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Mujeres inmigrantes subsaharianas

Por Tere Mollá*

Hoy en la página Web me he encontrado con la siguiente noticia de las mujeres mediterráneas. «Las mujeres víctimas de la represión anti inmigrante, con doble fuerza. Desde el 23 de diciembre del 2006, varios centenares de inmigrantes, refugiados y solicitantes de asilo sub-saharianos residentes en Marruecos han sido detenidos.

«En total, más de 400 personas, incluidas mujeres y niños, discapacitados y enfermos, han sido expulsados. De ellos, entre 250 y 300 consiguieron volver a Oujda, y hoy en día estamos sin noticias de más de un centenar de otros. Varias mujeres han sido violadas, de entre las cuales dos estaban embarazadas. ¿Soldados, policías, merodeadores? ¿Marroquíes, argelinos,…? Ellas no lo saben».

Como es imaginable, el día se me estropeó.

La noticia da más datos sobre el tema, pero esto que he transcrito, por sí mismo, ya es suficientemente duro como para conseguir una reflexión.

Es cierto que llevamos meses sabiendo por los diferentes medios de comunicación de la llegada masiva de personas a nuestras costas andaluzas y canarias mayoritariamente.

También es cierto que desde lo ocurrido en Ceuta y Melilla y las reuniones que mantuvieron los gobiernos de Marruecos y España, no se ha vuelto a hacer demasiado hincapié sobre quiénes son las personas que llegan a nuestras fronteras buscando mejorar sus condiciones de vida, a cambio -en demasiadas ocasiones- precisamente de eso, de sus propias vidas.

No importa que estén huyendo de guerras, de miseria, de condiciones de vida impensables en nuestra cómoda sociedad. Tampoco parece importar demasiado que estas personas que huyen sean captadas por mafias que trafican con sus vidas y que les exploten o les tengan durante un tiempo en condiciones de esclavitud.

Tampoco parece importarnos que para llegar a las costas africanas tengan que pasar por países en donde parece que todo está permitido. En donde violar a mujeres embarazadas y debilitadas por el cansancio, luego de andar durante muchas jornadas, sea algo sin importancia.

Nuestra conciencia, en general, está demasiado adormecida, sobre todo en estos días de excesos, en todos los sentidos, como para pensar en lo que habrán tenido que pasar estar personas.

Les llevamos expoliando demasiados años cómo plantearnos que lo que hacemos no está bien. Llevamos tratándoles como inferiores desde siempre. Y esa es la idea que sigue pesando en muchas conciencias. Por eso, en nuestras sociedades occidentales cometemos excesos y ellos, sobre todo ellas, sufren las consecuencias.

A las mujeres subsaharianas se las explota sexualmente en estas sociedades, que para ellas deberían representar posibilidades de mejores condiciones de vida y de búsqueda de su condición de ciudadanas.

Se las sigue atemorizando de diversas formas y maneras para que no puedan denunciar a sus captores y así liberarse de sus infiernos particulares.

Hoy, día de regalos y de ilusión, he leído esta noticia y me he reconocido como una privilegiada. Lo soy. Ellas, las que han sobrevivido a este episodio, no tienen tanta suerte. Pero seguramente hay muchas que ni siquiera han sobrevivido al terror del miedo a ser violadas, torturadas y utilizadas como moneda de cambio.

Ellas, siempre ellas, son las que se llevan la peor parte. Son las más pobres, las más indefensas. Las verdaderas parias de la tierra.

Precisamente este tipo de noticias son las que tendrían que figurar en las primeras páginas de los principales medios de comunicación, pero a pesar de haber ocurrido hace unos días, ni lo he leído, ni lo he escuchado ni lo he visto en ningún medio.

A alguien no debe de interesarle demasiado que estas cosas se sepan, pero se acaban sabiendo aunque no sea por los canales habituales por los que circula la información «oficial» y hemos de aprovercharlo para seguir denunciándolo, cada persona desde su propias posibilidades. Y éstas son las mías y aquí queda mi propia reflexión.

[email protected]

*Feminista española, de Ontinyent, Valencia, España.

07/TM/GG

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