Inicio Mujeres en 2003: prueba de fuego para los partidos políticos

Mujeres en 2003: prueba de fuego para los partidos políticos

Por Rafael Maya

El proceso electoral federal del próximo 6 de julio, en el que se renovará en su totalidad la Cámara de Diputados, marcará una prueba de fuego en la que las mujeres políticas de todo el país intentarán incrementar la raquítica presencia femenina en el Congreso.

Con las reformas de abril pasado al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), las mujeres tienen ahora la posibilidad de ocupar al menos el 30 por ciento de las 500 diputaciones que integran esa Cámara, 300 de mayoría relativa y 200 de representación proporcional.

Pero para ello será indispensable que por principio de cuentas todos los partidos políticos acaten la obligación legal de no incluir más de 70 por ciento de candidatos propietarios de un mismo sexo, en la totalidad de sus solicitudes de registro de candidaturas.

Las reformas al Cofipe también obligan a los partidos políticos a integrar las listas de representación proporcional por segmentos de tres candidaturas. En cada uno de los tres primeros segmentos de cada lista habrá una candidatura de sexo distinto. De esa manera se evitará que las mujeres ocupen lo últimos lugares de las listas de candidatos.

La ley estipula que lo anterior se deberá cumplir «sin perjuicio de los mayores avances que en esta materia señale la normatividad interna y los procedimientos de cada partido político». Es decir, dependiendo de los estatutos partidistas, las mujeres pueden ocupar más de 30 por ciento de las listas de candidaturas a diputados para el 2003.

Tal es el caso de las mujeres del Partido Revolucionario Institucional (PRI), quienes por disposición de sus estatutos, con base en una reforma de 2002, tienen derecho a ocupar 50 por ciento de los cargos de elección popular, así como de los cargos partidistas.

Luego de que los partidos políticos cumplan debidamente con las nuevas disposiciones del Cofipe, habrá que ver los resultados electorales para las mujeres candidatas.

Aunque estudios recientes han demostrado que las mujeres en el poder político han impulsado medidas para mejorar las condiciones de vida de la población femenina, las estadísticas demuestran que las y los electores se inclinan aún en mayor medida por los candidatos hombres que por las mujeres, sobre todo en países latinoamericanos como el nuestro.

En México, las mujeres apenas representan 17.3 por ciento del total de curules en el Congreso de la Unión. La posibilidad de alcanzar 30 por ciento de representación en la Cámara de Diputados dependerá de los resultados de los comicios del próximo 6 de julio.

Es decir, está abierta la posibilidad de que a partir de septiembre de 2003 comience a trabajar una Cámara con una importante presencia femenina que podría reflejarse en nuevas leyes o reformas a las ya existentes, que resuelvan la inequidad y la falta de oportunidades para 52 por ciento de la población de este país.

De ese modo, las diputadas federales que resultaran electas serían más sensibles a pugnar por iniciativas legales enfocadas a superar el rezago que padece la población femenina de todos los sectores sociales, en rubros como acceso a la justicia, salud, educación, trabajo y la aún perfectible participación política.

Sin embargo, independientemente del posible incremento en el número de diputadas que sean electas, habrá que tomar muy en cuenta la plataforma y los diversos intereses políticos que tienen sus respectivos partidos.

Las mujeres políticas que se han proclamado como feministas, como es el caso de la lideresa nacional del PRD, Rosario Robles, han advertido en diferentes ocasiones que no basta con que haya más mujeres en el poder público, en tanto no tengan un compromiso real con las causas de la población femenina.

LOS ESTADOS

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que los 300 diputados de mayoritaria relativa serán electos mediante el sistema de distritos electorales uninominales, mientras que los 200 diputados de representación proporcional serán electos mediante el sistema de listas regionales, votadas en circunscripciones plurinominales.

La demarcación territorial de los 300 distritos electorales uninominales será la que resulte de dividir la población total del país entre los distritos señalados. La distribución de los distritos electorales uninominales entre las entidades federativas se hará teniendo en cuenta el último censo general de población –en este caso del 2000–, «sin que en ningún caso la representación de un estado pueda ser menor de dos diputados de mayoría».

La carta magna señala que para la elección de los 200 diputados según el principio de representación proporcional y el sistema de listas regionales, se constituirán cinco circunscripciones electorales plurinominales en el país. La ley determinará la forma de establecer la demarcación territorial de estas circunscripciones.

Además de las reformas al Cofipe, cabe recordar que en los tiempos recientes, los congresos estatales no han sido ajenos a la demanda del movimiento organizado de mujeres por acceder a mayores espacios de poder público.

En los últimos dos años, los estados de San Luis Potosí, Oaxaca, Chihuahua y Coahuila han plasmado en sus legislaciones locales un mínimo obligatorio de 30 por ciento de candidaturas para las mujeres.

Sonora se convirtió en meses recientes en el primer estado del país en plasmar en su código electoral la paridad representativa. Esto es, que las listas de candidatos a puestos de elección popular estarán integradas por 50 por ciento de hombres y 50 por ciento de mujeres.

PERSISTEN INERCIAS

Lo ocurrido en comicios estatales recientes demuestra que los partidos políticos en las entidades continúan reacios a cumplir con la obligación de otorgar un mínimo de 30 por ciento de las candidaturas a las mujeres. Ese rechazo explícito contra las mujeres políticas podría reflejarse nuevamente a la hora de que se distribuyan las candidaturas para el 2003.

Así, por ejemplo, ni en los comicios locales de octubre en Guerrero y noviembre en Hidalgo se respetó el mínimo de 30 por ciento de las candidaturas para las mujeres. Ni el mismo PRI cumplió con su tan celebrada paridad representativa plasmada en los estatutos internos.

En tanto, Guanajuato se quedó corto con su reciente reforma electoral en la que a contrapelo del 30 por ciento de candidaturas para las mujeres establecido en el Cofipe y en otros códigos estatales, se aprobó un extraño 24 por ciento.

       
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