Dieciocho mujeres, misioneras cristianas surcoreanas, y 3 hombres también misioneros, que fueron tomadas como rehenes por los rebeldes talibanes el pasado 19 de julio en Ghazni, 140 kilómetros al sur de Kabul, pueden ser asesinadas en cualquier momento por sus captores, una vez que venció el ultimátum fijado por éstos para que sean liberados sus compañeros milicianos, presos en cárceles afganas.
Los talibanes, considerados los más fieles devotos del Islam sunnita en Afganistán, afirman que las mujeres están enfermas y tres de ellas se hayan muy graves y podrían morir, de acuerdo con información de las agencias internacionales.
Dos rehenes han sido ya ejecutados, por lo cual la tensión crece. Más aún, cuando se informó sobre un operativo militar para rescatar a las y los rehenes. «Si el gobierno lanza una intervención militar, dijo un portavoz talibán, querrá decir que no quieren resolver la crisis pacíficamente y mataremos a los rehenes».
Este portavoz, identificado como Mohammed Yousif Ahmadi, añadió que los talibanes no cuentan con medicinas para curar a las enfermas.
Las 23 personas surcoreanas, miembros de la iglesia evangélica presbiteriana de Saem-Mul, fueron capturadas el pasado 19 de julio cuando circulaban en un autobús privado entre Kabul y Kandahar, la carretera más peligrosa del país.
En su mayoría tienen edades comprendidas entre los 20 y 35 años. No son religiosos, pero dedicaban sus vacaciones a la misión, una práctica muy extendida en Corea, donde las y los jóvenes viajan a algunos países para predicar y convertir a la gente al cristianismo.
El grupo talibán dijo a través de un portavoz que el plazo para mantenerlos con vida había vencido el pasado lunes. Aunque el miércoles informó que las misioneras y misioneros estaban aún con vida.
El gobierno afgano informó que había pedido al grupo talibán que liberara a las mujeres del grupo, como primera condición para llegar a algún acuerdo.
El portavoz talibán respondió a esta declaración responsabilizando «al Gobierno afgano y al surcoreano de cualquier cosa que suceda a los rehenes». Para Yousif, las demandas talibán no han cambiado. «Lo primero que queremos», dijo el portavoz, «es la retirada de las fuerzas coreanas de Afganistán».
Corea del Sur y Estados Unidos, que tienen 20 mil elementos de sus tropas en Afganistán, afirman que no usarán la fuerza para liberar a las y los secuestrados, aunque las tropas afganas se mantienen alerta ante una posible ofensiva en la zona del secuestro.
Varios helicópteros del Ejército Nacional afgano lanzaron volantes el pasado miércoles en la provincia de Ghazni, lugar del secuestro, en los que advierten a la población de una inminente operación militar para liberarlos.
Despachos de prensa informaron que, aunque no se inicia todavía ninguna acción de rescate, sí hay movimiento de tropas.
El Ministerio de Defensa desea iniciar una operación militar en el área, decía en los volantes. A fin de garantizar su seguridad y que no sean afectados por la operación, les pedimos que se trasladen a zonas seguras controladas por el gobierno.
Los volantes no indicaron cuándo o dónde será iniciada la operación, ni fue aclarado si su objetivo es liberar a los rehenes. Un vocero del Departamento de Defensa no quiso formular comentarios.
Mientras tanto, familiares de las y los secuestrados presionan a su gobierno y piden a EU intervenga para rescatarlos.
Ayer, una delegación coreana, incluido el embajador, llegó a Afganistán para hablar directamente con los rebeldes talibanes.
Las y los misioneros constituyen el mayor grupo de extranjeros secuestrados en Afganistán desde la invasión que en 2001 encabezó Estados Unidos y que derrocó al régimen teocrático de los talibanes.
07/GG/CV
