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Mujeres de Arabia, bajo el velo patriarcal

Por la Redacción

Las mujeres de Arabia Saudita tienen prohibido votar, manejar, viajar al extranjero o trabajar sin no cuentan con el permiso de un hombre cercano a ellas, según Dan Murphy, escritor del portal The Christian Science Monitor.

Sin embargo, dice Murphy en el portal, ellas forman parte de la fuerza de trabajo. Una nueva fábrica de lámpara y un centro de ventas de autos donde se encuentran laborando únicamente mujeres son dos pequeñas grietas para el sistema patriarcal que por ley ha relegado a la población femenina al estado de segunda clase.

Y en el Oeste, las mujeres saudíes se están graduando de las universidades con mayores índices que los hombres. Además, están exigiendo oportunidades que el ulema ? estudiantes legales Islámicos que tienen un vasto dominio en el Reino ? por mucho tiempo les ha negado.

Están tomando empleos en la educación, la medicina, y la banca. En tiempos recientes, el ministro de trabajo del país ha estado insistiendo en los cambios legales que permitirían a más mujeres trabajar en empleos de venta al público y fábricas – un desafío agudo a la segregación sexual de Arabia Saudita.

Hasta ahora, las oportunidades de trabajo para mujeres saudíes con escolarización han sido en gran parte gracias a la aceptación de los hombres que forman parte de sus vidas. No obstante, muchas de ellas aún tienen obstáculos para acceder al trabajo, la educación, y para escoger a sus propios maridos, los cuales son elegidos por miembros masculinos de su círculo familiar.

Es por ello que la mayor parte de las mujeres saudíes esperan que en un futuro haya menos obstáculos para que sus hijas puedan alcanzar el éxito. Sin embargo aún no hay ningún acuerdo general sobre como un cambio social deberían permitirlo.

Amal Al-Hazzaa es bióloga molecular y una de las principales investigadoras de cáncer del país. Educada en Tucson, Arizona, hasta el séptimo grado, volvió a Arabia Saudita por oportunidades educativas con las que su madre difícilmente pudo soñar. «Nunca he sentido dificultad de llegar a donde quiero estar» dice.

Pero reconoce que su éxito no habría sido posible sin un padre y un marido que la han apoyado en todo momento.

Cuando Al-Hazzaa recibió una beca en Gran Bretaña, su esposo dejó su trabajo en Arabia Saudita, así él pudo ser el pariente masculino que la acompañó al extranjero, y eficazmente se convirtió en un «amo de casa» durante un año para cuidar de sus hijos.

«Si tu no tienes un esposo detrás de ti (en Arabia Saudita), es difícil conseguir algo brillante. Esto es todavía un problema. Muchos hombres sauditas no harían nada por sus mujeres», dice.

Pero Hazzaa, quien utiliza al niqab – velo que cubre todo excepto los ojos de una mujer – cuando está en público, dice que muchas de los temas a los que esta enfocado el Oeste ? como permitir a las mujeres conducir- no son importantes para ella. Y reconoce sentirse frustrada por las críticas fuera del país.

«A veces me gustaría decirles: «somos felices con nuestra posición. No somos víctimas. Somos un país muy joven, y a veces siento como si lo que estuviéramos alcanzando ahora fuera un gran paso».

En muchos casos, considera que la segregación sexual debería mantenerse como en las escuelas y universidades, por ejemplo.

«Sé que si las cosas fueran un poco más fáciles tal vez yo hubiera podido lograr lo doble ? pero (el problema) no está solamente aquí. En los Estados Unidos, también las mujeres tienen que trabajar el doble que los hombres para salir adelante»

Pero Arabia Saudita también enfrenta retrocesos.

El ministro de trabajo Ghazi Al-Ghusaibi emitió una regulación el año pasado que requiere a las mujeres, y no a los hombres, para trabajar en tiendas de lencería.

Expresó la propuesta argumentando que los dependientes que mantienen y discuten de ropa interior de encaje con mujeres tienen mayor probabilidad de caer en la tentación sexual que ellas. Aunque mucho saudíes señalan que su intención última es abrir mayor número de empleos de venta al público para las mujeres.

«Los clérigo saben que este es el débil fin de su cuña y lo enfrentaron» dice un hombre de negocios saudita en Riad, la capital.

«Ellos saben que todas estas cuestiones simbólicas ? la posibilidad de que las mujeres conduzcan o el trabajo con hombres ? mermará los cimientos de su control. El Gran Saudi Mufti Abdul Aziz al-Ashaikh describió que trabajar con las mujeres es como conducirse hacia un camino de infierno, mientras que el ministro Ghusabi ha recibido amenazas de muerte por parte de Osama Bin Laden».

Al respecto, un jeque de una oficina de asuntos religiosa de gobierno en Riad, que pidió omitir su nombre, aseguró que tiene la intención de luchar «con uñas y dientes» contra las oportunidades para las mujeres.

«Permitir a mujeres y hombres trabajar juntos siembra las semillas de la destrucción en cualquier sociedad. Ya hay aquí demasiadas de estas ideas importadas y no islámicas. Somos el único lugar sobre la tierra donde la verdadera ley Islámica es aplicada, y esto es intransmisible».

Aún así, hay lugares experimentales que permiten a las mujeres acceder a un lugar de trabajo. En Riad, hay un distribuidor de autos donde las mujeres pueden comprar ellas mismas el carro que será manejado por algún hombre. También en el área de Riad al menos dos fábricas, tienen mujeres que trabajan sobre cadenas de montaje para hacer lámparas. Y cuando las cajas llenas están listas para ir al almacén, una campana suena con el fin de avisar a las mujeres que deben cubrir sus caras antes de que los trabajadores hombres entren para llevarse los productos finales.

Abeer Al–Futi representa un sendero que se está volviendo común en el Reino. A sus 34, ella es la jefa de educación en la Ciudad Humanitaria del Sultán Abdul Aziz y en donde anda por el campus en un carro de golf.

Al-Futi subraya que las mujeres ahora consiguen más oportunidades porque la discriminación pasada ha trabajado a su favor.

Después de la primera guerra del Golfo, la presencia de soldados mujeres norteamericanas conduciendo Humvees inspiró a un pequeño grupo de mujeres a conducir en Riad durante una protesta donde demandaban más derechos. Su esfuerzo fracasó.

«Fue mucho peor para nosotras una década después de esto» recuerda. «Necesitamos un cambio», dice y reconoce que éste llegará pero de manera lenta y cautelosa.

Traducción: Hypatia Velasco Ramírez

07/HVR/GG

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