«Mujeres en vilo» es un novedoso concepto que integra teatro, danza, poesía, performance y plástica. Es un discurso en las dimensiones de los lenguajes explorando las mas variadas voces: porque estuvo la piel mostrando lo que duele; la piel de todas las pieles que en México las mujeres han tenido que ir dejando…
En la cobertura de expresiones artísticas, lo que se llama «creación de género» se da muchas veces en propuestas aisladas o efímeras que, si bien colocan al espectador de frente a las problemáticas femeninas, no terminan de proponer esquemas completos.
En este marco, Itzia Nieves y Lourdes Mendoza desarrollaron un verdadero espectáculo de género articulando un discurso contemplativo de creadoras de 20 voces, el que se presentó el pasado sábado 4 de septiembre con una plataforma de cuatro cuestionamientos:
¿Existe realmente un arte de género?, ¿será que los tópicos, las temáticas e incluso los lenguajes y códigos utilizados por la mujer artista tienen algún sello especial que lo diferencie del arte hecho por hombres?, ¿será que la mirada de la mujer arroja un arte cuya sensibilidad, expresividad y valor comunicativo se manifiesta de manera diferente?, ¿existirán líneas temáticas mayormente recurrentes en el arte femenino?
Y las respuestas llegaron bajo un lluvioso cielo en un espacio de un tiempo congelado: una casa llena de grandes misterios y rincones sugestivos por la voluptuosa naturaleza, mejor conocida como «La Quiñonera», centro cultural que alguien tendría que promocionar más.
En el inicio de la búsqueda de todos los horizontes comenzamos con la ilustración de la exposición, entre otras, de Cintia Bolio y tras disfrutar el espacio en donde carteles, fotografías y caricaturas saludaban con mensajes de grafica, acudimos al tránsito a contraluz de Irene Martínez, que en el lenguaje corporal llenó también los sonidos meditando…
» (…) tu piensas que yo soy lo que piensas,
Yo pienso (…) Que no soy lo que piensas (…)
Yo pienso que no soy lo que pienso que soy…
Y (…) tu solo piensas en ti».
Y de ella, con la guía de dos «catrinas», llegamos al baño para ser invitados al ardid de la farsa y la ironía –tan popular ahora como cabaret– en la interpretación de Minerva Valenzuela que en despliegue de tiempos sarcásticos manejo el unipersonal con impacto verbalmente sodomizador…
Al caer la tarde, el performance, esa disciplina tirana que conlleva la destreza del teatro, los silencios suspendidos de la danza, el revuelo de la psique en el tratamiento de las palabras habladas y la exigencia del simbolismo, todo para crear un combate escénico que termina siendo la batalla personal del espectador.
Ahí Bertha Loeza y Nadia Caro presentaron el mejor performance que he visto en los últimos años cubriendo la fuente de espectáculos y cultura: perfecto en el círculo completo a nivel de escena, inteligente y sensible en desarrollo de tema.
De una belleza violenta casi indescriptible, entero en intenciones, en lenguaje corporal, en provocación, primero en involucrar a todos los otros en la fabula: «me corto, me zurzo, me rezurzo» (…) me invento y me recompongo (…) cada vez (…)
Loaeza y Caro usaron la inteligencia escénica para repasar la violación a los derechos, las rupturas y las reinvenciones en un trámite permanente que nos lleva a buscar en los fragmentos personales los espacios e individualidad no necesariamente compartidas por género, sino íntegramente por individualidad.
… Y así seguimos durante más de tres horas que duró el espectáculo de «Mujeres en Vilo», el recorrido por diversas situaciones y manifestaciones:
Lourdes Arroyo y su visión de danza incluyente, vivenciando emociones con una bailarina en silla de ruedas, golpeó certezas con la evidencia de las ataduras, ruptura no figurada sino real.
Lo mismo sucedió con el estreno de una pieza de la primera bailarina, la maestra Isabel Beteta, que planteó la madurez de las ejecutantes, reconfigurando la idea de las tejedoras del hilo de la vida –pieza que un par de meses será llevada al Palacio de Bellas Artes– o con el cierre del evento donde la expresividad de Patricia Hernández evocó a los elementos para no olvidar a todas aquellas mujeres que han muerto en el intento…
Una de las sorpresas: Paola Izquierdo, la figura de eje conductor que escogida por su versatilidad alcanzó instantes dignos de reconocerle en talento y desempeño.
Todas las participantes lograron, de inicio a final, un placer de coherencias devastadas a revisar en el registro de la historia, proponiendo no dejar de mirar por la búsqueda del horizonte, en donde los caminos quizá coincidan –o quizá no–, pero sí abanderando un destino compartido para mirar nuestras pieles de mujeres repetidas y únicas, desmembradas y decodificadas, pero también perpetuamente permanentes…
Ojalá que la propuesta sea nuevamente llevada a escena, que sea apoyada por alguno de los tantos espacios de creación contemporánea –institucionales y privados– para que esto se repita…
«Mujeres en vilo» contó con la participación de: Lourdes Mendoza e Itzia Nieves (idea original y coproducción), Leika Mochan (música), Lourdes Arrollo (danza integración), Minerva Valenzuela (teatro cabaret), Isabel Beteta (danza), Cristina Michaus (teatro), Patricia Hernández (danza), Isabel Quiroz (teatro), Nadia Caro (Danza), Daniela Arroyo, Valentina Sierra (teatro), Mariana Barreiro (foto), Marissa Saavedra (teatro cabaret), La colectiva «La ira del silencio» (artistas visuales), Isabel Muñoz (video), Nadia Lartigue (danza), Paola Izquierdo (teatro) Cintia Bolio (monera), Esmeralda Elizalde, (teatro), Eliz Samanta (teatro), Valentina Ortiz (música) y Nayeli Benhumea (diseño de cartel).
08/LV/VR/GG
