar el líquido y que se eleve a derecho constitucional el derecho humano al agua.

Al otro lado del mundo, en la India las cosas no son diferentes, como relata Vandana Shiva, activista india y autora del libro «Water Wars: Pollution, Profits and Privatization: The Plunder of Nature and Knowledge y The Hijacking of the Global Food Supply», en una entrevista que Kazim Tirmizey le realizó en marzo de 2006 y publicó en el portal agua.org.mx.

He visto, dice Shiva, cómo este magnífico país, India, se convirtió, de un país donde todas las comunidades tenían agua (de pozos, arroyos primaverales o ríos) en una nación que forma parte del 20 por ciento de países que no tiene acceso a ella.

La escasez de agua ha sido consecuencia de la tala comercial de los bosques, explicó Shiva. Pero el agua se destruye también cuando Coca-Cola consume entre un millón y medio y dos millones de litros diarios en cada una de sus fábricas.

Esa escasez es la que movió a las mujeres de Plachimada a cerrar una de las plantas de Coca-Cola en su pueblo. Es esa misma escasez la que ha llevado a la gente a luchar contra otras 50 fábricas de Coca-Cola que habían destruido agua, recordó Shiva.

La llamada Revolución Verde, que introdujo cultivos que necesitan 10 veces más agua que los tradicionales, comenzó a desequilibrar el abasto de agua desde los años 60, con el apoyo del Banco Mundial y Estados Unidos. Descendieron los acuíferos y las presas agotaron nuestros ríos. El bombeo secó los pozos, los aljibes y hoy todas las comunidades que viven aguas abajo de un río con una presa carecen de agua.

UN BIEN COMÚN, NO PRIVADO

Varios colectivos de mujeres latinoamericanas, presentes en el IV Foro Mundial del Agua, denunciaron el problema de la privatización de las fuentes de agua y reivindicaron el acceso a este recurso como un derecho humano, a través del documento La Agenda Azul, coordinado por la Red de Género y Medio Ambiente (Rgema).

Señala la Agenda que la privatización de tierras y agua en el medio agrícola representa un problema importante para el acceso a las fuentes de abastecimiento en zonas rurales.

En materia ambiental y ecológica, los colectivos de mujeres mostraron también una preocupación importante por la deforestación, los incendios forestales y la contaminación de ríos, lagos, arroyos manantiales y el mar.

Las mujeres consideran asimismo que las instituciones relacionadas con la regulación, gestión y administración del agua cumplen inadecuadamente con sus funciones por su falta de coordinación y porque privilegian a los sectores más favorecidos.

El documento fue avalado por organizaciones de mujeres de diez estados mexicanos, así como por el Foro Latinoamericano de Ciencias Ambientales, con sede en Argentina, y la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza, con sede en Costa Rica.

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