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Mujeres: peligro en el éxodo, abandono si se quedan

Por la Redacción

Las mujeres son las que más sufren los impactos negativos de la migración: si se marchan, son más vulnerables que los hombres a los peligros y amenazas que supone el camino y, si se quedan mientras su familiar migra, quedan al frente de todas las responsabilidades del núcleo familiar, coinciden en señalar tanto las migrantes como expertos y activistas pro migrantes.

Un reportaje elaborado por Cerigua, con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), revela el calvario que enfrentan las centroamericanas, especialmente guatemaltecas, pero también los logros que han obtenido algunas de ellas.

Para Marisol Barrios, de la aldea La Blanca, Ocós, San Marcos, viajar al norte con el argumento de mejorar la calidad de vida es un pretexto más de muchas personas, cuya intención es desvincularse de la familia.

Hace 7 años, ella quedó a cargo de cuatro hijos y cinco hijas, cuando su compañero, Juan Vásquez, decidió viajar a Estados Unidos, obligado por las carencias económicas. Pero desde que se marchó únicamente ha enviado 8 remesas, de 200 dólares cada una, para que se invirtiera en todas las necesidades familiares.

Barrios se preguntaba por qué Vásquez no la ayudaba más, hasta que descubrió que su compañero encontró a otra pareja en el norte, en quien invierte sus ingresos y se olvidó de su familia en Guatemala.

Juana Pérez, originaria de Quetzaltenango, enviudó en 1982, cuando el ejército secuestró a su esposo, Tomás Velásquez, en Ixcán, Quiché, por lo que tuvo que migrar hace 10 años al norte, debido a la pobreza familiar.

Desde que encontró un trabajo en Estados Unidos, no ha dejado de enviar dinero a su papá, a quien encargó la administración de sus recursos y la compra de un terreno que repartió entre sus hijos e hijas. Ahora posee los documentos que le permiten movilizarse y laborar sin temor en ese territorio.

«Quiero pasar los últimos años de mi vida sin dolor», dice Ernestina Linares, quien padece una enfermedad de los riñones que requiere un tratamiento caro.

Originaria de Guastatoya, El Progreso, cuenta a Cerigua, en la Casa del Migrante, Tecún Umán, San Marcos, que hace unos meses una vecina le hizo un préstamo de dinero, pero ya no pudo pagar, por lo cual tuvo que irse a Estados Unidos a buscar trabajo para cumplir su deuda.

Karla Acuña, hondureña, pidió también posada en la Casa del Migrante y relata que decidió abandonar su país porque su hijo menor, quien lo acompaña en la travesía, había incursionado en las gavillas (pandillas o maras) y teme que encuentre la muerte.

Prefiero este calvario que retornar a mi tierra, donde no hay oportunidades de empleo, educación y salud, por eso la juventud se refugia en estos grupos, dice, Acuña.

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