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Mujeres: más trabajo, peores condiciones

Por Belén Merino Vázquez

Cuatro de cada diez mexicanas están en el mercado laboral. En el último año más de la mitad de los puestos que se crearon fueron ocupados por mujeres. Pero la cantidad no es sinónimo de calidad.

Siete de cada 10 nuevos empleos en 2005 fueron ocupados por mujeres, según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI); en apenas 30 años, las mujeres han doblado su participación en el mercado laboral.

En 1970 la tasa de participación femenina se calculó en 17.6 mujeres de 12 años y más por cada cien; en 1991 llegó al 31.5 por ciento; para 2002 había pasado a 35.9 por ciento y, en 2004, a 37.5 por ciento. En 2005, esta tasa llegó al 39,5 por ciento, según el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres).

En el último año el INEGI contabilizó que el número de mujeres que ingresaron como asalariadas fue de 839 mil y 424 mil los hombres. Las microempresarias aumentaron en 63 mil, frente a 58 mil hombres. Las que laboran por su cuenta crecieron en 176 mil, mientras que en el caso de los hombres esta cifra descendió en 77 mil.

«Las mujeres siempre hemos trabajado», defiende Hermelinda Aquino, del Departamento de Políticas de Empleo y Capacitación Productiva del Inmujeres en 2006, «el problema es que este trabajo no se ha reconocido en términos de productividad económica», señala.

Lo que ha cambiado es la cultura y las condiciones de vida. Hasta los años 70, la participación de las mujeres decrecía cuando se casaban o iniciaban su vida reproductiva, y las mujeres que estaban en el ámbito laboral eran sobre todo solteras y jóvenes. Datos recientes muestran que esta situación ha cambiado, ya que actualmente laboran más las mujeres mayores y con hijos, según señala el documento Las mexicanas y el trabajo, publicado por Inmujeres.

Además habría que valorar la calidad de los puestos de trabajo que se crean y no tanto la cantidad, apunta Aquino. Pocas posibilidades de promoción o de capacitación, escasa o nula protección del Seguro Social, menor salario a igual trabajo que los hombres: éstas parecen ser las características de los puestos a los que pueden acceder las mexicanas.

Lo que es un hecho es que en el sector formal las mujeres cobran al menos un seis por ciento menos que sus compañeros varones por el mismo desempeño. En el ámbito informal es aún peor, ya que el salario es hasta un 15 por ciento menor. «Si tenemos en cuenta que es en este sector donde más enfocado está el trabajo de la mujer ya sea en la venta de productos, empleadas domésticas, donde además no existe ningún tipo de apoyo, tenemos que concluir que hay segregación, comentó Hermelinda Aquino.

BRECHA SALARIAL, HOSTIGAMIENTO, VIOLENCIA SEXUAL

La equidad entre los géneros debe ser una meta universal y la independencia económica de las mujeres, a través del acceso al empleo en condiciones de equidad, una necesidad, proclamó la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer de Pekín en 2005. En esa ocasión también se solicitó la eliminación de todas las formas de exclusión, segregación laboral o discriminación salarial.

Sin embargo hay brechas salariales, hostigamiento y violencia sexual, y se exige la certificación de ausencia de embarazo. Es como si fuera el precio inevitable por acceder a un mundo reservado hasta hace poco a los varones. Y es que a pesar de que hay visos de que hay un cambio sociocultural, todavía existe la creencia de que hay unas tareas propias de hombres y otras propias de mujeres, según Inmujeres.

A las mujeres se las responsabiliza de la carga doméstica y a los hombres de las funciones de proveedor. Afortunadamente, la realidad muestra que el esquema está cambiando.

En 1995 la tasa de participación en el trabajo doméstico de los hombres fue de 37.8 por ciento y en 2000 subió al 53.8 por ciento. En el caso femenino, la tasa de participación del trabajo extradoméstico aumentó de 34.5 por ciento en 1995 a 36.7 por ciento en 2000.

