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Mujeres y servicios de salud en El Salvador

Por la Redacción

El Salvador ocupa el primer lugar en muerte materna causada por infecciones, hemorragias o toxemias, todas ellas prevenibles.

De acuerdo con datos del Informe de Desarrollo Humano de 2001, los grupos poblacionales de mayor riesgo son las mujeres y niños, la población rural y en situación de pobreza pues debido a sus precarias condiciones no tienen acceso a servicios básicos, mucho menos a los servicios de salud de primer nivel o especializados.

De llevarse a cabo la privatización de los servicios de salud, muchas mujeres salvadoreñas quedarían excluidas de ser atendidas en los hospitales públicos.

El tema de la privatización de los servicios de salud es un tema que ya tiene 20 años en la agenda pública mundial; en Europa el tema se incluyó en la ronda de negociaciones de la Organización Mundial de Comercio, en la que se decidió iniciar la privatización de los sectores públicos.

Sin embargo, se ha comprobado que la privatización no es la mejor opción para mejorar la calidad de los servicios. Por ejemplo, Estados Unidos privatizó el sistema de atención primaria y hospitalaria y a pesar de ser considerado el país más rico del mundo, 30 millones de personas están excluidas de su actual sistema de salud pues debido a la calidad de sus médicos y médicas, resulta una de las más costosas en el mundo.

Una de las consecuencias de la privatización en el sector salud es que, como la población no puede asumir los costos de los servicios, éstos tienden a disminuir por un lado, y por el otro, las condiciones sanitarias empeoran. Asimismo, como la población no contribuye a los ingresos de los hospitales, los salarios del personal que trabaja en ellos se ven disminuido.

Si bien los modelos privatizadores influyen negativamente tanto en hombres como en mujeres, sus efectos sí son diferenciados debido a la condición y posición de las mujeres en la sociedad. Por ello es indispensable lograr la equidad de género en la salud, para que tanto hombres como mujeres reciban atención de acuerdo a sus necesidades, para que ambos disfruten de la salud y se eliminen las diferencias innecesarias, injustas y evitables entre géneros; que ambos contribuyan de acuerdo a su capacidad económica sin que las mujeres sean las que más contribuyan debido a su rol reproductivo.

Es importante que para la asignación de recursos o en la definición de modelos se tome en cuenta que las mujeres tienen mayor necesidad de los servicios de salud que los hombres, dado su rol de reproducción; que la prestación de servicios tome en cuenta las limitaciones de las mujeres que son amas de casa pues, dado que ellas priorizan las tareas familiares, tienen más dificultad para acudir a sus citas.

También se pide que se tome en cuenta que para la compra de medicamentos las mujeres también presentan dificultades, pues debido a que tienen menos oportunidades para ocupar cargos directivos, la mayoría de ellas se emplea en las maquilas, la industria textil y el sector informal, y por lo tanto sus salarios son inferiores a los de los hombres, y no alcanzan a cubrir los gastos médicos y de medicamentos.

En algunos países que ya han privatizado sus servicios de salud, las mujeres en edad reproductiva (13 a 40 años) tienen que pagar primas de aseguramiento más altas que los hombres de la misma edad. Un ejemplo es Chile.

En este mismo rango de edad el gasto en salud de las mujeres es más alto que el de los hombres, por ejemplo en Estados Unidos las mujeres pagan un 68 por ciento más que los hombres de la misma edad. Además, los servicios médicos no cubren los servicios de planificación familiar y otras medidas de prevención.

Por ello, se exhorta a las organizaciones que trabajan a favor de los derechos de las mujeres a que se sumen a la lucha contra la no privatización de los servicios básicos de salud que, de aplicarse, afectaría sin duda alguna a las mujeres.

* Integrante de la Asociación de Mujeres por la
Dignidad y la Vida
(Las Dignas), de El Salvador.

       

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