Un menor de trece años tuvo la desgracia de asistir a una pastorela en el colegio Rosedal, en las Lomas de Chapultepec. Cuando salió al coche y lo abrió usando la clave de seguridad de la puerta, dos sujetos le exigieron las llaves. Lo siguiente sucedió en unos segundos, lo suficientemente espeluznantes como para perder la vida. Le dieron dos balazos y salieron corriendo sin llevarse nada más que la existencia del inocente muchacho.
Una mujer mayor tuvo la ocurrencia de detenerse a comprar una flor de noche buena, un tipo le jaló la cadena que llevaba al cuello; por desgracia el collar era grueso y no cedió, la señora cayó al suelo y recibió una cuchillada en el cuello, el ladrón no pudo abrir el broche y huyó. En este caso la mujer no murió.
Nuestra ciudad es la base de ladrones, secuestradores, violadores, gente agresiva y sin escrúpulos. Nadie puede estar seguro, tenga dinero, llaves del coche o joyería de fantasía. Estamos sitiados por los malos, todos expuestos al terrorismo citadino e impune que opera, se desarrolla y crece a pasos agigantados bajo la mirada de nuestros gobernantes.
Estuve en la península de Yucatán y la gente vive tranquila. ¿No hay pobreza en Quintana Roo? ¿No hay miseria en Campeche? Me asombró comprobar como las personas dejan abiertos sus autos y usan sus anillos y relojes, acuden al banco y salen contando el dinero antes de ponerlo en el bolsillo del pantalón. Es verdad que en todas partes suceden cosas, en todo el mundo. Cierto. Pero por desgracia el Distrito Federal rebasa cualquier entidad nacional.
Nos roban, nos hieren, nos mancillan y matan a nuestras gentes. Lo siento pero no le puedo creer a Andrés Manuel López Obrador.
¿Quién no tiene un pariente, un conocido, un amigo con una historia reciente de robo y fechoría? Hagamos una encuesta, de esas que tanto le gustan al tabasqueño que prometió abolir la impunidad y combatir la inseguridad. ¿Qué hace, qué espera? Diciembre es sumamente peligroso. Señor, nos están asaltando. Señor, nos están matando. La amenaza crece, estamos indefensos. Nuestra Navidad es roja.
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