EN BUSCA DE LA IGUALDAD

Aunque teóricamente está fuera de la ley rechazar la contratación de mujeres embarazadas, los certificados de no gravidez se siguen solicitando por parte de las empresas. La violencia en el empleo ha aumentado. Se estima que el hostigamiento aparece en los primeros tres meses de iniciar un contrato y se puede extender durante dos años si la mujer acepta las condiciones. El resultado es que una de cada cuatro mujeres es despedida porque no consiente estas prácticas y cuatro de cada diez tiene que renunciar, según Las mexicanas y el trabajo.

Sensibilización, educación, capacitación son los ejes en los que hay que insistir para construir una sociedad nueva. Hombres y mujeres por igual deben asumir la igualdad como algo natural. «Creo que se ha avanzado mucho pero queda mucho por hacer y hay resistencias no sólo por parte de los hombres, también de las mujeres», comenta Hermelinda Aquino.

«Las mujeres somos conscientes de que no vamos a ceder ni un ápice», añade. Así que sólo queda seguir trabajando hacia la igualdad. En opinión de esta experta se debe incidir en las políticas públicas para favorecer la equidad, reforzar la vigilancia desde las instituciones para que no se cometan abusos y revisar el marco legal laboral para dar seguridad a los trabajadores.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) aborda la promoción de la igualdad de género desde una perspectiva doble.

En primer lugar, con todas las políticas, programas y actividades se aspira a solucionar sistemática y formalmente los problemas específicos de hombres y mujeres. En segundo lugar, las intervenciones dirigidas a grupos específicos (basadas en análisis que tienen en cuenta dichos problemas y necesidades) están encaminadas a lograr la participación tanto de los hombres como de las mujeres y a que ambos se beneficien por igual de las actividades de desarrollo.

En la Declaración de política de la OIT de 1999 sobre la Igualdad entre los Sexos y la Incorporación de las Consideraciones de Género, se especifica que se refuercen entre sí a fin de promover la igualdad entre los sexos, tanto en el ámbito del personal, como en la esencia y la estructura de las organizaciones.

PENDIENTE LEGISLATIVO

Las diputadas y diputados aseguran haber trabajado duro durante la LIX Legislatura en materia laboral, pero en el tintero quedaron hasta cuatro iniciativas presentadas por los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD), para reformar la Ley Federal del Trabajo (LFT).

En ese sentido, la entonces presidenta de la Comisión Especial de Niñez, Adolescencia y Familia, Angélica de la Peña, lamenta que pese a las propuestas de las legisladoras para mejorar la protección de los derechos laborales, «ha sido un fracaso que no hayamos podido revisar esta Ley, no ha habido voluntad política para llevar a cabo las reformas y espero que esta sea una tarea prioritaria para el próximo periodo ordinario de sesiones».

Lo anterior nos deja totalmente desprotegidas a las trabajadoras porque la reforma de la Constitución de 1974, que reconoce la igualdad jurídica del varón y la mujer, supone en la práctica reconocer los derechos laborales de ambos, por lo que no debería haber discriminación», apunta la ex legisladora del PRD. «Pero es que además México ha firmado todos los tratados internacionales en esta materia, así que el marco legal existe. Pero lo cierto es que hay explotación laboral de mujeres, niñas y también de hombres por qué no decirlo», agrega.

La ex secretaria de la Comisión de Trabajo en la cámara baja, María del Carmen Mendoza Flores, coincide con de la Peña en el fracaso de la reforma laboral que era necesaria. «Se han presentando un sinnúmero de iniciativas pero no hemos sido capaces de llegar a acuerdos que nos permitan tener un marco estable para garantizar igualdad de salarios, mejores condiciones sociales y laborales».

La entonces diputada del PAN señala que el mayor número de empleos ha sido sobre todo para las mujeres. «Hace cinco años apenas el 20 por ciento de las mujeres trabajaban en el sector formal, hoy son el doble, es inevitable que los salarios se vayan incrementando», aunque reconoce «no estamos en una posición de sentarnos a esperar hay que trabajar mucho todavía».

Menos hijos, más autonomía, más independencia económica, mayor grado de educación son factores en principio positivos que explican el deseo de las mujeres de tener un desarrollo profesional, pero esto es sólo una cara de la realidad. El hecho es que la mayoría lo hace por necesidad. Las ex diputadas del PRD, PAN y PRI coincidieron en este punto. Existe un contexto socioeconómico adverso que provoca la expulsión de mano de obra masculina y la necesidad de que las mujeres contribuyan al ingreso en el hogar.

