De lo utópico a lo real. En medio de una gran alegría, más de cien periodistas de Europa, Centroamérica y México dieron inicio a una Red Internacional de Periodistas con Visión de Género que se llevo a cabo los días 11 y 12 de noviembre en Morelia, Michoacán, en el marco del primer Encuentro Internacional de Periodistas, con el fin de colocar la problemática de las mujeres en los medios alrededor del mundo.
Notable era la emoción y la energía que corría entre las involucradas desde el momento en que abordaron el autobús que las conduciría al encuentro. Cada palabra se convertía en una unidad de ideas y convivencia.
En la inauguración de dicho encuentro el ambiente era de algarabía, emoción, aprendizaje y llanto provocado por la directora de CIMAC, Lucía Lagunes, quien en su discurso no pudo contenerse y se soltó llorando no como sinónimo de debilidad, sino de triunfo.
Conforme iban pasando las horas, la interacción de las y los ahí presentes se tornaba más solidaria: ahora ya todas se conocían y no había extrañas. Era el momento de comer y en cada mesa se veía la diversidad de naciones y fluía, a la vez, una gran variedad de ideas que se reafirmarían en cada jornada.
Pronto la noche cayó y la unión se hizo más evidente: varios grupos de chicas salían a divertirse entremezclándose y conociéndose. Era obvio que de ahí no solo saldría una unión de trabajo, sino que además se forjarían amistades eternas.
En el transcurrir del ultimo día de trabajo, con el paso de las horas y la diversidad de ideas, el ambiente se tornó cada vez más tenso, pero siempre con la convicción de salir de ahí con el sueño de una red internacional hecho realidad.
De repente, entre aquella algarabía de opiniones se dejó escuchar una voz tajante: «sólo quien tenga propuestas concretas, por favor…» Era la de la moderadora, Erika Cervantes, que con esa frase permitió la realización de aquella utopía que nació hace una década y culminó en una realidad: la formación de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.
Al final, dos días de jornadas largas y extenuantes se reflejaron en la partida: todas y todos llegaron a la ciudad de México con rostros cansados y emociones encontradas, pero con la satisfacción -por encima de las divergencias- de haber hecho una realidad de una utopía.
05/MG/YT