Inicio Nadia Alejandra, un feminicidio encubierto como suicidio

Nadia Alejandra, un feminicidio encubierto como suicidio

Por Guadalupe Cruz Jaimes

Nadia Alejandra no se suicidó. Fue asesinada por su esposo, Bernardo López Gutiérrez, ayudado por su hermano Isidro, apodado «Matute», ante su hija de 2 años y sus hijos de 4 y 5 años de edad, únicos testigos presenciales del crimen, cometido al interior de su casa en Villa Nicolás Romero, Estado de México (Edomex).

Así lo revelan las palabras de los niños César y Andrés, ahora de 10 y 9 años respectivamente, quienes no han cambiado desde entonces su verdad, repetida cada vez que las autoridades judiciales, desde el 12 de febrero de 2004, día del crimen, se los han requerido. Así lo han dicho también ante peritos en psicología, tanto de la Procuraduría de Justicia del Estado de México, como de la Fiscalía Especializada de Delitos Violentos contra las Mujeres y la Trata de Personas (Fevimtra).

«Un día en la noche, estaba mi papá, mi mamá y ‘Matote’ en mi casa platicando y tomando cervezas y mis hermanos y yo estábamos en el cuarto viendo televisión, luego mi papá y ‘Matote’ echaron a mi mamá a la cisterna y ella decía que la sacaran, que la dejaran en paz, entonces la sacaron y la llevaron al baño. Mi papá y ‘Matote’ mataron a mi mamá, le pusieron una cuerda en el cuello y la colgaron», relató Andrés, el menor de los niños, a las autoridades mexiquenses.

Un mes después del asesinato de Nadia Alejandra, la Unidad de Atención a Víctimas del Delito, de la Procuraduría General de Justicia (PGJ), del Gobierno del Estado de México, envió «la impresión psicológica» de los niños, a la Agente del Ministerio Público (MP), Sylvia Ramírez, en Cuautitlán Izcalli, encargada del caso.

En el documento, Andrés señala: «…luego el Matote» le puso unos putazos a mi papá y le dijo güey cálmate o te voy a dar otros putazos, entonces ‘Matote’ se fue y luego mi papá se fue y fui con mis hermanos a la casa de mi vecina a pedirle unos cerillos para prender una veladora porque César tenía mucho miedo y la vecina nos preguntó que dónde estaba mi mamá y le dije que estaba en mi casa, muerta».

Uno de los niños refirió también a las autoridades judiciales, ante el psicólogo de la Unidad de Atención a Violencia de Cuauhtitlán Izcali, y luego ante una psicóloga de Fiscalía Especializada de Delitos Violentos contra las Mujeres y la Trata de Personas (Fevimtra) que su padre los golpeaba y que el día del crimen, antes de irse, los amenazó de muerte si hablaban de lo que había pasado.

Las autoridades del Estado de México, avisadas por la madre de Nadia, realizaron los trámites de levantamiento del cuerpo y análisis de evidencias, escucharon los testimonios de los niños, pese a lo cual determinaron que la mujer se suicidó.

De las evidencias en la casa que habitaba Nadia con Bernardo, su hija e hijos nada quedó: la familia del feminicida quemó, al día siguiente del crimen, todas sus pertenencias, bajo el argumento de que «él estaba sufriendo mucho», dijeron a doña Antonia. A ello se han sumado muchas irregularidades, no solo con las evidencias, algunas perdidas, sino con peritajes y trámites.

Desde el deceso de Nadia, su madre Antonia ha peleado por la vía jurídica para que los feminicidas Bernardo e Isidro López Gutiérrez paguen por su crimen, para que no sea considerado como un suicidio, como insiste la defensa de Isidro, sin que a la fecha las autoridades judiciales hayan concluido el caso.

Para doña Antonia y su familia, los últimos cinco años desde la muerte de Nadia han significado una larga lucha de audiencias, presentación de peritajes y recursos legales que demuestran que Nadia no se suicidó sino que fue asesinada.

No ha sido en balde. La juez Elaine Dolores Nava, giró una orden de aprehensión en contra de Isidro López Gutiérrez, «Matute», el 30 de octubre de 2007 y fue detenido al mes siguiente.

Hoy, Matute está preso en el área de Prevención del delito de la PGJ estatal, en el municipio de Cuautitlán Izcalli, en espera de que haya definición sobre el caso. Para Isidro esta situación no es novedosa, pues en 1986 fue acusado de violación sexual e incesto, aunque salió libre por «desvanecimiento de datos».

Pero lo que más teme la madre de Nadia es la impunidad. Bernardo, dice doña Antonia, se siente protegido por su familia, que tiene nexos con la política.

Bernardo trabajaba como chofer de microbús para Alejandro Zamora Cid, quien pretende ganar la presidencia municipal de Villa Nicolás Romero en el proceso electoral de este año, bajo los colores del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Hay más nexos: Alejandro Zamora es primo de Donato Zamora Rosas, cuya tía política es Victoria López Gutiérrez, hermana de los feminicidas, quien fue señalada por vecinos de Nadia como una de las personas que quemó las evidencias en la escena del crimen.

UNA VIDA DE VIOLENCIA

El 24 de abril de 1998, Nadia, a los 17 años de edad, se unió a Bernardo López y desde entonces fue víctima de violencia, al igual que su hija e hijos, hasta que seis años después «acabo matándola», señala Antonia Márquez, quien sabía de esa situación porque su hija se lo contaba.

Cuando Nadia tenía 24 años –9 meses antes de su asesinato– fue privada de su libertad por Bernardo. Era mayo de 2003 y después de salir de trabajar en una boutique de la colonia Centro, en el Distrito Federal (DF), en donde tenía poco tiempo –él le había «dado permiso» de trabajar, dice doña Antonia– regresó a su casa, en Villa Nicolás Romero y encontró a Bernardo sosteniendo relaciones sexuales con otra persona, prima del agresor.

«Cuando él la vio, comenzó a golpearla y la privó de su libertad durante una semana y media», la encerró en una casa que tenía su familia en un terreno, relata doña Antonia. Pero en un principio, recuerda la señora, «no sospechábamos del secuestro, pues el mismo Bernardo fue a preguntarme por Nadia». Preocupada, la madre denunció su desaparición ante el Centro de Apoyo para Localización de Personas Extraviadas y Ausentes (Capea), en el DF, el 28 de mayo de 2003.

Al sentirse «acorralado» con las investigaciones que a la par de las autoridades realizaba la familia de Nadia, Bernardo López la dejó en libertad.

Nadia se fue a la casa de su madre con su hija e hijos y, aconsejada por ésta, denunció a Bernardo ante las autoridades mexiquenses (asentada en el expediente VNR-III/1501/2003), por secuestro y lesiones, en la PGJ en Villa Nicolás Romero, el 28 de mayo de 2003.

Luego de tres meses, Nadia regresó a su casa en Villa Nicolás Romero con motivo de un festejo familiar. «Bernardo la vio y vino a pedirle perdón, le lloró, la convenció» y ella regresó con él.

Sin embargo, los días siguientes la atemorizó, pero de ello Nadia ya no le contó nada a su madre. «Y 6 meses después la mató», dice doña Antonia.

09/GCJ/GG

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