NECESIDAD ANTES QUE DEVOCIÓN

El cambio cultural y la necesidad para completar los ingresos familiares son los dos factores que explican este 40 por ciento de mujeres que pertenece al mercado laboral, en opinión de la ex diputada Mendoza Flores. Pero, para ella, es la necesidad antes que el desarrollo personal lo que conduce a las mujeres a lanzarse al trabajo extradoméstico.

Los trabajos por los que pueden optar las mujeres suelen ser tareas de escaso reconocimiento y ninguna gratificación. Encuentran un ingreso económico como microempresarias o se emplean en las maquilas, en el sector informal, en el trabajo doméstico o como edecanes, por mencionar algunos rubros. Si a las precarias condiciones se suma el hostigamiento y la discriminación, se refuerza el argumento de que es la necesidad económica lo que las impulsa al mercado laboral.

«El 80 por ciento de las tianguistas son mujeres, no hay más que salir a la calle y verlo» comentó a Cimacnoticias la ex diputada Consuelo Muro Urista, del PRI. El INEGI corrobora esto con datos que señalan que una proporción alta de mujeres encontró cabida en las ocupaciones más precarias: con baja remuneración, sin acceso a servicios de salud y en el sector informal.

«Las mujeres han sido siempre una fuerza laboral importante en México, pero este hecho se ha manejado de forma irrelevante» relata Muro. Siempre lo han sido, prosigue, pues el trabajo de las amas de casa nunca se ha valorado en el Producto Interior Bruto (PIB), pero ya va siendo hora de que se reconozca su aportación, comenta.

OCUPACIÓN: MIGRANTE

Dentro de esta precariedad las mujeres del campo, las indígenas, y las propias emigrantes mexicanas se llevan la peor parte. «Muchas de las mujeres que trabajan en el medio rural, en condiciones muy duras, lo hacen porque han sido abandonadas por sus maridos que emigraron a la Unión Americana. Ellos envían dinero los dos primeros años, pero terminan por organizarse una nueva familia», explica la ex diputada del PRI. Abandonadas, solas, sin derecho a pensión alimenticia y con la incertidumbre de su estado civil, estas mujeres viven situaciones dramáticas.

De 1992 a 1997, 115 mil mujeres emigraron a Estados Unidos. Las migrantes mexicanas son violadas y agredidas sexualmente a cambio de pasar la frontera u obtener un trabajo, y lo mismo sucede en la frontera Sur, relata la legisladora. «Esta es también la realidad de las mujeres mexicanas trabajadoras. Es imperdonable pero se puede solucionar mediante iniciativas legislativas. Hay que intervenir».

MADRES TRABAJADORAS

El INEGI señala que de los 22.8 millones de mujeres mexicanas que son madres, casi 40 por ciento (unos 10 millones) trabajan y 22 por ciento son consideradas madres solas. Son solteras, separadas, divorciadas, viudas o literalmente abandonadas y desarrollan actividades económicas, educativas y recreativas, además del convencional cuidado de los hijos, de otros miembros de la familia y de labores domésticas. Según el INEGI, proporcionalmente son las madres solteras quienes más participan en el mercado laboral con un 70.8 por ciento.

Mejorar las condiciones laborales es una tarea necesaria, pero también lo es favorecer las condiciones de vida de las mujeres madres trabajadoras. Horarios más flexibles, aumentar el número de guarderías, no sólo en las grandes ciudades, comenta la ex diputada María del Carmen Mendoza Flores, del PAN, sino también en las zonas metropolitanas, y dotarlas de medios, hacerlas más seguras para que las mujeres puedan irse a trabajar tranquilas.

PRESTACIONES SOCIALES MUJERES TRABAJADORAS

57.6 por ciento de las mujeres ocupadas en el mercado laboral no tiene prestaciones sociales
1.1 por ciento tiene únicamente seguridad social
35.9 por ciento tiene seguridad social y otras prestaciones
5.4 por ciento no tiene seguridad social pero sí otras prestaciones

06/BM/GG/CV

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