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Mujeres de la región carbonífera: la viudez como destino

Por Sara Lovera López

Las mujeres de la Región Carbonífera de México, viudas, solteras o casadas, tienen una actividad fundamental: la doméstica, sea gratuita o pagada.

Otras veces, la viudez las lleva a la prostitución, abierta o encubierta. En 1982, Soledad le contó a la escritora Sandra Arenal acerca de la situación de desequilibrio que produce la muerte de sus compañeros de vida:

«Sí, es muy duro admitirlo, pero todas puteamos, nos daban 30 pesos, a algunas les gustó y le siguieron, pero la mayoría nos dedicamos a andar de criadas o lavanderas, lo malo era que a veces no había lavada para todas? ¡éramos tantas! No sé cómo pudimos aguantar tanto, cómo no reventamos».

Ese testimonio, extraído del texto ¡Barroterán!, fue recogido 14 años después de la explosión de 1969, tragedia mundialmente conocida, donde murieron 153 mineros de una de las empresas en aquel entonces del gobierno. Los testimonios recogidos por Sandra Arenal revelan un reclamo absolutamente vigente: no había medidas de seguridad.

Ante esta situación, entre las mujeres de la región carbonífera cunde el miedo. Una tragedia en la mina las suele dejar sin hijos y maridos, sin cuñados o hermanos, al mismo tiempo. Ese es el caso de Elena, quien perdió a un hermano en 1969 y a un hijo y dos nietos en 2002.

MUJERES SIN OPCIONES

En la Cuenca Carbonífera no hay trabajo femenino. Las empresas maquiladoras que buscaban mitigar la crisis de la década del ochenta, cuando minas y empresas siderúrgicas fueron cerradas, no representaron una alternativa atractiva por sus bajos salarios, la lejanía del lugar y los cierres sin previo aviso.

De cara al futuro, no hay muchas ilusiones. Todos los testimonios de quienes quedaron viudas por los siniestros de 1969 a 2007 señalan que su promedio escolar es de cinco años de primaria. Algunas, como Silvia Verónica Cruz, lograron llegar a la escuela secundaria. Elvira Martínez estudió para contadora privada.

La permanente lluvia del polvo de carbón, que lo ensucia todo, obliga a las mujeres a jornadas domésticas extenuantes, de hasta 18 horas, lo que se complica por la escasez de agua y los turnos de trabajo discontinuos de esposos, hijos o hermanos mineros, pues ellas son las responsables de preparar el «lonche» (la comida que ellos llevan todos los días a la mina).

No hay muchas opciones de diversión, ni tampoco hábito de viajar a otras ciudades. Las mujeres relataron a SEMlac que nunca han salido del lugar, salvo en los momentos posteriores a las tragedias cotidianas y a las explosiones, cuando han ido a firmar algo con la compañía o el gobierno.

Isabel Alvarado quedó viuda desde 2002, cuando su marido fue atrapado por el gas, en La Morita. Ella contó que, a sus 38 años, solamente un día fue a la ciudad de Monclava, centro industrial a 120 kilómetros del Ejido de Santa María, donde nació.

Todos los fines de semana, transportes y camiones de las empresas mineras todavía tienen la costumbre de ir por las mujeres, en cada pueblo, y llevarlas a los centros comerciales, donde hacen compras en común.

Ellas no tienen más libertad que la de ir a la clínica, a la «nota» (compra) y a la escuela, si tienen menos de 18 años. Y los domingos, a veces, pasean del brazo de sus maridos en las plazas de los pueblos.

De solteras, la costumbre arraigada es ir a los bailes. En promedio, todas se casan antes de los 17 años, después de ir a uno de ellos. En estos tiempos se contrata a bandas populares, sobre todo el 11 de julio, «Día del Minero».

La Cuenca Carbonífera es una región que parece detenida en el tiempo: los cines son escasos; los parques, inexistentes; los restaurantes algunos de carne asada se ven de lejos, son sitios que conocen algunas mujeres y hombres que trabajan ahí. Son para el servicio de los gerentes de las empresas mineras o de La Compañía, porque los pobladores de la comunidad identifican así, en conjunto, a las empresas carboníferas del lugar, sin importar quién es el dueño.

Esta dejadez, reflejada en no saber para quién se trabaja, cobra importancia en el momento de un siniestro. En Pasta de Conchos, de la Industrial Minera México, funcionaba una empresa contratista llamada General de Hulla, pero no se sabía dónde estaba, ni dónde se cobraba, ni cómo contrataba, lo que ha facilitado fraudes al Seguro Social y al sistema fiscal mexicano.

VIOLENCIA, SIGNO DE LAS RELACIONES

La información oficial señala que el estado de Coahuila, donde se enclava la Cuenca Carbonífera, ocupa el segundo lugar en violencia física de pareja. Y aunque las entrevistadas no refieren maltrato de sus maridos, atrapados en los siniestros, es muy clara la descripción de Silvia Verónica, viuda dos veces y cuyo hermano también murió en una mina.

«Mi cuñada ?que también enviudó el 19 de febrero de 2006? ya anda con otro pelado (así se dice a los machos por acá), y la golpea, bebe, siempre está en bronca. Mi marido bebía, pero nunca me pegó», comenta.

La característica que define a los «norteños», hombres de la zona norte de México, es su machismo desmedido. Altisonantes, autoritarios, jefes de la familia, proveedores por ser los únicos que trabajan, son los señores indiscutibles de su casa.

Como una denominación normal, sistemática, permanente, cuando un hombre del norte le habla a su esposa, le llama «vieja», con voz fuerte y definitiva, y las viejas están para «hacer tortillas de harina».

Rosy, Silvia, Sandra, Elvira, Juany, Luz María, Blanca, cualquiera de ellas ?entrevistadas por SEMlac? refirieron siempre, sin ambages, que «para eso estamos, para hacer el lonche al viejo y cuidar a los chiquillos». O también: «Mi marido era borrachín, pero se ocupaba de todo».

De sus recuerdos infantiles habló Silvia Verónica: «mi apá no nos dejaba salir, ni a mi amá ni a nosotras, ni hablar en conversaciones de los adultos». Ella está por cumplir 36 años.

La Encuesta Nacional sobre Violencia Contra las Mujeres, la única general para todo el país, ubica al estado de Coahuila en la posición número dos en cuanto a violencia física en pareja actual (2002), y le asigna el mismo sitio si se trata de violencia económica por parte del compañero. Se ubica en el tercer lugar cuando se pregunta si se recibe violencia de la pareja actual, en sentido general.

La maestra en economía Alma Rosa Garza del Toro dice que la violencia no referida durante las entrevistas tiene relación con una situación de profunda subordinación y ausencia total de educación e información sobre su propia existencia.

Aunque el descuido y la falta de interés han impedido contar con estudios acerca de los efectos del polvo del carbón sobre la salud sólo reconocido como dañino en los pulmones de los carboneros, llama la atención que las mujeres del lugar tengan altos índices de muerte por cáncer de mama. Así lo confirmó la ingeniera Argelia Bortoni, ex directora del Instituto Tecnológico de la región.

Coahuila ocupa el octavo lugar en cáncer de mama, entre las 32 entidades federativas del país, según estadísticas oficiales. En diabetes, los datos muestran una diferencia notable en la incidencia entre hombres y mujeres: 88.9 decesos femeninos, frente a 66.9 en los hombres, por cada 100 mil habitantes.

La salud mental es muy difícil de medir debido al ambiente de permanente depresión en que allí viven. Los testimonios hablan de largos períodos de tristeza en las mujeres, tras perder a un ser querido.

07/SLL/GG/CV

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