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Mujeres inquietas

Por Cecilia Lavalle

Todo este lío por la candidatura de Mari carmen Ramírez a la gubernatura de Tlaxcala ya empezó a arrojar «sesudas» conclusiones. La de la semana fue: «Todo aquel que tenga mujeres inquietas ya conoce el caminito, tiene que dejar la gubernatura y se acabó».

Esta frase «célebre» no la pronunció el senador Diego Fernández de Cevallos, quien alguna vez calificó a las mujeres como «viejerío» y de quien, dado su talante, podría esperarse eso y más. No la pronunció tampoco ningún otro representante del conservador Partido Acción Nacional. Tampoco son declaraciones de los ultraconservadores Carlos Abascal o Lorenzo Servitje. ¡No! Lo dijo el segundo en jerarquía del partido de izquierda en nuestro país.

En efecto, Carlos Navarrete, secretario general del Partido de la Revolución Democrática (PRD), lanzó la advertencia el pasado 20 de septiembre tras conocer la solicitud que hiciera al Congreso de Tlaxcala el gobernador Alfonso Sánchez Anaya, para separarse de su cargo los 60 días que le restan a su periodo, dejando así «camino libre» a su esposa Mari carmen.

La advertencia se puede interpretar como: que los hombres del poder se cuiden bien de no tener en casa una «mujer inquieta» so pena de pagar las consecuencias.

¿Así de fácil? ¿En eso resume el señor Navarrete la lección que deja todo este margallate que originalmente provocó su partido al abrir la puerta para que la esposa del gobernador de Tlaxcala se apreste a sucederlo en el poder? Ni una palabra hubo en esa declaración (Reforma, 21 de septiembre) que aludiera mínimamente a consideraciones de principios éticos exigibles a hombres y mujeres por igual, o del principio de equidad cuya ausencia ha padecido este partido como pocos, o de buscar formas de acotar «trampolines políticos» vía lazos conyugales o familiares en un sentido más amplio. Nada, ni una palabra.

Lo primero que se le ocurrió fue advertir del peligro que significa para los hombres del poder tener mujeres inquietas. Dado que ésa es la «gran lección», me parece imperioso despejar algunas dudas que la frase provoca, porque estoy segura que dentro y fuera de ese partido hay mujeres que participan en política y deben saber a qué atenerse.

De manera que le pregunto al señor Navarrete: ¿Qué debemos entender por mujer inquieta? ¿Una mujer inteligente, trabajadora, capaz, es una mujer inquieta? ¿O sin importar sus cualidades o defectos, basta que tenga aspiraciones políticas para ser calificada de inquieta? ¿Y si una mujer es la del poder y su marido es el inquieto? ¿O esta lección no aplica para los hombres inquietos? ¿O se parte del supuesto de que faltan años luz para que llegue al poder una mujer casada? ¿O se cree que si una mujer casada llega al poder es porque su marido es un hombre quieto? ¿O dado que se supone que los hombres son inquietos por naturaleza ellos siempre tendrán la vía libre para participar en política estén casados con quien estén casados?

¿Se puede ser una mujer inquieta siempre y cuando no se esté casada? ¿O se puede ser inquieta y estar casada siempre y cuando el marido no tenga un cargo público? ¿O se puede ser una mujer inquieta y estar casada y el marido tener un cargo público, siempre y cuando no sea el gobernador? ¿Se puede ser una mujer inquieta si el marido es presidente municipal? ¿Y si es diputado o senador?

¿Y si es una mujer inquieta pero vive en unión libre? ¿Y si la mujer inquieta vive en unión libre con otra mujer, se aplica igual la lección? ¿Y si es una mujer inquieta y el hijo es el político? ¿O la frase célebre no aplica para madres? ¿Y si una mujer es la del poder y su hija es la inquieta? ¿Y si un hijo es el inquieto?

¿Y que deben hacer los señores que hayan tenido la «desdicha» de casarse con mujeres inquietas. ¿Las meten a un convento, como se hacía en el siglo XIX con las insumisas? ¿Se divorcian antes de tomar posesión de un cargo de representación popular? ¿O mejor no militan en el PRD? ¿O ya de plano lo deben pensar desde el principio y de preferencia elegir mujeres quietas? ¿Las mujeres quietas deben participar en las campañas políticas de sus esposos? ¿Deben buscar votos para sus maridos o nada más sonreír para la foto de la familia feliz? ¿Si su marido llega a la gubernatura deben trabajar en el DIF? ¿O mejor ni eso?

Y ya que estamos en éstas, sería muy inquieto de mi parte preguntarle al señor Navarrete ¿qué entiende por izquierda? ¿Y por equidad? De género ya mejor ni hablamos ¿verdad?

Apreciaría sus comentarios: [email protected]

*Articulista y periodista de Quintana Roo

2004/CL/LR/SM

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